El Parlamento británico analizará la interferencia del Kremlin
Theresa May asegura que la ciberpropaganda rusa no tendrá éxito
“Tengo un mensaje sencillo para Rusia”, dijo esta semana la primera ministra británica, Theresa May. “Sabemos lo que están haciendo. Y no van a tener éxito”.
Podía haber hablado sobre el Brexit, sobre terrorismo, sobre la relación trasatlántica en la era Trump, pero May decidió, en su discurso anual en la cena de gala del Lord Major, tradicionalmente dedicado a la política exterior, denunciar la guerra de ciberpropaganda del Kremlin contra Occidente. “Subestiman la resistencia de nuestras democracias, la perdurable atracción de las sociedades libres y abiertas y el compromiso de las naciones occidentales con las alianzas que nos unen”, advirtió. “Reino Unido hará lo que sea necesario para protegerse y trabajar con nuestros aliados en ese sentido”.
Las palabras de May responden a la evidencia creciente de que las agencias de inteligencia rusa han tratado de intervenir reiteradamente en la política occidental. Un comité del Parlamento se dispone a poner en marcha una investigación, en la que se llamará a comparecer a representantes de Twitter y de Facebook, sobre las posibles interferencias de Rusia en la política británica.
Esta misma semana, un alto cargo de la ciberdefensa británica, Ciaran Martin, acusó a Rusia de haber atacado mediante hackers los sectores de medios, telecomunicaciones y energía británicos. “El orden internacional, tal y como lo conocemos, está en peligro de ser erosionado”, advirtió. Los ataques de Rusia, informó The Times, incluyeron un intento de infiltración en la red energética nacional en el día de las elecciones del pasado 8 de junio.
En la campaña del referéndum del Brexit, en septiembre del año pasado, intervinieron más de 400 cuentas de Twitter falsas gestionadas desde San Petersburgo, según investigadores de la Universidad de Edimburgo. También, según publicó The Guardian, cuentas vinculadas al Kremlin trataron de promover la islamofobia después del atentado terrorista en Westminster en marzo pasado. La sombra de la injerencia rusa pesa también sobre la financiación de la campaña del Brexit.
La Comisión Electoral británica ha abierto una investigación para determinar la legalidad de dichas donaciones, y si las compañías de Banks fueron la fuente real o “actuaron como agentes” de otras fuentes financieras.
Las donaciones de fuera de Reino Unido y Gibraltar estaban prohibidas en la campaña del referéndum. El diputado laborista Ben Bradshaw aseguró en el Parlamento que había “una preocupación extendida sobre la interferencia rusa en las democracias occidentales” y exigió una investigación sobre el uso de “dinero turbio” en la campaña del referéndum. Banks se ha jactado de haberse reunido con el embajador ruso, pero niega que la financiación procediera de fuentes de ese país.
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