Montoro recurre a Grecia para justificar su amnistía fiscal
El ministro dice que 40 cargos socialistas usaron 'puertas giratorias' para irse a empresas
El ministro Cristóbal Montoro ha puesto en práctica este miércoles, en la sesión de control al Gobierno del Congreso y ante una nueva ofensiva del PSOE para lograr su dimisión por el caso Rato y sus derivadas, la teoría política de que la mejor defensa es un buen ataque. Montoro se ha burlado de la “perra” de los socialistas con sus peticiones para que dimita, se ha reafirmado en su tesis de que con esa estrategia se siente consolidado interna y externamente y se ha agarrado al ejemplo del nuevo Gobierno griego de izquierdas de Alexis Tsipras, que ha puesto en marcha una amnistía fiscal para capitales extranjeros, para justificar la bondad y los buenos ingresos aportados por la regularización fiscal emprendida en 2012 por el Ejecutivo que preside Mariano Rajoy.
Para enmarañar aún más el enrarecido clima político provocado tras el escándalo del caso Rato, y su investigación por parte de la Agencia Tributaria por un presunto fraude y alzamiento fiscal, los socialistas programaron una batería de agrias preguntas e interpelaciones contra la actuación y la actitud incluso de Montoro en toda esta operación. En ese paquete incluyeron varias cuestiones sobre la facilidad encontrada por diputados y excargos del PP para traspasar las conocidas como puertas giratorias y recalar como asesores de empresas privadas. La socialista Soraya Rodríguez aprovechó para hacer balance de esos fichajes y enumeró los casos del ministro de Defensa Pedro Morenés, del exministro Federico Trillo, y de los diputados Vicente Martínez Pujalte y Ana Torme o Agustín Conde. La refriega derivó en la distinta definición que socialistas y populares hacen de la actividad política.
La diputada socialista hurgó en las explicaciones aportadas por los parlamentarios populares y los empresarios eólicos afectados por el caso de Trillo y Pujalte, que justificaron pagos de 9.000 y 5.000 euros al mes por los conocimientos aportados en un par de charlas para tomar café. Rodríguez se mostró harta de ese presunto “determinismo biológico” que lleva a menudo a dirigentes populares a ese tipo de “susurros de café” mientras empleados de la Agencia Tributaria dependientes de Montoro frenan informes internos que denunciaban la trama eólica que facilitó la proliferación de 220 parques y contratos de hasta 110 millones de euros.
Como Rodríguez llegó a la tribuna retadora con su declaración de renta, Montoro tiró de memoria para relatar minuciosamente sus 13 trienios de dedicación a la universidad (desde que comenzó en 1973 como ayudante de cátedra) para confesar que nunca se había empleado a tiempo completo. Porque entiende que es buena la convivencia entre los profesionales y la política, si las limitaciones y conflictos están bien delimitados. Y aprovechó la alusión para acusar a los socialistas de decir una cosa cuando están en la oposición y hacer otra cuando dejan el Gobierno. Montoro reveló que 40 excargos socialistas, entre los que citó a Pedro Solbes y Elena Salgado, pasaron del Ejecutivo al mundo empresarial tras su última salida del Gobierno.
Sobre el caso Rato, la caótica gestión del Gobierno y la descoordinación, la sesión de control no aportó nada nuevo. Los diputados socialistas denunciaron en todos los frentes que la amnistía fiscal de Rajoy se había hecho para beneficiar a amigos y excargos del PP y los representantes gubernamentales utilizaron sus réplicas para airear los miles de millones ocultos hasta entonces en el extranjero (124.000) y que ahora han aflorado y cotizan ya en España.
Montoro, para terminar, hasta citó al carismático ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, para arrogarse que este tipo de iniciativas fiscales las aplican Gobiernos europeos de todo signo.
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