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El primer militar de la cúpula que prometió y no juró su cargo

Carme Chacón le nombró Jefe del Estado Mayor de la Defensa en sustitución de Félix Sanz, actual director del CNI

N.J.
José Julio Rodríguez con su hija en el acto de relevo de la cúpula militar, en julio de 2008.
José Julio Rodríguez con su hija en el acto de relevo de la cúpula militar, en julio de 2008.GORKA LEJARCEGI

José Julio Rodríguez (Ourense, 1948), fue el primer jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) que prometió y no juró su cargo en la ceremonia de toma de posesión, el 21 de julio de 2008. Un gesto revolucionario en una institución que tiene su propio arzobispo, con rango de general y que no sentó bien en los sectores más tradicionales del Ejército.

La entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, le escogió tras descartar los nombres que, como es habitual en estos casos, le sugerían con entusiasmo desde los tres ejércitos y la Casa del Rey. Rodríguez no había estado en ninguna de las misiones internacionales en las que habían participado las Fuerzas Armadas en los últimos veinte años, pero ofrecía otras cualidades que convencieron a la ministra, como su fama de buen gestor, su “capacidad de diálogo”, su carácter discreto y su “mentalidad abierta”, en palabras de su entorno.

Antes de su nombramiento como JEMAD en sustitución de Félix Sanz Roldán, actual director del CNI, Rodríguez había estado al frente de la Dirección General de Armamento y Material —negociaba las compras y adquisiciones— y era experto en nuevas tecnologías.

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Su nombramiento conllevó su ascenso a general de cuatro estrellas. Durante su mandato (2008-2012) le tocó afrontar la participación española en la intervención militar en Libia para frenar a Gadafi, la retirada de las tropas españolas en Kosovo —que provocó un reproche de la OTAN— y el secuestro de un atunero español, el Alakrana, por piratas somalíes.

Es hijo de militar, pero la vocación tardó en llegar. Al principio, lo que realmente le atraía, según confesó en una entrevista en este diario, era “volar”. Se hizo piloto de caza y combate y la vocación fue entrando poco a poco. De oficial se convirtió en un “lector compulsivo de periódicos” y aprovechó sus primeros viajes a Francia, a comienzos de los setenta, tras la compra de los reactores Mirage para el Ejército del Aire, para leer libros de autores que no se publicaban en España, como Hugh Thomas, Gerald Brenan, Piere Villar.

No llegó a afiliarse, pero apoyó a la Unión Militar Democrática (UMD), creada en 1974 para enfrentarse a la dictadura desde dentro del Ejército y evitar que se perpetuara. Ya como jefe del Estado Mayor de la Defensa promovió que se condecorara, en frebrero de 2010, a la UMD con la cruz al Mérito Militar. Y actualmente, Rodríguez preside el Foro Milicia y Democracia, una asociación integrada por juristas, diplomáticos, historiadores y militares, cuyo objetivo es realizar un “análisis crítico” del papel histórico de las fuerzas armadas y difundir la “memoria histórica española” recordando la labor de la UMD.

El 23-F le pilló en la base aérea de Manises (Valencia). Era capitán y piloto de Mirage, y aquel día estaba en el servicio de alerta, es decir, preparado para salir al aire en menos de 15 minutos. “Mis sentimientos iniciales fueron de mucha preocupación. La situación en la ciudad de Valencia era tensa, las cabinas telefónicas de la base, llenas de monedas, se bloquearon, y teníamos sensación de aislamiento”, recordaba. El mensaje del Rey le tranquilizó, pero la sensación de que habían estado “muy cerca del desastre”, no la olvidó nunca.

El próximo jueves participará en un debate con el exministro de justicia Mariano Fernández Bermejo, el ex juez del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín y el catedrático de derecho constitucional Javier García Fernández sobre la posibilidad de modificar en la Constitución los artículos relacionados con las Fuerzas Armadas.

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Sobre la firma

N.J.
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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