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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Suárez arriesgó, yo también

Las propuestas de Mas para Cataluña enardecen a un sector y declararían extranjeros a otros

Artur Mas, molt honorable president de la Generalitat, ha tenido el gesto político de presentarse en el Congreso de los Diputados para rendir tributo funerario al presidente Adolfo Suárez, cuya capilla ardiente se había abierto en el salón de los Pasos Perdidos del palacio de la Carrera de San Jerónimo. Al concluir su saludo a la familia y a las autoridades ha querido comparecer ante los periodistas al aire libre en el patio que separa el edificio histórico del que se añadió después. Su alocución parecía seguir el elogio de Marco Antonio a la muerte de César, que imagina Shakespeare en su composición teatral, que protagonizó Marlon Brando en versión cinematográfica dirigida por Mankiewicz.

“Adolfo Suárez, se atrevió”, dijo, pero estaba sugiriendo yo también me atrevo. “Hoy echamos a faltar los valores y el arrojo del presidente Suárez”, prosiguió, dando a entender que él emula los valores y el arrojo del impulsor de la Constitución de 1978. “Suárez miró de cara, no dejó que los problemas fueran pasando, no los soslayó, no los rehuyó”, apuntó, recabando un paralelismo con su propia actitud. Como si la consulta que divide y la secesión unilateral, que acabaría derivando pudieran parangonarse con el empeño a favor de la concordia y la reconciliación, que definieron la seña de identidad del finado.

“A grandes retos, grandes soluciones”, señaló Artur Mas, mientras se perfilaba en esa misma línea de grandeza. “Algo podemos aprender de sus valores: es una persona que miró con gran visión de futuro, con coraje político y mucha generosidad”, subrayó, indicando así que él camina por esa escondida senda en la que desearía encontrarse con el ausente Mariano Rajoy. “Miró por el bien del país y no por el suyo ni por el de su partido”, recalcó, como si él también anduviera anteponiendo los intereses generales a los personales y de partido. Siendo así que sus propuestas para Cataluña enardecen a un sector, declararían extranjeros a otros y dejan pendiente el esclarecimiento de las graves consecuencias que sobrevendrían a todos.

“Todo se puede hacer si se tienen las convicciones de Suárez y su fuerza”, continuó sugiriendo su equiparación a la figura elogiada. Pero Suárez quería construir un nuevo orgullo en el que todos pudiéramos coincidir sin humillación para ninguno. Pudo pensarse que era una provocación pero para emprender disparates basta con el convencimiento de tener razón. Recordemos que hay convicciones que crean evidencias. La respuesta vino de boca de Margallo, porque el ministro de Exteriores parece el encargado de Cataluña.

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