Detenido un veraneante en Valencia por negarse a salir del mar pese a la bandera roja
El joven madrileño está acusado de un delito de desobediencia grave, penado hasta con un año de cárcel
Durante casi una hora, la tarde del pasado domingo, un hombre mantuvo una actitud desafiante frente al embate de las olas, las fuertes corrientes, los socorristas de la Cruz Roja, los agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil en la playa de Daimús (Valencia), un municipio vecino a Gandia donde ondeaba la bandera roja.
El veraneante madrileño fue finalmente sacado a la fuerza del agua, puesto de rodillas y esposado en la arena entre los aplausos de numerosos bañistas, que acompañaron su traslado hacia el cuartel de la Guardia Civil de Oliva como si de una versión suave del paseo de la vergüenza de Cersei Lannister se tratara.
El hombre, de unos 25 años, pasó la noche en el calabozo y está acusado de un delito de desobediencia grave, castigado hasta con 12 meses de cárcel.
Francisco Javier Planes, alcalde de Daimús, del Partido Popular, asegura que en el pueblo de 3.000 habitantes nunca habían detenido a nadie por negarse a salir del agua. "A veces hay chavales que se quedan, pero a la segunda pitada de los socorristas salen. Muy pocas veces hace falta que vaya la Policía Local, y en cuanto ven los uniformes obedecen".
El joven arrestado, que estaba pasando unos días en un apartamento cerca de la playa con un grupo de amigos llegados también de Madrid, fue bastante más lejos. Hacia las seis de la tarde del domingo, según ha adelantado este martes Levante-EMV y detalla el alcalde, los socorristas izaron la bandera roja debido, sobre todo, a la corriente. Los acompañantes del hombre salieron al primer aviso, pero él, que se encontraba bastante adentro, se negó.
"Un socorrista le insistió. Y como no salía cogió la moto acuática y fue hasta él para convencerlo cara a cara. Estuvieron hablando por lo menos media hora y lo convenció". Para entonces, en la orilla aguardaban muchos curiosos, varios agentes de la policía local y una pareja de la Guardia Civil.
Al ver a estos últimos, afirma el alcalde, quizá temiendo el desenlace, el hombre se detuvo en la zona donde hacía pie, y dijo que sabía nadar y que no salía. Un guardia civil acabó entrando en el agua y, flanqueado por dos socorristas y con el agua por la cintura, lo cogió de la muñeca, tiró de él hasta fuera y lo esposó.
"Lo grave", dice el edil, "no es solo que estuviera poniéndose en peligro a sí mismo, sino que también ponía en riesgo las vidas de quienes hubieran tenido que ir a buscarlo si hubiera tenido un problema. Se juntó la mala mar con la actitud chulesca".
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