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Columna
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Háblame del mar, marinero

Fue más importante lo que el presidente calló que lo que dijo en el debate

Josep Ramoneda

¿Qué tendrán las metáforas marineras que tanto gustan a los políticos? “Hemos cruzado el cabo de Hornos”, ha dicho Rajoy para anunciar que los vientos amainan, que las condiciones de navegación han cambiado y que el barco sigue a flote. Un barco tiene un capitán al mando,por tanto es a este al que corresponde el mérito de haber salvado el naufragio. En el barco vamos todos, se presupone así que todo el país está detrás del presidente. Y las inclemencias marítimas son fruto de los avatares de la naturaleza. Usarlas como imagen de los dos años de travesía de Rajoy equivale a decir que todos los problemas se han debido a fatalidades ajenas a su voluntad y que solo la paciencia del capitán ha evitado el hundimiento. Con razón, Rosa Díez le ha dicho al presidente que debe ser el único español que no se ha enterado de que España ha sido rescatada.

El viento se llevará pronto un debate en que fue más importante lo que el presidente calló que lo que dijo. Los análisis estadísticos de los discursos son demoledores: ni una palabra sobre educación, ni una palabra sobre sanidad. Solo economía y España. Los dos pilares del Estado del bienestar (y del progreso) no figuran entre las prioridades del presidente. Metáfora de unas políticas que han utilizado la crisis para liquidar todo un modelo social. Ni la precarización del trabajo, ni la desigualdad, ni los desahucios, ni la exclusión perturban a Rajoy. No se entiende este desdén por los perdedores, que le lleva a hablar de éxito ante personas exhaustas por las políticas de austeridad. Parece que a Rajoy solo le preocupa recuperar el ánimo de ciertos sectores de las clases medias, invitándolos a un acto de fe en el futuro y seduciéndolos con vagas promesas fiscales. Son los suyos. Pero, ¿realmente cree que entre las víctimas de la reforma laboral no hay personas que en el pasado votaron a su partido? ¿Las da por perdidas? Para el Gobierno, la ciudadanía cada vez es más indescifrable, como se ha visto con el aborto.

Después del debate, ¿qué? Rajoy sigue “estando por ahí”, que es su manera de habitar el mundo, a la espera de tiempos mejores. Y Rubalcaba muestra ganas de pelea, con un discurso con carga ideológica, oscurecido por la sombra de un pasado demasiado reciente. Conclusión: economía y patria, por parte del Gobierno; política social ante los destrozos de la austeridad y defensa de los derechos perdidos por parte del PSOE. Cualquier esbozo de diálogo queda prohibido por causa electoral. La tensión da votos. No creo que las metáforas marineras hayan servido para empezar a superar la crisis de representación, que es el principal problema político de España.

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