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La polémica vuelta a la reválida

Estas pruebas son uno de los aspectos más polémicos incluidos en la última ley educativa, la LOMCE del PP

Pilar Álvarez
Jóvenes estudiantes se examinan de reválida de sexto de Bachillerato,1967.
Jóvenes estudiantes se examinan de reválida de sexto de Bachillerato,1967. EFE

Cuatro días, siete exámenes de 15 preguntas por materia a rellenar en una hora. El próximo junio, hasta medio millón de jóvenes de 4º de ESO, con 15 y 16 años, y de 2º de Bachillerato (17-18) recuperan unas pruebas externas eliminadas con la Ley General de Educación de 1970 de las que solo quedaban, hasta ahora, memorias en blanco y negro: las reválidas. En este primer curso, los resultados no contarán. Pero, a partir de 2018, los estudiantes deberán aprobarla para obtener un título y poder seguir en Bachillerato o pasar a la Universidad.

Las reválidas son uno de los aspectos más polémicos incluidos en la última ley educativa del PP: la LOMCE, que el curso que viene culmina su implantación.

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El Gobierno defiende que este tipo de evaluaciones ayudan a mejorar el rendimiento de los alumnos y a orientarles en su futuro, facilitan información a las familias y garantizan que todos alcancen los niveles de aprendizaje adecuados. Pruebas como PISA y medidores como la tasa de abandono educativo temprano muestran grandes disparidades de resultados por comunidades autónomas que el Gobierno aspira a modular con estas evaluaciones.

Hasta 13 regiones (todas las que no gobierna el PP más una en la que sí está al frente, Castilla y León) las rechazan y alertan de que limitarán el futuro de los jóvenes. “Las reválidas pueden expulsar a alumnos con cuatro cursos aprobados”, criticaba esta semana en una entrevista con este periódico el consejero castellanoleonés de Educación, Fernando Rey. Defiende que se implanten evaluaciones externas siempre que no tengan efectos académicos para los alumnos.

“Los países que aplican este tipo de exámenes externos y deciden que sus resultados tengan consecuencias para el estudiante, tienden a obtener resultados más altos, se promueve que los sistemas busquen maneras de mejorar”, considera Antonio Cabrales, catedrático de Economía del University College de Londres, con investigaciones en Economía de la Educación. Cabrales alerta, no obstante, del efecto de estos exámenes sobre los alumnos que abandonan las aulas antes de tiempo en un país como España, en el que la tasa de abandono educativo es la más alta de Europa. “Es importante que se puedan reenganchar después en bachillerato o incluso llegar a la Universidad”, subraya. Los que no obtengan título tras el examen, podrán matricularse solo en Formación Profesional (básica o superior, según el caso) pero con itinerarios abiertos a Bachillerato y a la Universidad.

“Después del prestigio que había alcanzado la FP en los últimos años, con tasas de paro más bajas que las de los universitarios, este giro resucita el mensaje de que es una vía para tontos”, considera José Saturnino, profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna. Saturnino define los “efectos tramposos” que pueden traer las reválidas. “De la selectividad hemos aprendido que el último curso se convierte en un preparatorio para pasar el examen, lo que puede llevar a simplificar mucho el currículo y abandonar fórmulas innovadoras que motivan más”. Una de las críticas del exministro José Ignacio Wert contra la selectividad era precisamente que la aprueba todo el mundo, la tasa de éxito supera el 95%. “No son conscientes de que el profesorado sabe que se juega el prestigio y solo presenta a los alumnos con los que no tiene duda”, añade Saturnino. “A la gente que se queda en la zona gris y más adelante podría recuperarse, se la descarta y esto puede multiplicarse con las reválidas”.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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