Rajoy reafirma en Barcelona su deber legal de no permitir la consulta
El presidente reprueba a Mas su plan sin ofrecer alternativas Admite la posibilidad de un referéndum sobre España si intervienen “todos los españoles”
Mariano Rajoy llevó este sábado a Barcelona su réplica a Artur Mas. Arropado por Soraya Sáenz de Santamaría, tres ministros, Alicia Sánchez-Camacho y miembros de la cúpula del PP, el jefe del Ejecutivo desplegó sus argumentos contra los planes soberanistas del presidente de la Generalitat. No avanzó ningún proyecto concreto ni ofreció alternativas, pero hiló en la convención de los populares de Cataluña un enérgico discurso constitucionalista con algunos mensajes de fondo para el líder de CiU. Rechazó de plano el referéndum anunciado por Mas, a quien invitó a seguir el camino legal y defender, si lo quiere, un cambio constitucional. También admitió la posibilidad teórica de consultar a todos los españoles sobre el futuro de España. Y, en el fondo, pareció convencido de que la crisis pasará, “cuando toda esta fiebre se enfríe”.
Palabras clave
En su discurso de Barcelona, que ocupó 14 folios, Rajoy pronunció “España” un total de 24 veces, mientras que “Cataluña” apareció en su alocución hasta en 34 ocasiones. Lo mismo sucedió con “catalanes”, repetido 16 veces y “españoles”, que surgió en 12 momentos.
Otros vocablos clave en su discurso fueron “ley”, que pronunció 21 veces, y “Constitución”, que leyó en 25 ocasiones. “Independencia” apareció una vez; “autodeterminación”, otra y la locución “derecho a decidir”, tres veces.
En primer lugar, para Rajoy no existe ninguna posibilidad de que se celebre una consulta independentista, porque no lo contempla ningún marco legal. “Que quede claro: mientras yo sea presidente no se celebrará ningún referéndum ilegal ni se fragmentará España”, afirmó. El presidente sugirió incluso que su hoja de ruta ante la crisis soberanista trasciende su voluntad. “La ley dice que convocar un referéndum es competencia exclusiva del Gobierno. Por tanto, la obligación del Gobierno es no permitir que se celebre ese referéndum. La violaría quien lo celebrase. Y la violaría el Gobierno al permitirlo. No es una obstinación mía. Al tomar posesión de mi cargo se me exigió jurar que cumpliría y haría cumplir la ley”, defendió.
En este contexto, el jefe del Ejecutivo introdujo una hipótesis sobre la que hasta ahora había evitado pronunciarse. “¿Es posible someter a referéndum el futuro de España?”, se preguntó antes de exponer las condiciones de ese escenario. “Sí, pero deben intervenir todos los españoles. Ni yo puedo disponer de propiedades que no son mías, ni en Cataluña se puede disponer de lo que pertenece a todos. Eso es algo que no está al alcance de nadie: ni del Rey, ni del Gobierno, ni de nadie”, manifestó. “España es un bien indiviso”, sentenció.
También retó a Artur Mas, sin nombrarle, a que defienda su propuesta de reforma de la Ley Fundamental. “¿No es posible, dirá alguno, cambiar la Constitución?”, planteó Rajoy en su esperada visita a Barcelona, la primera en un acto de partido desde otoño de 2012. La respuesta sonó a desafío. “Claro que es posible. Quien no esté a gusto con la ley puede tratar de cambiarla. No solo posible sino que ese es el camino que debe recorrer todo aquel que desee algo que la Constitución actual no permita. Ese es el camino recto, el que marca la ley”, enfatizó antes de recordar que el texto constitucional no descarta esa posibilidad.
Este es el camino que el líder del PP, como ya manifestó la cúpula de la formación en Cataluña, considera políticamente legítimo. Se trataría, en cualquier caso, de un nuevo callejón sin salida, puesto que el presidente se ha mostrado contrario en repetidas ocasiones a una reforma del modelo y, desde luego, no está dispuesto ni siquiera a hablar de los artículos 1 y 2 de la Constitución, que definen el Estado de derecho y establecen que la soberanía pertenece al pueblo español. Y el PP, por ejemplo, se opondrá a la propuesta del líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, para crear en la Cámara baja una comisión sobre el modelo territorial.
