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“Los catalanes deben ganar el proceso frenando a Mas”

López Basaguren, considerado por muchos el mejor especialista español en los procesos soberanistas, analiza el modelo de Cataluña

Luis R. Aizpeolea
El catedrático de Derecho Constitucional de la UPV, Alberto López Basaguren, este domingo.
El catedrático de Derecho Constitucional de la UPV, Alberto López Basaguren, este domingo. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA (EL PAÍS)

Alberto López Basaguren (Basauri, 1957), catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco (UPV), es para numerosos expertos el mejor especialista español en los procesos soberanistas (Quebec, Escocia..). Ha investigado en las universidades de Montreal,Edimburgo y Cambridge. En esta entrevista se pronuncia sobre el proceso soberanista en Cataluña.

Pregunta. El nacionalismo catalán se ha inspirado en los procesos escocés y quebequés. ¿Qué comparación hace usted con el proceso catalán?

Respuesta. El nacionalismo catalán hace un análisis parcial; solo se fija en la estrategia seguida por los partidos nacionalistas. No ha estudiado por qué la pretensión independentista ha fracasado en Quebec y en Escocia. Tampoco ha sacado la conclusión de que hay una diferencia básica entre ambos procesos y el catalán. Aquellos fueron legales. En Quebec no hubo debate jurídico y en el caso de Escocia, el Reino Unido pactó las condiciones del referéndum, una vez que el Partido Nacionalista Escocés, con su propuesta de referéndum por la independencia, ganó con claridad en las elecciones regionales. No es el caso de Cataluña.

“El ‘president’ dice que el 27-S es plebiscitario, pero cuenta escaños”

P. Precisamente, Mas justifica su convocatoria de “elecciones plebiscitarias” porque el Gobierno le impidió celebrar el referéndum.

R. El nacionalismo catalán piensa que está legitimado políticamente para plantear un referéndum por la independencia. Piensa que la legalidad española no es legítima democráticamente porque impide el referéndum y no ha tenido la paciencia para lograr modificar esa legalidad. Considerar ilegítima la legalidad no autoriza saltársela; lo que se tenía claro en Escocia.

“La idea de reforma del Constitucional es de una zafiedad inconcebible”

P. Pero. ¿Cree posible cambiar la legalidad española para reconocer una consulta?

R. Deben decidirlo las instituciones competentes, tras el debate político. Aquí se está planteando la secesión sin haber resuelto el tema del referéndum. Eso podría tener cabida en los estatutos de autonomía. Pero se requiere lealtad federal. Lo que hay que analizar es si una comunidad puede hacer un referéndum cuando hay una fuerte demanda y, sobre todo, habría que debatir los requisitos. Un debate que no se ha dado en España, sin olvidar que la Constitución, por nuestra experiencia histórica, ve con recelo el referéndum. Lo que tiene que hacer el nacionalismo catalán es convencer a los actores políticos que deben decidirlo que es necesario regular la posibilidad de un referéndum. Pero mientras no lo logres, tienes que cumplir la ley.

P. Pero Mas está en el estadio de las elecciones plebiscitarias.

R. Mas da un salto en el vacío e incurre en una contradicción. Dice que son elecciones plebiscitarias y a la que vez que lo que cuenta son los escaños y no los votos. Eso chirría. Están acusando al Gobierno y a los partidos no nacionalistas de jugar al “alarmismo” cuando alertan de los riesgos de una Cataluña independiente. Dicen que la UE no se va a desprender de un socio como Cataluña. Esas alarmas son reales en el caso de la UE.

P. ¿Por qué?

R. El nacionalismo catalán se olvida de que la secesión de Cataluña requeriría la reforma de los tratados y eso resulta muy complicado. Puede no desatascarse en años y más aún sabiendo que tendrá a España en contra. Los nacionalistas escoceses sabían que su única posibilidad, aunque sin garantías, era una independencia aceptada por el Reino Unido y como excepción; por eso ponían distancia con el proceso catalán.

P. Usted insiste en que en estos procesos es fundamental ganar la legitimidad y señala que se gana con una alternativa que es, a su juicio, la reforma federal de la Constitución. Pero los nacionalistas ya han adelantado que no satisface sus pretensiones.

R. Muchos en España no se han enterado aún que la reforma federal no es, ni puede ser, para contentar a los nacionalistas. Lo que aquí se juega es quien se gana la mayoría: La ruptura o la integración. Algunos partidos se creen que sus interlocutores son los partidos nacionalistas; se equivocan: son los ciudadanos. En el debate político en Quebec, los partidos federalistas no se obsesionaron con las reivindicaciones de los independentistas, sino que trataron de entender qué podía satisfacer suficientemente a la sociedad quebequesa para que la mayoría no considerase que merecía la pena la aventura independentista.

P. Entonces, no le gustará la reforma del Tribunal Constitucional que ha propuesto el PP.

R. Es de una zafiedad política inconcebible. Lo han hecho sin consultar siquiera a los demás partidos. Además, es innecesaria. En la Ley Orgánica del TC existen los elementos suficientes para ejecutar las sentencias. Son los mismos que los del modelo alemán, que es el europeo. El PP propone unas competencias para el TC desmesuradas. Son las autoridades políticas las que deben asumir la responsabilidad de las medidas si el nacionalismo catalán incumpla la ley.

P. ¿Las autoridades políticas cuentan con suficientes instrumentos si se vulnera la ley?

R. Cuentan con el artículo 155 de la Constitución y con el Código Penal.

P. ¿Qué cree que va a pasar el 27-S y a partir de esa fecha?

R. El electorado catalán debe frenar el proceso ganando a la candidatura de Mas y a la de la CUP si no quiere arriesgarse a una extrema frustración. De lo contrario, el baño de realidad que tendrá que darse en el futuro será tremendo. La sociedad catalana se rompe porque con el proyecto independentista introduce un elemento de incompatibilidad absoluta con los demás.

P. ¿Qué consecuencias puede tener la victoria de los independentistas?

R. La mera declaración de independencia es un hecho sin consecuencias prácticas. El TC la declararía inconstitucional y punto. El problema se plantearía si la Generalitat incumple la ley. En ese caso, se tendría que activar el 155 de la Constitución y si el incumplimiento es sistemático, la situación, en la práctica, diferiría muy poco de la suspensión de la autonomía. Sería un escenario terrorífico para Cataluña y el resto de España. Más aún si la Generalitat da un salto adelante en el incumplimiento de la legalidad, que trascendería la simple desobediencia y entraría en el terreno de delitos de mayor gravedad penal. No creo que se llegue hasta ahí.

P. ¿Cual es la alternativa a esta situación?

R. Sólo hay una alternativa, un sistema federal que haga muy difícil su descalificación. Nos hemos retrasado en abordar las incoherencias del sistema de financiación y de las competencias y los independentistas han ganado mucho terreno, utilizándolas sabiamente. Sólo se podrá ganar a una mayoría de catalanes si se les convence, como en Quebec y Escocia, de que el sistema federal garantiza su singularidad sin los riesgos de la aventura independentista.

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