El día a día de un médico de familia en 51 microhistorias con fin solidario
El doctor castellonense Francisco Rallo repasa sus cuatro décadas de carrera en el libro ‘La medicina en serio y en broma’. Su recaudación financiará un centro educativo en Tanzania
Un día me dijeron: “Paco, esos artículos tuyos hay que recopilarlos en un libro. Ha costado un año de trabajo, pero aquí está”. El resultado se llama La medicina en serio y en broma. Un libro integrado por 51 artículos con fin social —sus beneficios se destinarán a ayudar a construir un centro educativo en Orkesumet (Tanzania)— y vocación itinerante: el objetivo es que no se quede en estanterías y circule, que la gente disfrute de la lectura y una vez terminada la pase a otros lectores que puedan implicarse en este proyecto solidario.
Su autor es el doctor Francisco Rallo (Castellón, 1953), y acaba de presentarlo en el Colegio de Médicos castellonense arropado por compañeros de profesión y por varios de esos pacientes —“casi familia”, reconoce— a los que ha atendido en sus más de 35 años como médico de cabecera, la mayoría en el centro de salud Rafalafena de la ciudad. El 30 de enero cumple “los 65 años de rigor” y se jubila oficialmente, tras cuatro décadas de profesión a la que suma también una primera etapa como médico de urgencias en hospital. Aunque se retira solo “en un tercio”. Seguirá ejerciendo como médico en el ámbito de empresa y el sector privado.
El objetivo es que los ejemplares no se queden en “estanterías y bibliotecas y circulen de mano en mano” para multiplicar lectores comprometidos con este proyecto educativo
La medicina en serio y en broma repasa en un lenguaje cercano repleto de anécdotas la trayectoria del doctor Rallo a través de las experiencias del día a día con sus pacientes, “de los que he aprendido mucho”, y las reflexiones de esa atención cercana que implica ser “médico de familia”. Son 51 artículos —publicados durante dieciséis años en la revista del Colegio de Médicos castellonense— que abordan, “en serio y en broma”, el “quehacer de los médicos de primera fila en la batalla de la vida” y reflejan la cotidianidad de una consulta de atención primaria. Esa en la que gana el “acompañamiento” sobre los “diagnósticos brillantes” para lograr, dice, que el paciente “salga con una sonrisa”. La misma práctica que se centra más en resolver “cosas que casos” y en ejercer, más de una vez, de “escuchólogo”.
De esa cotidianidad forman parte los avisos domiciliarios, de los que habla en uno de los capítulos. Es en esas visitas “donde de verdad ejerces de médico de familia. No tienes prisas, te sientas en la cama del enfermo, le exploras, sabes cómo se interrelacionan los miembros de la familia, cómo tienen de cuidada la casa, y te explicas muchas de las patologías afectivas…”. O el cambio de hábitos que supuso el paso a la digitalización en sanidad que narra en el artículo Klic-Cópatas, con sus respectivos “ocho clics y 45 segundos necesarios para formalizar una receta o los 6 clics y un minuto invertidos en pedir una hoja de consulta”.
Los textos plasman experiencias reales condimentadas con “algo de película” y pinceladas “de humor, dentro del poco margen humorístico que se puede gastar en medicina, que es una disciplina muy seria”. Y pone como ejemplo esas enfermedades “que solo vemos en los ambulatorios y que no están en los libros, como la del ‘Yaque’, cuando algún paciente te dice: doctor, ya que estoy aquí, ¿no me hará unos análisis?”. También hay espacio para la crítica, como la que dirige contra el excesivo gasto farmacéutico en cuestiones como la lucha contra el colesterol. Un problema al que planta cara desde el humor: “Mi método es la zapas-tatina, del genérico ‘zapatillas tina’, y se expende en las tiendas de deporte”.
Un total de 51 artículos que radiografían “cómo es la medicina hoy, todas las cosas buenas que tiene y las que hay que mejorar”, señala el autor. “Es complicado mantener el mismo tono afectivo y la misma empatía todos los días (…) Los médicos no deberíamos tener días malos y, sin embargo, los tenemos”, reconoce en otro apartado del libro, en el que aborda también la “necesaria confianza” que debe regir la relación médico-paciente.
A punto de colgar la bata como médico de familia, reivindica la importancia de esta rama sanitaria. “Tendría que estar mejor considerada. Es más, el médico de cabecera es quien debería tener el mando de la medicina”. Y apela al ejercicio de la empatía que debe imperar en la atención primaria: “Si la persona va al médico es porque lo necesita, y eso a veces nos cuesta verlo. Igual no tiene una pulmonía o una apendicitis. Todo lo que pasa en el alma tiene reflejo en el cuerpo, y al revés, y el médico ha de ver a las personas como ese todo”.
Rallo ha donado todos los derechos de autor y la recaudación íntegra por la venta de los libros, cuyo precio fija la voluntad de los compradores, e irá destinada a la ONG Carmelitana Prokarde para ayudar a construir un centro educativo en Orkesumet, una zona rural de Tanzania a 200 kilómetros de la ciudad más cercana, Arusha. Se han editado 500 ejemplares. El objetivo es que no se queden en “estanterías y bibliotecas y circulen de mano en mano” para multiplicar lectores comprometidos con este proyecto educativo. Y a quienes estas 51 microhistorias les saquen “una sonrisa”.
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