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Un preso ya fue candidato a presidente

HB presentó hace 30 años a un recluso etarra como aspirante a lehendakari

Mikel Ormazabal
Juan Karlos Ioldi, el miércoles en San Sebastián.
Juan Karlos Ioldi, el miércoles en San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ

Podría darse el caso de que, tras las elecciones del 21-D, Carles Puigdemont quisiera optar a presidir la Generalitat estando en prisión preventiva, acusado de rebelión, sedición y malversación. ¿Puede un político preso sin condena firme aspirar a presidir una autonomía? También sigue en el aire cómo podrán participar en la campaña los ocho exconsellers y los líderes de ANC y Òmnium encarcelados.

Mientras se dilucida el debate político y jurídico puede recordarse que hace 30 años un preso ya fue candidato a presidente. Entonces, la justicia falló a favor del reo. Juan Karlos Ioldi llegó a las nueve de la mañana del 26 de febrero de 1987 en un furgón policial a la sede del Parlamento vasco en Vitoria para el debate de investidura en el que se presentaba como aspirante de HB a lehendakari. Cuatro meses después, era condenado a 25 años por pertenencia a ETA, depósito de armas y estragos. “Mi perfil y el de Puigdemont son totalmente diferentes, pero creo que él también va a tener derecho a presentarse como candidato a president y a ejercer su acción política”, opina ahora Ioldi, en libertad desde diciembre de 2000 tras pasar 16 años en la cárcel.

Ioldi (Ataun, Gipuzkoa, 1963) fue detenido en 1985 con otros 20 jóvenes acusados de integrar un comando que atacó infraestructuras ferroviarias. HB le incluyó en su lista por Gipuzkoa para las autonómicas de noviembre de 1986. “En aquella época estábamos haciendo un agujero en el módulo 4 de [la cárcel de] Herrera de la Mancha. Queríamos escapar y yo era el responsable [del plan]. El día de las elecciones estuve en aislamiento y en la celda de al lado estaba otro preso que me dijo: ‘¿Sabes que uno de Ataun ha salido parlamentario?’ ‘Claro, soy yo’, le contesté”.

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Cuando llegaron las elecciones aún no había sido juzgado. Era un preso preventivo y tenía todo el derecho a ser elegido. Fue trasladado por la Guardia Civil a Vitoria para recoger el acta de parlamentario y, días después, los abogados abertzales Iñigo Iruin y Miguel Castells le comunicaron que HB había decidido que fuese su candidato a lehendakari, en una operación de propaganda a favor de los presos de ETA. Contra el criterio del entonces fiscal general del Estado, Javier Moscoso, quien intentó impedir su presencia en la investidura al ser “un terrorista”, la Audiencia de Navarra autorizó su traslado de la prisión al Parlamento para no lesionar “los derechos políticos de los electores”.

“La víspera del pleno me llevaron a la cárcel de Nanclares [en Álava], donde me esperaban Iruin y otros parlamentarios de HB. Me dieron el programa que debía leer al día siguiente. Estuvimos desde las cuatro de la tarde hasta las nueve y media dándole vueltas al discurso. Esa noche no dormí”, rememora. A la mañana siguiente, en la primera sesión ordinaria del Parlamento autónomo a la que HB asistía desde su fundación en 1979, subió a la tribuna de oradores. “Vengo de la cárcel y vuelvo a la cárcel, pero somos muchos y cada vez seremos más”, dijo en su discurso, a cuyo inicio se presentó como “por un lado, preso político, y, por otro, candidato a lehendakari. Orgulloso de lo primero y con plena responsabilidad por lo segundo”. En su intervención reclamó el derecho de autodeterminación y una negociación entre ETA y el Estado, entre otras reivindicaciones.

Nadie llegó a apoyar su candidatura, que se mantuvo formalmente hasta el final, ya que los diputados de HB abandonaron el pleno a media tarde tras intervenir su portavoz. Fue elegido lehendakari el peneuvista José Antonio Ardanza con los votos de su partido, el PSE y el CDS.

En la Cámara, Ioldi tuvo libertad de movimientos para reunirse con sus compañeros de grupo y almorzar con su familia en la cafetería, siempre con dos policías de paisano a su lado. Dio una rueda de prensa en la que afirmó: “Si defender la soberanía de mi pueblo es ser terrorista, yo soy terrorista”. También se le permitió mantener un vis a vis con su novia.

"No me di cuenta hasta salir de la cárcel"

Tres décadas después, asegura que donde va todos le recuerdan aquel episodio. “Fue histórico, pero no me di cuenta hasta salir de la cárcel. Después he notado respeto, incluso por quienes fueron nuestros enemigos. No he sentido odio”, comenta. Entre rejas estudió Derecho y ahora es el responsable de Harrera, una asociación que ayuda a exreclusos, no solo etarras, a reanudar su vida.

Aunque reconoce que su caso y el de Puigdemont se dan en “tiempos y dinámicas políticas diferentes”, opina que los hechos se pueden repetir: “Yo era aforado y arrastré a los cuatro compañeros del mismo sumario. Fuimos juzgados por la Audiencia de Bilbao. Es posible que los miembros de la Generalitat se vean favorecidos por la situación de Carme Forcadell. Supongo que el Supremo asumirá la causa y decidirá no mantenerles en la cárcel”.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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