Querellas de familia
La apuesta del PSOE y Ciudadanos se legitima por el cambio y, con el PP en medio, difícilmente tendría credibilidad
Después de la investidura fallida, las querellas de familia. Los dos partidos que impidieron la elección de Pedro Sánchez lo están pagando en forma de tensiones internas. El PP está bloqueado por Mariano Rajoy. A corto plazo, no hay combinación alguna para formar una coalición que mantenga al PP en la presidencia con Rajoy como candidato. Aunque es cierto que sin él la derecha tampoco lo tiene fácil. La apuesta del PSOE y Ciudadanos se legitima por el cambio y, con el PP en medio, aunque sea con lavado de cara, difícilmente tendría credibilidad. A medio plazo, el PP, infectado por la corrupción, necesita reconstruirse. Y no puedo hacerlo con quien actúa como si el problema no fuera con él. Rajoy ha dilapidado el proyecto que heredó de Aznar. La derecha necesita alguien que le dé alguna expectativa más que la resignada gestión del inexorable paso del tiempo.
En Podemos afloran las contradicciones propias de una organización de aluvión. Se ha pasado de la calle al poder muy de prisa. Y la primera oportunidad de tocar gobierno de cerca ha abierto brechas muy clásicas. Se habla de pugna entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. Es una forma de expresar la tensión entre el político y el tribuno, el que aspira a cuotas de poder y el que quiere conquistar el cielo. Después de pasar de cero diputados a 69, probablemente lo más sensato era abonar la investidura de Sánchez y seguir creciendo como oposición de izquierdas. Pero estos pragmatismos son difíciles de asumir en partidos que nacen queriendo cambiarlo todo.
La inhibición de Rajoy abrió la puerta a Pedro Sánchez y llevó a Albert Rivera a los altares. La frustrada investidura ha generado efectos negativos en los que la impidieron. La renuncia de Rajoy probablemente trasladaría la tensión al seno de la coalición de PSOE-Ciudadanos y al interior del propio partido socialista, donde volverían a dar la vara los partidarios de la gran coalición. ¿Obtener la cabeza de Rajoy es un trofeo suficiente para legitimar el apoyo del PSOE a un presidente de la derecha? Un PSOE en su peor momento electoral no puede regalar una nueva frustración a sus votantes.
En realidad, la salida de Rajoy abriría de nuevo todas las opciones. El PSOE volvería a mirar a su izquierda, la coalición PSOE-Ciudadanos recibiría serias presiones para que renunciara a Pedro Sánchez como compensación para que el PP la votara, y la gran coalición regresaría a las portadas. Cada nuevo paso genera daños colaterales. Hasta que el calendario apriete nada se puede dar por definitivo. Lo único innegable es que el PP, con o sin elecciones, no puede hipotecar su futuro al interés personal de Rajoy.
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