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Casado, protagonista e incógnita

Ante el abismo entre Santamaría y Cospedal, el portavoz del PP fue la estrella de los actos del Dos de Mayo

Javier Casqueiro
En el centro, Pablo Casado saluda a Soraya Sáenz de Santamaria, junto a Javier Maroto y a pocos metros de María Dolores de Cospedal, Pedro Sánchez y Manuela Carmena.
En el centro, Pablo Casado saluda a Soraya Sáenz de Santamaria, junto a Javier Maroto y a pocos metros de María Dolores de Cospedal, Pedro Sánchez y Manuela Carmena.Luis Sevillano

Si la idea era transmitir algo de unidad e integración, la foto antes de empezar el acto de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, separada en primera fila por una silla vacía de la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, lo dice casi todo. La silla esperaba a que el presidente en funciones de Madrid, Ángel Garrido, terminara su papel de anfitrión.

Sin embargo, la imagen dejaba ver el abismo demoledor que distancia a dos de las ministras estrella del Gabinete de Mariano Rajoy, que se mostraron durante los actos de la festividad de Madrid como si fueran de diferentes partidos. Por la fisura se coló el portavoz oficial popular, Pablo Casado, que se erigió a sus 37 años y sin haber gestionado prácticamente nada como la figura de la recepción en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol. Portavoz en funciones de casi todo, por huida o incomparecencia del resto y de los teóricos titulares.

Casado se quedó hasta el final y no se escurrió de ningún corrillo para aplacar la insistencia de los 250 periodistas acreditados. Las conexiones y directos de todas las teles abusaban más que nunca de derivas y disertaciones antropofágicas.

El PP está en espera de que Rajoy resuelva el enigma, en pocos días, de quién presidirá por unos meses y de manera interina la Comunidad de Madrid, con casi 20.000 millones de presupuesto. La presidenta de la Asamblea, Paloma Adrados, testigo directo del buen rollo indisimulable entre Santamaría y Cospedal, citará el lunes y martes de la semana que viene a los portavoces para conocer sus intenciones hacia la sesión de investidura. El primero en acudir será el del PP, que lo desconoce todo del pensamiento mariano y de sus planes. La mayoría de los dirigentes populares, que abandonaron subrepticiamente Sol antes de que salieran los aperitivos fritos, miran hacia los 48 sillones de su bancada, y no ven más que agujeros negros y antorchas para un incendio aún mayor. Ángel Garrido, en ese supuesto, es el mal menor y conocido para un paréntesis hasta que Rajoy, tras el verano, concluya si merece la pena forzar la inclusión de una cabeza de lista de gran peso en esa candidatura a costa de lo que sea, incluso dentro de su Gobierno.

Casado, sediento de tanto confesar a los periodistas su desconocimiento total sobre la sucesión de Cristina Cifuentes, con una Cibeles (cerveza local) en la mano, recordaba el consejo que le dio su maestro político, Manuel Pizarro, en su frustrante campaña de 2008: “A un político se le mata como a una mosca, con un periódico”. Pizarro sostenía entonces, antes de ser vapuleado en un debate por Pedro Solbes, que los políticos en España solo caen por “la bragueta y por la cartera”. Casado dice que no teme nuevas investigaciones sobre su pasado, en ningún sentido.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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