Así, Rajoy exhibió este sábado una defensa sin fisuras del texto pactado en 1978. “No me gusta oír que la Constitución es un estorbo para el ejercicio de la libertad. Todo lo contrario: es nuestra mejor garantía”, mantuvo el presidente del Gobierno, aun admitiendo que las aspiraciones de una reforma pueden ser admisibles. “No le pido a nadie que le guste la Constitución porque no se hizo al gusto de nadie en particular”. No obstante, fue tajante al exigir “respeto y coherencia” hacia el marco de convivencia que entonces se acordó.
El presidente fue recibido con gritos de “viva España” en un acto que sirvió para trasladar recados al líder de CiU, pero no para alentar el diálogo, roto desde hace meses, si la postura de Mas no cambia. “Desde luego, no se me busque para negociar lo que considero que perjudica profundamente al conjunto de mis compatriotas”, afirmó antes de ir más allá y sugerir al presidente de la Generalitat que “es muy conveniente que quien quiera dialogar respete las formas y el decoro, porque ya hay quien ha decidido todo unilateralmente; quien va a hacer una consulta unilateralmente, ha decidido la fecha, las preguntas... y si me apuran hasta la respuesta”.
El contundente discurso de Rajoy no ha aportado detalles del plan que decía tener para frenar el independentismo más allá de rechazarlo de plano. Su objetivo ha sido la defensa de la idea de ley y la necesidad de que Cataluña no salga de España. La única medida concreta que ha surgido de la convención ha sido la que propuso el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, de suprimir las balanzas fiscales y de optar por una nueva fórmula del cálculo de la inversión de gasto público de cada comunidad. El baremo excluirá el saldo entre regiones.
La idea de Montoro fue aplaudida este sábado por Alicia Sánchez-Camacho. La popular se rindió al modelo, duramente criticado por el Ejecutivo catalán y Esquerra Republicana. La senadora tildó la propuesta de “sensata y constructiva", mientras Convergència y Esquerra, el socio que le da estabilidad parlamentaria, coincidieron en calificar el cónclave del PP como “un festival de amenazas” —lo había dicho el viernes Artur Mas— o un “aquelarre del miedo” —el diputado republicano Alfred Bosch—. Rajoy vaticinó también que una Cataluña independiente entraría en quiebra y que no podría pagar las pensiones, el subsidio del paro, las facturas, las nóminas, y que no podría acceder a los mercados, además de quedar fuera de Europa. El PP acusa a Mas de ocultar esa realidad, pero en eso están empatados porque aquel tampoco cuenta qué ocurriría en el resto de España en caso de secesión. “Es muy lamentable que Mas hable de amenazas. No voy a replicarle”, dijo la líder del PP catalán, que le instó a “escuchar” las ideas que propone su formación. Recomendó a Mas que tome ejemplo del expresidente Josep Tarradellas, cuyo espíritu reivindicó: “Con Tarradellas no se hubiera llegado a este disparate”. Es la enésima tormenta que, según sugirió ayer, Rajoy espera que escampe.
No, no y no
“Mientras yo sea presidente, no se celebrará ningún referéndum ilegal”.
“Mientras yo sea presidente, no se producirá ninguna fractura en España”.
“Mientras yo sea presidente, no consentiré que ningún español que viva en Cataluña se vea privado de su derecho a ser español y europeo”.
“No quiero que los catalanes dejen de ser españoles ni que nadie pase a ser un extranjero en su propio país”.
“Yo no voy a escuchar las voces que piden que se corte el grifo de las ayudas a la Generalitat. No las voy a escuchar, porque las consecuencias las pagarían quienes menos culpa tienen, que son las gentes de esta tierra, tan españolas para mí como todas las demás, y de las que me siento tan responsable como de todas las demás”.
“Es injusto y falso plantear el debate en los términos de ‘España nos roba”.
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