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La otra mafia de la costa de Galicia

Grupos de mariscadores furtivos mueven cada año toneladas de producto ilegal. Lo venden a restaurantes, lonjas y depuradoras. "Son peores que los narcos", dice el vigilante de una cofradía

Un furtivo de la ría de Arousa junto a una embarcación utilizada por mariscadores ilegales.
Un furtivo de la ría de Arousa junto a una embarcación utilizada por mariscadores ilegales.ÓSCAR CORRAL
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The shellfish mafia on Galicia’s coasts

“El chalé que tengo en la playa lo pagué con el dinero de las navajas”. Lo dice Ramón, el nombre ficticio de uno de los mariscadores furtivos más importantes de Galicia. Afirma haber llegado a capturar 140 kilos de navajas en una sola noche. Nació, creció y vive en las Rías Baixas, donde charla en la terraza de un bar mientras la lluvia golpea contra el toldo. “Empecé a ir al marisco furtivo a los 8 años. Soy hijo de marinero, tuve que ponerme a trabajar en el mar desde niño”. Lo que pasa que Ramón eligió hacerlo sin licencia: pesca y vende de forma ilegal. Es un furtivo.

Además de navajas, captura vieiras y nécoras. Lo hace buceando a pulmón o con botella. “Mientras yo bajo, un coche vigila los alrededores y otra persona espera en la superficie. Solemos sacar unos 60 kilos en unas 4 o 5 horas. He llegado a estar hasta 6 horas bajando a pulmón”.

A mediados de los 90 el marisco furtivo le dio millones de pesetas. Se compró un chalé, un piso en A Coruña y otro en Santiago de Compostela. “La clave está en tener cabeza. Yo voy mirando por el retrovisor como un loco, si veo el mismo coche tres veces me escapo y suelo bucear por las noches, a las 3 de la mañana. Vamos cuatro o cinco personas. Estamos organizados”.

Tan organizados que la Guardia Civil y el Servizo de Gardacostas de la Xunta de Galicia protagonizan desde hace años un combate, a veces demasiado literal, contra lo que comienza a perfilarse como una mafia. La otra mafia de la costa gallega.

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“Igualiños que los contrabandistas”

Según datos de la Consellería do Mar de la Xunta de Galicia, en el año 2016 se decomisaron 73.140 kilos de marisco ilegal en la Comunidad. El año pasado la cifra creció hasta los 175.074 kilos.

“En Galicia tenemos un problema, hay que admitirlo, pero yo insisto en que no es una situación dramática”. Lo dice Lino Sexto, subdirector general del Servizo de Gardacostas de la Xunta. “Hemos mejorado en un problema que aquí es muy viejo y contra el que es muy difícil luchar”. El furtivismo solo es delito desde la reforma legal de 2015, en la que se recogen hasta penas de prisión. Ningún furtivo ha acabo nunca entre rejas. “Les compensa pagar la multa, algunos se sienten intocables”, dice Lino.

En Muxía, un pueblo pesquero de la Costa da Morte, Moncho do Pesco, percebeiro jubilado, cuenta que los furtivos aparecen con planeadoras de potentes motores y, buceando, “limpian las rocas que quedan bajo el mar. Se llevan el 50% del producto. Pueden sacar 6.000 euros en una noche y salen un tercio de las noches del año. Haz números”.

Llegan por mar y tierra, se colocan para vigilar en puntos estratégicos, a veces armados con palos y estacas, y salen cargados con cajas de percebes, según explica Moncho. “Como los contrabandistas, igualiños”.

Suso es vigilante costero en la Cofradía de San Telmo de Pontevedra. Las cofradías de pescadores en Galicia tienen la obligación de organizar turnos de vigilancia para evitar el furtivismo. El compromiso no se cumple en muchas partes de la costa gallega y, donde se cumple, los vigilantes no tienen ninguna opción frente a los furtivos. “Son una mafia. Apunta eso: una mafia”. Suso grita enfadado, mientras desata un cabo de su embarcación en el puerto de Campelo. “A mí me quemaron el coche hace un mes y la semana pasada me rompieron los faros de otro. Ayer mismo me agredieron y me rompieron las gafas. Te voy a decir una cosa: ¡son peores que los narcos!”, grita zanjando la conversación.

“Estos grupos están organizados, ganan mucho dinero y dejan claro lo que hacen. Tienen cochazos, pasean motos de gran cilindrada y se compran pisos".

En Galicia existen furtivos que apañan unos cuantos kilos de centollas o nécoras para subsistir. Pero, por encima de ellos, existen grupos que mueven miles de euros y venden toneladas de marisco, sobre todo almejas, vieiras y navajas, el producto que más dinero genera por consumirse todo el año.

“Estos grupos están organizados, ganan mucho dinero y dejan claro lo que hacen. Tienen cochazos, pasean motos de gran cilindrada y se compran pisos. Como si fueran narcos”, explica un mariscador legal y miembro de una cofradía de la costa. “De hecho, algunos los son. Compaginan el marisco con el tabaco y la droga. Mira ‘Os Fanchos’, el clan del tipo ese de Diana Quer. Esos le dan a todo. Pero es que no hace falta. Los grupos potentes de furtivos mueven más dinero que los contrabandistas”.

