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Cientos de personas se manifiestan en Madrid contra el ‘austericidio’

Las mareas ciudadanas reúnen a colectivos en defensa de los servicios públicos

Foto: atlas | Vídeo: EFE / Atlas
Reyes Rincón

Cientos de personas se han manifestado este domingo en Madrid convocadas por las mareas ciudadanas para protestar contra las medidas de austeridad impuestas por la Troika y contra los recortes del Gobierno de Mariano Rajoy. Bajo el lema “Por las libertades, los derechos y los servicios públicos. Contra el golpe de Estado político y económico”, los manifestantes han recorrido el Paseo del Prado, entre la glorieta de Atocha y la plaza de Neptuno, hasta llegar a la plaza de las Cortes. Por tercer año consecutivo, las mareas ciudadanas han elegido la víspera del aniversario del golpe de Estado del 23-F para protestar contra lo que considera un atentado contra las políticas y los servicios sociales.

"Hoy estamos aquí todas las mareas ciudadanas, juntas, reivindicando que se acabe ya de una vez la política austericida que nos impone la Troika, Berlín y Washington”, ha dicho antes del inicio de la marcha, Julio Rodríguez, uno de los portavoces de las mareas. La ley de Seguridad Ciudadana ha sido también centro de las críticas y, según los convocantes, “un revulsivo” para salir a la calle.

“Están en peligro nuestras libertades, todas estas leyes mordaza que nos están imponiendo pretenden evitar que haya protestas ciudadanas y que las calles se llenen, como en Grecia, contra las políticas austericidas", ha asegurado Rodríguez en la cabeza de la manifestación, donde había representación de todos los colectivos presentes en la marcha: desde la Marea Verde (educación) y Blanca(sanidad) a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y trabajadores de Coca Cola y de Radio Televisión Española (RTVE), que sostenían un gran lazo naranja, símbolo de su lucha por "una televisión pública de calidad y sin interferencias políticas". Equo, Podemos, IU y el PCE tenían también sus propios pancartas, aunque no se vio por la marcha a ninguno de los dirigentes destacados de los partidos.

Otros, como Antonio Virtud, de 84 años, iban por libre, sin formar parte de ningún colectivo concreto pero apoyando a todos. A su edad, asegura confiar en que estos movimientos ciudadanos den un vuelco a la situación política española. Cuenta que, de los partidos tradicionales, solo votó a Izquierda Unida durante la etapa de Julio Anguita, hasta el año 2000. Ahora se ha apuntado al círculo de Podemos de Leganés. “Soy niño de la guerra y republicano. A mi padre le mataron los del bando de Franco. Y ahora, tantos años después, estamos yendo otra vez para atrás. A ver si entre todos conseguimos ir para adelante” afirma Virtud.

Entre los manifestantes había también una amplia representación de la plataforma de afectados por la hepatitis C, satisfechos solo a medias con la decisión del Ministerio de Sanidad de ampliar el rango de pacientes que serán tratados con los nuevos fármacos. "Pensamos que esto puede ser una medida electoralista para ganar tiempo y nos gustaría equivocarnos, nada nos haría más felices que equivocarnos y que empezasen a dar los tratamientos", ha declarado Antonio Fernández,, uno de sus portavoces, que ha añadido que continuarán con las movilizaciones y preparan una marcha para el próximo domingo.

Al llegar a las inmediaciones del Congreso de los Diputados, el punto marcado para el fin de la manifestación, miembros de varios de los colectivos participantes han tomado la palabra para leer un manifiesto en el que han pedido la derogación de la ley de Seguridad Ciudadana, de la reforma laboral y la modificación del artículo 135 de la Constitución que PSOE y PP modificaron en agosto de 2011. 

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Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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