El enorme hachazo de Trump a las ayudas a los universitarios de EE UU
El Presupuesto propone recortar 143.000 millones de dólares en préstamos para estudiantes en la próxima década
El presupuesto de un país es la plataforma que permite a un presidente ejecutar sus políticas, y Donald Trump acaba de poner números a sus prioridades. Propone unas cuentas para el año fiscal 2018 —del 1 de octubre próximo al 30 de septiembre de 2018— con el que busca ahorrar al contribuyente estadounidense en una década 3,6 billones de dólares (3,2 billones de euros, casi el triple del PIB español). Para lograrlo, recorta una amplia serie de partidas que benefician a los ciudadanos de rentas más bajas, como el programa que ayuda a financiar el elevado coste de las matrículas de los universitarios.
Las líneas maestras del Presupuesto
La Casa Blanca de Trump ha presentado su primer gran proyecto de cuentas. Puedes leer aquí en inglés sus propuestas y cifras principales.
El precio medio de la matrícula en una universidad privada de EE UU asciende a 33.480 dólares (29.800 euros) para el curso 2016-2017, según el College Board. En el caso de los centros públicos, oscila entre los 9.650 dólares si es el Estado donde reside el alumno y los 24.930 si es otro Estado.
El hachazo en los préstamos estudiantiles que propone la Casa Blanca suma 143.000 millones de dólares (128.000 millones de euros) en la década 2018-2027, de ellos 50.000 millones solo hasta 2022. Es el tercer recorte más importante tras los 616.000 millones en la asistencia médica a los más vulnerables y los 193.000 millones en subsidios a la compra de alimentos. Trump quiere que ese dinero le sirva para gastar más en defensa y seguridad y reducir los impuestos a las rentas más altas.
Si el tajo en Educación es aprobado por el Congreso, a los estudiantes de familias con pocos recursos les costará mucho más pedir un préstamo para sus carreras, los graduados tardarán más en devolver el crédito y se esfuma la posibilidad de que en un futuro les sea perdonada la deuda. Está por ver si los cambios planteados contribuyen a revertir la escalada de la deuda estudiantil, que ya asciende a 1,4 billones.
“Reorientando las prioridades podremos abrir una era de creatividad y sentar las nuevas bases para la grandeza de América”, sostiene la secretaria de Educación, Betsy DeVos. Los economistas hacen cuentas y sus cifras no encajan con la realidad. Opinan que si el objetivo del Presupuesto es lograr un crecimiento económico sostenido por encima del 3%, podar en educación no es la vía.
El recorte es el tercero más importante incluido en las cuentas para 2018
Para empezar, se elimina el programa por el que el Gobierno asume durante la carrera de un alumno el pago de los intereses del crédito. Si el proyecto sale adelante, unos 2,9 millones de universitarios pobres no podrán recibir anticipos subvencionados. Se elimina el llamado Public Service Loan Forgiveness, un programa que condona la deuda estudiantil a empleados públicos o que trabajan para organizaciones sin ánimo de lucro.
En paralelo, la Casa Blanca quiere reducir a la mitad el programa Work Study, que ayuda a financiar empleos a tiempo parcial para los universitarios y del que se benefician en la actualidad más de 600.000 jóvenes. En cambio, no se toca el programa Pell Grants, el mayor sistema de asistencia, que cubre a siete millones de estudiantes de escasos recursos.
Unos 5,7 millones de puestos de trabajo están actualmente vacantes en EE UU, pero no todos los aspirantes tienen la cualificación para ocuparlos. La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, lleva tiempo advirtiendo del problema de competitividad que plantea esa brecha. “El desarrollo de la mano de obra es más importante ahora que nunca”, destacó en marzo.
El propio Trump dijo hace dos meses que la formación resulta clave para el futuro. Su proyecto presupuestario le contradice. El laboratorio de ideas Center for Budget and Policy Priorities ha cifrado en un 40% la rebaja en las partidas que financian programas para el aprendizaje de los trabajadores. Los expertos advierten de que su efecto será devastador para la innovación en EE UU.
DeVos insiste en que la pretensión es concentrar los recursos públicos en las iniciativas que funcionan. “Que la gente vuelva a trabajar resulta vital para el futuro económico, pero EE UU se encuentra en los niveles más bajos entre los países desarrollados en cuanto a fondos para la formación. Hay que invertir más”, destaca el Peterson Institute, otro think tank.
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