“El problema es que la mayoría de gente sabe quiénes son”, dice Lino Sexto. “El furtivismo está tolerado, se acepta en Galicia. Esta gente no se esconde, al revés, les gusta la ostentación”. Hace cuatro días, el temporal dejó varias playas de Fisterra cubiertas de vieiras. Los vecinos dieron buena cuenta de ellas. “Hasta el alcalde dijo que eso era normal. ¡Y eso que es biólogo! No hay una conciencia del daño que el furtivismo supone”, cuenta Lino.

Dice Moncho, en Muxía, que sabe perfectamente quiénes son los grupos de percebeiros ilegales. “¿Y qué voy a hacer? ¿Pelearme con ellos? Ese no es mi trabajo”. En la ciudad de A Coruña, a día de hoy, es normal ver a los furtivos vendiendo percebes por las calles de la ciudad. Lo venden todo en menos de una mañana.

La guerra

“Tuvimos muchos problemas en la ría de O Burgo [ría pegada a A Coruña] hace unos años”, cuenta Enrique Rodríguez, de Operaciones del Servizo de Gardacostas. “Varias familias cogían allí almejas y usaban a niños como escudos contra nosotros. A mí me abrieron una ceja de un golpe y tiempo atrás acabaron a tiros con la Guardia Civil”.

Javier -de nuevo nombre ficticio- es otro mariscador furtivo. No es como Ramón, que mueve una gran cantidad de dinero y kilos de marisco. “Yo lo hago porque tengo que ganarme el pan. Yo no hago nada malo, solo trabajar. ¿Qué me tienen a mí que decir los Gardacostas? Los violentos son unos pocos, la mayoría somos honrados que solo queremos dar de comer a nuestra familia”.

Una lancha del Servizo de Gardacostas se acerca a un grupo de mariscadores en la ría de Pontevedra.
Una lancha del Servizo de Gardacostas se acerca a un grupo de mariscadores en la ría de Pontevedra.ÓSCAR CORRAL

En el puerto de Marín, al lado de la ciudad de Pontevedra, Enrique nos invita a embarcarnos en el Irmáns García Nodal, uno de los buques de la Xunta en su lucha contra el furtivismo. Botando sobre las olas de la ría pontevedresa, Enrique explica que “el Servizo cuenta con ocho bases operativas a lo largo de toda la costa”. Después añade: “Entre ellos se la juegan mucho. Nos dan chivatazos todo el rato: oye, que estos van a salir esta noche, oye que este va sin licencia… Tenemos confidentes entre ellos”.

Lo llamativo, tal y como relata Ramón, es que la información vuela de ida y vuelta. “Yo sé las horas y los días exactos en los que van a salir los Gardacostas. Tenemos gente dentro. No hay problema”, sonríe. Y, si aparecen, no los cogen: los furtivos tienen los motores más potentes de la ría.

Los mejores restaurantes de A Coruña

“El foco hay que ponerlo en las vías de comercialización. Ahí está la clave”, afirma Lino Sexto. Las organizaciones de furtivos no encuentran ningún problema para colocar su mercancía. “Yo lo vendo a los mejores restaurantes de A Coruña y Santiago. Si te digo los nombres te echas las manos a la cabeza”, cuenta Ramón. “Les llevo lo que me piden, hacemos la factura a nombre de un compañero pescador legal y listo”.

El problema es que el marisco furtivo en Galicia también se coloca en cultivos, viveros, depuradoras, cetáreas y lonjas. “Muchos furtivos tienen licencia de pescador y, si no, alguno del grupo la tiene. Así que se vende y se coloca por todas partes. Ay, el día que investiguen bien a fondo las depuradoras gallegas”, dice Ramón, el mariscador furtivo.

Lo cuenta en un restaurante de las Rías Baixas. Cuando termina la charla, se levanta y señala el acuario vacío donde tendrían que estar las piezas de marisco vivas. “¿Sabes por qué está esto vacío?”. Es el propio camarero quien responde: “¡Porque hace un mes que no nos traes nada!”. Todos ríen.

La verdadera mafia

En una numerosa cofradía de pescadores de la Costa da Morte nadie quiere hablar. Uno por uno los pescadores se niegan a conceder una entrevista cuando conocen que el tema a tratar es el furtivismo. Tras una decena de negativas, uno se acerca con susurros y la condición del anonimato: “¿Sabes por qué nadie quiere hablar? Porque la mayoría de mariscadores y pescadores gallegos incumplen. Son también furtivos”.

“¿La mayoría?”, se pregunta Ramón, el furtivo de las Rías Baixas. “Yo te digo que el 100%. Esa es la verdadera mafia”.

Se trata del llamado furtivismo interno. “Supone el 95% de las incautaciones y del problema”, dice Lino Sexto. “Hay un problema grave con las capturas, los tamaños y las vedas”. El pescador de la cofradía de la Costa da Morte retoma: “Aquí todos hacen trampas y cada uno va a lo suyo. No hay un compromiso, una unión. Lo típico de Galicia. Entonces nadie denuncia a nadie y todos toleran porque nadie está limpio”.

“No hay una verdadera conciencia del problema”, añade Lino. Y Ramón, el furtivo, remata: “Nunca se ha hecho nada en serio para que exista esta conciencia. Si de verdad se hiciesen las cosas bien, si se formara y educara a los mariscadores, esto se solucionaba en dos días”.

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