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Rajoy comparecerá el 1 de agosto y la oposición le exige centrarse en Bárcenas

Estupor interno por el aviso de Cospedal: “Algunos tienen miedo de defender al PP" El PSOE mantendrá la moción de censura en función de las explicaciones

Aún queda más de una semana para que Mariano Rajoy comparezca ante el pleno del Congreso —que se reunirá en el Senado por las obras del edificio de la Carrera de los Jerónimos— y ya se ha abierto una profunda discusión por su formato y contenido. Los grupos de la oposición, prácticamente todos, temen que el presidente esté diseñando una estrategia escapista con la que lograría evitar la moción de censura con la que le amenazó el PSOE pero sin dar explicaciones detalladas sobre el caso Bárcenas.

Los grupos se basan en varios elementos para temer lo peor. Primero, la fecha de la comparecencia, que se anunció ayer: 1 de agosto, un día en el que buena parte de los españoles están de viaje iniciando sus vacaciones o terminándolas. Y segundo, el hecho de que los portavoces del PP, el propio Rajoy y la petición oficial de comparecencia estén trasladando la idea de que el presidente quiere hablar sobre todo de economía y de los datos positivos que se esperan esta semana más que del escándalo de Bárcenas. Además, el reglamento permite al presidente tiempo ilimitado; puede responder en grupo a todos y por tanto no contestar lo que no le interese, y siempre cierra el debate. El temor a una maniobra escapista está creciendo en la oposición.

Por si acaso, el PSOE y los grupos pequeños mantienen sus peticiones de comparecencia de plenos monográficos sobre el caso Bárcenas que se discutirán hoy en la diputación permanente. El PP, previsiblemente, votará en contra y la discusión será acalorada, aunque quizá no tanto como la última vez, en la que Alfonso Alonso acusó a todos los grupos de actuar como “abogado defensor de un delincuente como Bárcenas”.

Los socialistas, de hecho, ni siquiera retiran del todo la amenaza de una moción de censura en función de las explicaciones que dé el presidente el 1 de agosto. Y avanzan, además, que Alfredo Pérez Rubalcaba volverá a pedir la dimisión de Rajoy.

Dirigentes del PP se preguntan a quién se refería la 'número dos'

La comparecencia del presidente del Gobierno ha aliviado algo la tensión del PP, que deseaba una salida a la situación de bloqueo político. Sin embargo, en el partido dominaba ayer una sensación de estupor y rumorología de todo tipo por las palabras del día anterior de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, en un acto de La Razón. En un discurso rotundo, el más claro hasta ahora, en el que reconoció por primera vez que fue “un error” tener a Bárcenas tantos años al frente de la caja del partido, Cospedal lanzó durísimos y crípticos mensajes internos que han descolocado a casi todos, amigos y enemigos de la secretaria general. Una frase ha abierto todo tipo de interpretaciones y una pregunta repetida ayer entre los dirigentes: ¿A quién se refería? “Algunos tienen miedo o tienen vergüenza de defender la organización en la que han crecido políticamente”, dijo Cospedal. Una crítica interna clara y dura pero sin destinatario concreto.

En esas palabras caben todas las interpretaciones en el momento más delicado del caso, cuando las acusaciones del antiguo responsable de finanzas ante el juez han colocado una bomba dentro de la formación. Caben muchos en esa frase, según se interpretaba ayer por distintos dirigentes.

Mariano Rajoy recibe al presidente de Extremadura, José Antonio Monago.
Mariano Rajoy recibe al presidente de Extremadura, José Antonio Monago.LUIS SEVILLANO

Cada uno tenía un nombre. Desde Esperanza Aguirre —por sus críticas a la gestión del caso—, o el propio José María Aznar o dirigentes próximos al aznarismo, hasta Alberto Ruiz-Gallardón, un histórico que no aparece en los papeles de Bárcenas pero tiene un puesto clave como ministro de Justicia —y por tanto responsable del nombramiento del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce—. Otros incluían a Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta, enfrentada con Cospedal, a quienes muchos critican por “ponerse de perfil” en el caso Bárcenas —tampoco aparece en los papeles y casi siempre ha esquivado las preguntas sobre el asunto, aunque no últimamente— y a Javier Arenas, hombre fuerte del PP siempre distanciado de la secretaria general. Incluso se planteaba la posibilidad de que se refiriera al PP vasco, que ha optado por la máxima transparencia y por decir que lo de Bárcenas es “vomitivo”. Aunque cada uno también descartaba algunas de esas opciones por distintos motivos. Y nadie se daba por aludido.

En cualquier caso, ayer en el PP se interpretaba ese mensaje como una manera de poner las cosas en su sitio. Esto es, Cospedal pertenece a una nueva generación de dirigentes, la más alejada de la gestión de Bárcenas a la que sin embargo le toca defender al PP. Su crítica no iría dirigida a nadie en concreto, sino a los que se sintieran aludidos. Un aviso. Y una forma de quejarse por la soledad que ella parece sentir en la defensa del caso.

Sin embargo, muchos dirigentes veían este ataque interno como “innecesario” porque traslada la imagen de una durísima batalla en el partido. Y sobre todo porque muchos de los consultados creen que ya pasaron los tiempos de la disciplina férrea y las lealtades a ciegas a la marca PP que viene a reclamar Cospedal y ha llegado la hora de las explicaciones detalladas. Por eso todos están pendientes de lo que dirá Rajoy.

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