Las nubes no son blancas y otras curiosidades meteorológicas
La Organización Meteorológica Mundial celebra su 67º aniversario
Los movimientos de la atmósfera no entienden de fronteras. Las nubes, impulsadas por los vientos, pueden pasar de un país a otro sin necesidad de visado o pasaporte, lo que obliga a los países, por muy dispares que sean sus Gobiernos, a colaborar en el intercambio de información. Este jueves, 23 de marzo, se conmemora el 67º aniversario de la firma del tratado que dio lugar a la Organización Meteorológica Mundial (OMN) bajo el lema Entendiendo las nubes, dado su papel esencial en el ciclo del agua y en el comportamiento del clima terrestre.
El organismo está integrado por 180 Estados que cooperan de forma global en temas meteorológicos y climáticos. Una de sus principales funciones es establecer claves y protocolos de comunicación de carácter supranacional para facilitar el flujo de información sobre observaciones meteorológicas en todo el mundo en tiempo real y de forma simultánea. Sin esta colaboración global resultaría imposible, por ejemplo, un vuelo transoceánico, ya que los pilotos han de conocer en todo momento el tiempo en origen, en destino y en transito para decidir el rumbo más seguro para realizar el vuelo.
Haciendo honor al lema de este año vamos a conocer curiosidades de las nubes:
Las nubes no son vapor de agua
Las nubes están formadas por minúsculas gotitas de agua y cristales de hielo. Debido a su pequeño tamaño pueden flotar sobre nosotros. No son vapor, ya que este es la fase gaseosa del agua y es invisible.
Nubes junto al suelo
La niebla no es más que una nube junto al suelo. Para que se forme, el viento ha de estar en calma y ha de haber una alta humedad en el aire favorecida por la temperatura baja en invierno o por la llegada de humedad desde el mar o un río.
Las nubes no son blancas
Las gotitas de agua, al igual que el pelaje de los osos polares y la nieve, son transparentes. A todos ellos los vemos blancos debido a que las partículas de hielo y agua esparcen luz en todas las direcciones dando lugar a ese aspecto blanquecino. Técnicamente, a este proceso se le llama scattering de Mie. En cambio, el cielo es azul porque el oxígeno y el nitrógeno esparcen mejor el color azul absorbiendo el resto de colores por el conocido proceso de scattering de Rayleigh.
Las nubes están contaminadas
Las gotitas de agua por sí solas seguirían flotando, ya que las características físicas del agua pura les impide alcanzar un tamaño suficiente para que caigan en forma de lluvia. Para alcanzar ese tamaño necesitan un germen, un núcleo alrededor del cual crecer. Esos gérmenes de lluvia reciben el nombre de núcleos de condensación y son, en su mayoría, pequeñas restos de sales marinas, polvo o contaminación.
Las nubes de lluvia no son grises
La luz del sol al atravesar la nube es retenida en su interior. Esta retención es mayor si el tamaño de las gotas es grande, si el contenido de hielo y agua es alto y si la nube tiene mucho espesor. Debido a esto, desde el suelo, la luz solar resulta ensombrecida por este proceso dando lugar a tonos grisáceos, incluso negros.
Los satélites pueden saber el tipo de nube
Los satélites meteorológicos son una de las mejores herramientas para conocer las nubes. Además de hacer fotos en el canal visible, toman imágenes haciendo uso de sensores infrarrojos, ultravioletas y microondas, entre otros. Dado que cada tipo de nube responde a un patrón de comportamiento distinto respecto a los rangos de luz —debido a su espesor, altura de su cima y contenido de agua—, pueden identificarse las nubes desde el espacio.
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