La política vasca se feminiza
Es probable que la próxima legislatura las mujeres superen ligeramente a los hombres
El primer Parlamento vasco de la democracia, constituido en 1980, solo contaba con dos mujeres entre 60 parlamentarios: Be-goña Amunarriz y Ana Bereciar-tua, ambas del PNV. 36 años después, la Cámara vasca ha cerrado sus sesiones con 36 mujeres y 39 hombres sentados en 75 escaños. Es probable que la próxima legislatura las mujeres superen ligeramente a los hombres, dado su predominio en los puestos de salida, especialmente en las formaciones de izquierda.
El PSE y Podemos cuentan con cuatro mujeres y tres hombres en los siete primeros puestos de sus respectivas listas provinciales. Bildu sigue la pauta, pero asciende a cinco mujeres en Gipuzkoa por la inhabilitación de Arnaldo Otegi. El PNV, el PP y Ciudadanos quedan ligeramente rezagados: tres hombres frente a cuatro mujeres en los siete primeros puestos con la salvedad de que el PNV y Ciudadanos presentan cuatro mujeres en Gipuzkoa y el PP en Bizkaia.
Pero lo más relevante es el protagonismo femenino entre los cabezas de lista de la izquierda. Las tres del PSE son mujeres: Susana Corcuera por Gipuzkoa; Natalia Rojo por Alava e Idoia Mendia por Bizkaia, a su vez candidata a lehendakari y secretaria general. En Podemos lo son Pili Zabala, por Gipuzkoa, también candidata a lehendakari, y Cristina Makazaga por Álava, así como la secretaria general de la formación en Euskadi, Negua Alba. En Bildu son mujeres las tres cabezas de lista: Miren Larrion, por Álava y candidata a lehendakari; Josune Aguirre por Bizkaia y Maddalen Iriarte por Gipuzkoa.
El PNV, Ciudadanos y el PP no tienen mujeres al frente de sus listas. Pero los populares tuvieron dos presidentas, además, en tiempos difíciles: María San Gil (2004-2008) y Arantza Quiroga (2012-2015), que dimitieron por discrepancias con la dirección nacional de la formación.
El fuerte protagonismo femenino en la política vasca contrasta en una sociedad que conserva rescoldos machistas, revelados en algunas tradiciones populares como los alardes de Irún y Hondarribia, donde se impide a las mujeres integrar las compañías. O las trabas que existen en algunas sociedades gastronómi-cas en las que la presencia de mujeres, permitida legalmente, hace que algunos hombres las abandonen.
Además, la brecha salarial entre hombres y mujeres en Euskadi es alarmante: 25,83%, por encima de la media española (23,93%) y a gran distancia de la europea (16,5%). Los sindicatos llevan tiempo denunciándolo y las mujeres políticas aprovechan su visibilidad en la campaña para airearlo. Se niegan a ser mero reclamo electoral.
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