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Educar con la realidad del sufrimiento

Profesores del Liceo Santo Tomás relatan encuentros de jóvenes y víctimas del terrorismo

Luis R. Aizpeolea
Los profesores Begoña Olaziregi, Edorta Estomba e Itsaso Garzon, de izquierda a derecha, en el Liceo Santo Tomás de Donosti.
Los profesores Begoña Olaziregi, Edorta Estomba e Itsaso Garzon, de izquierda a derecha, en el Liceo Santo Tomás de Donosti.JAVIER HERNÁNDEZ

Medio centenar de centros educativos y más de 3.000 alumnos vascos, de entre 16 y 17 años, han escuchado este curso testimonios de víctimas del terrorismo. Han conocido las experiencias de 11 víctimas de ETA, cuatro del GAL y del Batallón Vasco Español y dos de abusos policiales. Se trataba de sensibilizar a los jóvenes, inmunizarles contra la violencia y la venganza.

Aintzane Ezenarro, coordinadora del programa Adi-adian, resalta la preparación con los profesores, centro a centro, y con víctimas seleccionadas, para deslegitimar la violencia y superar la venganza. Con el Gobierno vasco de Patxi López hubo un ensayo en ocho centros, realizado con recelos entre quienes decían que “las aulas vascas no estaban preparadas” y quienes rechazaban que junto a víctimas de ETA figuraran las de la violencia parapolicial porque “desdibujan el mensaje antiterrorista”. Una sentencia da cobertura jurídica a la participación en las aulas de víctimas de abusos policiales y de grupos parapoliciales.

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Tres profesores del Liceo Santo Tomás de San Sebastián, una ikastola emblemática donde 130 de sus alumnos participaron en la experiencia, narran sus impresiones a EL PAÍS.

Lo más sorprendente

Begoña Olaziregi: La capacidad de las víctimas de superar su sufrimiento, el odio que lastraba su vida y su creencia en las segundas oportunidades.

Itsaso Garzon: Sentir el perdón de verdad y que toda la sociedad ha sido víctima de la degradación de la violencia.

Edorta Estomba: Que los sufrimientos nunca restan sino suman, procedan de ETA o del GAL.

Impresión de los alumnos

B. O.: ¿Cómo podíais vivir así? Dicen. La superación del odio les impresiona y que no se puede ser neutral ante la violación de derechos humanos.

E. E.: La estatura moral y la autenticidad de las víctimas impresiona, aprovechar su sufrimiento para educar, a pesar del costo de revivirlo. Una lloró tres veces.

I. G.: Ante un testimonio, el que estaba a mi lado, resopló y me miró diciendo: “no puede ser”.

B. O.: Algunos se quedan paralizados.

Deslegitimación del terror

B. O.: Queda absolutamente clara. Los alumnos nacieron en 1998. Algunos reconocen que algo habían oído en casa. Sus padres nos han dicho que la ocasión ha sido buena para abordarlo porque nuestra generación no ha sabido cómo.

E. E.: Saben que la violencia es ilegítima. Con los testimonios [de las víctimas] corroboran que las consecuencias de la violencia como medio para solucionar conflictos son terribles.

B. O.: Ya saben que aquí la violencia ha sido muy grave. Pero escuchar a las víctimas les permite ver cómo afecta a las personas. Esos sentimientos hay que trascenderlos para concluir que la violencia no es un medio para lograr objetivos políticos y que la justicia no se puede basar en la venganza. Las preguntas de los jóvenes son candorosas, pero dan en el clavo.

Las preguntas

I.G.: No puede ser que hayas perdonado. ¿Cómo se hace?

B. O.: ¿Nunca has sentido odio?

E. E.: ¿Qué harías si te encuentras con el verdugo de tu familiar?

B. O.: ¿Quién soy yo para negarle otra oportunidad? Les choca mucho esa segunda victimización que les produjo la sociedad con silencio y aislamiento.

I. G.: No hubo ninguna salida de tono. Cuando termina, los jóvenes agradecen a las víctimas.

E. E.: No hay adhesiones políticas. Hay empatía con su sufrimiento. En la autenticidad del testimonio está el valor educativo. Un objetivo clave es que no vuelva la violencia. La experiencia debe extenderse.

I. G.: Mi requisito para participar fue que la política quedara fuera.

B. O.: Se indignan contra la injusticia que sufrieron las víctimas y su soledad.

Lo que no entienden

B. O.: Les parece inconcebible los casos en que la cuadrilla se alejaba de uno de sus miembros tras haber perdido un familiar por la violencia.

I. G.: Unos hablan de la soledad que sufrieron en los pueblos, pero otros de la del Estado y los medios de comunicación. Y preguntan: ¿Cómo podíais vivir así?

Asun Lasa y Iñaki Garcia Arrizabalaga en conversacion sobre la violencia Pais Vasco.
Asun Lasa y Iñaki Garcia Arrizabalaga en conversacion sobre la violencia Pais Vasco.JAVIER HERNÁNDEZ

E. E.: Se extrañan, pero siempre es así. En la Alemania nazi la gente vivía su cotidianidad y hoy nos extrañamos. En España el partido que nos llevó a la guerra ilegítima con Irak gobierna con mayoría absoluta. Más adelante nos preguntaremos por nuestra actitud como europeos hacia quienes huyen del horror en África. Los testimonios les deben ayudar a implicarse.

¿Por qué lo hacemos?

B. O.: Lo hacemos para que las generaciones jóvenes tengan valores éticos.

E. E.: Se hace poco. Me preocupa que la educación en valores no pase por buen momento.

B. O.: Los testimonios logran un contacto con la realidad. Sirve para creer en la humanidad tras la degradación de la violencia que hemos vivido. Se lo debemos a los jóvenes.

I. G.: Un libro no tiene la fuerza del testimonio directo.

E. E.: Los testimonios son ejemplares porque no están secuestrados por el odio y los chavales comprueban sorprendidos cómo han podido superarlo. Ahí está la clave. Me ha servido para sentirme educador. A los jóvenes para mejorar moralmente. A la sociedad para aprender de lo que se ha hecho mal.

Las víctimas

B. O.: Las víctimas, sean de ETA o de parapoliciales, muestran gran complicidad.

E. E.: Juntar víctimas es enriquecedor. Da igual su número y procedencia. Una podría representar a todas.

I. G. y B. O.: Nuestro objetivo es educar contra la violencia.

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