“Tenemos mucho miedo. Nos dijo que se quiere morir”
Cinco presos en Senegal esperan desde hace casi un año su traslado a España
El español Santiago Garrote fue condenado en 2009 a 10 años de trabajos forzosos en Senegal por llevar en una maleta 3,5 kilos de cocaína. Comparte celda con un centenar de presos, recibe una ayuda mensual para comprar comida y tiene una llamada al mes para saciar la ansiedad de saber de su familia. Pero, seis años después, las condiciones de la cárcel se han hecho tan pesadas que decide usar su única llamada de marzo para telefonear a EL PAÍS en lugar de a su padre. “Las condiciones son infrahumanas. Llevamos un año esperando un traslado a España”, denuncia. “Vamos a iniciar una huelga de hambre indefinida”.
Garrote habla en su nombre y en el de otros cuatro presos españoles en Senegal: Manuel Franconetti, Manuel Pérez, Rosario Jiménez y Matías Sanguino. Todos ellos cumplen condena en Dakar desde 2009 por tráfico de drogas. Franconetti fue detenido con 2,4 kilos de cocaína, según medios locales. Pérez fue arrestado con 7 kilos; Jiménez, con 11, y Sanguino con 115 bolas de cocaína en su estómago. Todos recibieron la misma condena que Garrote.
En mayo de 2014, el BOE publicó la aplicación provisional del convenio sobre el traslado de personas condenadas entre España y Senegal. “A fecha de hoy ya se está aplicando el convenio”, asegura María José Moreno, responsable de la asesoría jurídica del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL). Ello significa, prosigue, que los reclusos pueden solicitar ya su traslado, que se hará efectivo si cumplen los requisitos: que la sentencia sea firme, que no tengan delitos pendientes en otro país y que a la fecha de la petición les queden como mínimo seis meses de condena por cumplir.
En Senegal penan ocho españoles, según Asuntos Exteriores. Al menos los cinco citados solicitaron su repatriación en cuanto el convenio fue publicado en el BOE. Llegaron a creer que estarían en España para Navidad, pero el proceso es largo. Fuentes del Ministerio de Justicia aseguran que están intercambiando documentación con Senegal, pero no aclaran cuánto puede demorarse el traslado. La incertidumbre llevó a uno de estos presos a intentar suicidarse, según su familia.
“Mi hermano ha cometido un error y tiene que pagarlo, pero no quiero perderle por ello. Allí, o mueren de enfermedad o de una paliza”, asegura Maleni, hermana de Franconetti. “Tenemos mucho miedo. A mi padre le dijo que se quería morir y que había donado sus órganos”, cuenta Claudia, hermana de Garrote.
Franconetti acaba de enviarle una foto a su hijo de 12 años. Le vio por última vez hace seis y le atormenta que el niño se olvide de él, relata su hermana. Le pidió a un guardia que le prestase su ropa, eligió la pared con menos desconchones y sonrió para la cámara. En mayo promete iniciar una huelga de hambre para intentar forzar su traslado a una cárcel española, más cerca de su hijo.
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