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Una solución que los expertos reservan a las crisis más graves

Los constitucionalistas vinculan los Ejecutivos de amplias coaliciones con casos de guerra o países en transición

José Marcos
Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat.
Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat.LUIS SEVILLANO
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La factura de la independencia

La formación de un gobierno de concentración como respuesta al desafío soberanista en Cataluña, opción que surgió en la entrevista del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con EL PAÍS, es una opción que descartan los expertos consultados por este periódico salvo que se alcance un punto de no retorno en la crisis. El mismo Rajoy ya lo planteó después de las elecciones de 2015 “y no fue posible”. Ahora, aunque reconoce que “podría ayudar”, su intención es no hacerlo de nuevo al no tener garantizado el apoyo de los principales partidos. “Rajoy sabe que recibiría la negativa de Podemos y es probable que del PSOE”, sentencia Berta Barbet, politóloga por la Universidad Pompeu Fabra y doctora en ciencias políticas por la Universidad de Leicester.

“Los gobiernos de concentración son extrañísimos y más en países avanzados de Occidente, se basan en una situación de emergencia nacional que tienen más que ver con una invasión extranjera. Son situaciones excepcionales en contextos de violencia”, expone Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III. Como ejemplo pone la union sacrée en Francia en la Primera Guerra Mundial, donde los partidos superaron las diferencias ideológicas ante el ataque del imperio alemán. “Hablamos de una situación distinta, constitucionalmente muy difícil pero en la que el Gobierno dispone de los mecanismos necesarios y mayorías necesarias para lidiar con esta crisis”, recalca Simón respecto de la situación en Cataluña. El PP dispone de mayoría absoluta en el Senado pero no en el Congreso.

“En las Guerras Mundiales se dan casos de gobiernos de concentración, pero en crisis constitucionales como la de ahora en España no son corrientes”, asiente Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano y doctor en Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Madrid. “Este tipo de crisis existen después de guerras o se producen en transiciones hacia la democracia pero no en una democracia avanzada. En situaciones así no es muy normal”, subraya.

Un Ejecutivo con una duración muy corta

Una de las peculiaridades de los gobiernos de concentración es que no se suelen mucho extender en el tiempo. “De producirse sería un gobierno extremadamente corto, duraría muy poco, lo justo para afrontar una situación extrema. Pero no se esperaría mucho a una convocatoria de elecciones”, destaca Pablo Simón. “No tengo ninguna intención de adelantar las elecciones”, observó Rajoy en la entrevista a este periódico.

“Un gobierno de concentración tiene bastantes pocas posibilidades a menos que el desafío por parte del independentismo catalán sea mucho más fuerte, como una declaración unilateral de independencia con un intento de control del territorio al mismo tiempo. Sin eso lo veo difícil, en parte porque los incentivos electorales están completamente en contra de un gobierno de concentración para el PSOE”, entiende Jorge Galindo. El sociólogo y doctorando en la Universidad de Ginebra considera que los socialistas se enfrentarían “a un dilema en estructura similar” al de las elecciones generales de 2015 y 2016 “pero en intensidad mayor porque, como a cualquier partido de izquierdas, la cuestión territorial le parte en dos”. Además, una parte importante de su electorado no respaldaría la formación de dicho gobierno.

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Tampoco facilita que haya un gobierno de concentración la falta de hábito en España de las coaliciones de gobierno, sobre todo a alto nivel. “Si ya en España resulta difícil una gran coalición al estilo de Alemania, qué decir de un gobierno de concentración”, afirma Simón. Los especialistas en política comparada coinciden en diferenciar ambos modelos. “La gran coalición es entre los dos grandes partidos de un país, pero deja espacio a que haya oposición. Un gobierno de concentración solo dejaría a los actores marginales fuera”, explica Barbet. “Un gobierno de concentración incluye a todos los partidos sin discusiones. Por otra parte, mientras un gobierno de coalición tiene un programa, el gobierno de concentración lo que busca es la supervivencia del Estado”, interviene Simón.

“Son conceptos distintos”, comparte Molina. “El gobierno de la gran coalición es entre el principal partido y el principal partido de la oposición. La idea de gobierno de concentración, en cambio, es una especie de gran coalición en circunstancias sobrevenidas”, desarrolla el investigador del Instituto Elcano. Otra diferencia, resalta, es que en un gobierno de gran coalición los líderes de los partidos “no cambian” mientras que en uno de concentración nacional puede ocurrir que el líder y componentes del Ejecutivo tengan un perfil “técnico y tecnócrata” y “se busque una figura de consenso” que contente a todas las partes.

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

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