17 días para reconquistar la realidad
Los que tendrían en sus manos reconquistar la normalidad se resisten a reconocerse mutuamente como partidos normales
En Cataluña todo se ha vuelto urgente pero nada parece serio. Los independentistas, forzados a asumir y acatar la legalidad por la vía penal de la rebelión y la sedición y por la vía constitucional del 155, se resisten a abandonar el mundo paralelo que han creado en los últimos años. Dan por superado el modelo autonómico —a pesar de doblar la cerviz y someterse a sus reglas— y hablan con total naturalidad de comenzar a construir la república; se refieren a Carles Puigdemont como el president legítimo en el exilio, pero como candidato asumen que va por libre y les va a dar más de un quebradero de cabeza; aseguran que el 21-D serán capaces de reponer al Govern legítimo, aunque miran con recelo unas encuestas que les sitúan lejos de la mayoría absoluta con la que hasta ahora han podido desafiar la legalidad; y sobre todo, plantean estas elecciones autonómicas como una segunda vuelta con la que reafirmar la voluntad secesionista con la que impulsaron el referéndum ilegal del 1 de octubre.
Al otro lado del espejo, los partidos no independentistas se cruzan reproches de deslealtad sin tener claro cuáles serán sus verdaderas fuerzas al final de esta carrera. Los socialistas sueñan con soluciones de vía Borgen (la serie de televisión danesa en la que la candidata del partido menos votado acaba siendo primera ministra a base de pactos y equilibrios); Ciudadanos contempla irritado con qué desparpajo el resto de partidos descarta la posibilidad de que Inés Arrimadas llegue a la presidencia de la Generalitat. Se reedita el Pacto del Tinell pero esta vez los apestados son los de Rivera. Y el Partido Popular, el más impopular de los partidos catalanes según todas las encuestas, se empeña en patrimonializar el 155 como si el mecanismo de coerción que Rajoy no se atrevió a usar hasta el último minuto lo hubieran inventado ellos.
Y así, mientras los que construyeron una realidad legal paralela han fabricado ahora una realidad política propia, los que tendrían en sus manos reconquistar la normalidad se resisten a reconocerse mutuamente como partidos normales. Y constitucionales.
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