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SANIDAD

La crisis envejece el equipamiento tecnológico de los hospitales

Una de cada tres resonancias magnéticas tiene más de 10 años Los radiólogos alertan de que los aparatos obsoletos son más caros y radian más al paciente

Elena G. Sevillano

La caída del gasto sanitario público desde 2008 no solo se ha notado en los recortes de la plantilla de médicos y enfermeras o en la subida de las listas de espera quirúrgicas. Los 10.000 millones menos se traducen también en una menor inversión de los hospitales en modernizar su tecnología médica. Equipos como las resonancias magnéticas, los ecógrafos o los sistemas de monitorización se están quedando anticuados, según datos de la patronal de la tecnología sanitaria Fenin. Desde la Sociedad Española de Radiología (Seram) advierten de los riesgos de los equipos de radiología obsoletos: tienen peores prestaciones, dan más radiación al paciente y, al final, generan más gasto.

El caso de las resonancias magnéticas es especialmente llamativo: una de cada tres (34%) tiene más de 10 años de antigüedad, según un adelanto del informe de 2014 que elabora anualmente Fenin. Solo el 24% de estos equipos instalados en los hospitales españoles tiene menos de cinco años. Hay unos 1.000 entre hospitales públicos y privados. Estos porcentajes contravienen las recomendaciones de la patronal europea de la tecnología médica COCIR, comúnmente aceptadas en el sector. “El 60% de los equipos deberían tener menos de cinco años”, explica Carlos Sisternas, presidente de Fenin en Cataluña. Además, no más del 30% debe estar entre los seis y los diez años, y como máximo el 10% puede superar los 10 años.

Obsolescencia ilegal

“La obsolescencia es ilegal”, asegura José Luis del Cura, presidente de la SERAM. Un real decreto de 2009 que regula los productos sanitarios asegura que los equipos “deberán ser mantenidos adecuadamente de forma que se garantice que, durante su período de utilización, conservan la seguridad y prestaciones previstas por su fabricante”, añade.

El control será aún mayor cuando se trasponga la directiva 2013/59/EURATOM, que obligará a los proveedores sanitarios a “monitorizar la radiación que se administra” y demostrar que se usan las técnicas adecuadas para “mantener la radiación tan baja como razonablemente sea posible”.

Actualmente un paciente no sabe ni la antigüedad del equipo en el que va a ser examinado ni la radiación que va a recibir. El Ministerio de Sanidad asegura que es competencia de las comunidades autónomas. “El paciente debería tener esa información, y en abril de 2018 será obligatorio”, dice Del Cura.

España figura en el último lugar entre los países europeos que han hecho balance de la renovación de sus equipos en lo que respecta a las resonancias magnéticas (datos de COCIR de 2013). Los datos de Fenin, asegura Sisternas, son fiables porque proceden directamente de las grandes empresas del sector. El Ministerio de Sanidad carece de un registro que recoja la antigüedad del parque tecnológico del Sistema Nacional de Salud. Las comunidades, en general, tampoco lo tienen. "Hay hospitales que arrinconan un equipo cuando dejan de usarlo sin darlo de baja; las empresas sí tienen actualizados su ficheros", apunta Sistiernas.

“La obsolescencia es cara”, sentencia José Luis del Cura, presidente de la Sociedad Española de Radiología (Seram). “Un equipo antiguo genera mayores costes de mantenimiento. Y si tiene averías, que las tiene, el equipo está parado, con el personal sin hacer nada pero cobrando. Las averías y los tiempos de parada significan un aumento del gasto”, añade. Con un problema añadido: “Los equipos de más de 10 años no tienen piezas de repuesto”, advierte.

Pero Del Cura apunta a otra cuestión, a su juicio mucho más preocupante. “Al usar equipos más antiguos y con más radiación, estamos generando cánceres en nuestros pacientes que podrían ser evitados”. Se refiere a los equipos que emiten radiaciones ionizantes, como los TAC y las salas de intervencionismos. Del Cura aporta un estudio publicado en The Lancet en 2012 según el cual el uso de escáneres en niños triplica el riesgo (aunque sigue siendo muy bajo) de padecer un cáncer cerebral. Otro estudio del British Medical Journal (BJM) publicado en 2013 determinó que la incidencia del cáncer era un 24% superior en personas que se habían sometido a un escáner.

“A algunos de los niños a los que les haces un escáner les vas a matar en un futuro. Eso no quiere decir que no sea una técnica útil, porque salva vidas. Lo importante es evitar la radiación innecesaria, sobre todo en niños y mujeres en edad fértil, reducir las dosis cuando se pueda. Y para ello los gestores deben ser conscientes de que tienen que actualizar los equipos”, precisa.

Uno de cada cuatro equipos de tomografía axial computerizada (TAC) tiene más de 10 años (hay un millar funcionado en la sanidad pública y privada). “Debería estar prohibido hacer un escáner a un niño con un equipo de más de cinco años que no tenga sistemas de reducción de dosis”, afirmó Del Cura el sábado pasado durante una charla sobre obsolescencia tecnológica en el XI Congreso de la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (Anis). “Yo al menos no dejaría que se lo hicieran a mi hijo”, añadió.

Del Cura precisa que para reducir la radiación a la que se someten los pacientes no es suficiente con tener equipos más modernos. También hay que informarles bien para que no exijan exploraciones radiológicas innecesarias y hacer que los médicos indiquen menos de estas pruebas. Solo cuando sean necesarias. "La radiación no es inocua", recuerda.

“El Ministerio de Sanidad no tiene competencias y debería regularlo, debería dar pasos en ese sentido”, añade. El Ministerio de Sanidad rehusó responder a las preguntas de EL PAÍS y únicamente señaló, por escrito, que “hay una cartera de servicios y son las comunidades autónomas las que tienen que poner los medios materiales y humanos para cumplirla”. “Decir cómo lo hacen sería invadir competencias”, añadió un portavoz.

Otros expertos apelan a evitar “los discursos alarmistas”. “Un TAC de cinco años sí puede realizar estudios a niños”, asegura Manuel Vilches, jefe de servicio de Radiofísica Hospitalaria y Protección Radiológica del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (IMOMA). “Claro que hay que actualizar los equipos, pero nunca desde un discurso alarmista sobre las dosis”, insiste.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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