Escepticismo, cuando menos
Hace bien el presidente del Gobierno en admitir que el escepticismo, cuando no la manifiesta decepción, domina los estados de ánimo de una parte cada día mayor de ciudadanos. Las condiciones de vida de estos se han deteriorado de forma considerable en 2012 y lo seguirán haciendo en el año próximo. Con la información hoy disponible no es posible anticipar para 2013 una contracción del crecimiento económico inferior al registrado este año, ni una tasa de paro inferior a la actual.
En los 12 últimos meses el PIB español habrá caído en torno al 1,5%. La práctica totalidad de los indicadores mantiene la tónica de pronunciada debilidad, como demuestra el último boletín económico del Banco de España, difundido horas antes de la comparecencia del presidente del Gobierno. Son las señales más directamente vinculadas al comportamiento económico de las familias las que siguen acusando los efectos de la ausencia de confianza, que ha seguido erosionándose en el último tramo del año. Junto a una evolución no más favorable de la inversión empresarial, es de esperar que la contracción de la demanda interna y del conjunto del PIB en este último trimestre del año haya sido más pronunciada que la del anterior.
El comportamiento del sector exterior da muestras de agotamiento
Y es que el buen comportamiento relativo del sector exterior da muestras de agotamiento. Las exportaciones de bienes acusan la atonía de la demanda de las economías europeas, al tiempo que los indicadores de turismo en los últimos tres meses del año también se debilitan en relación al mismo periodo del año anterior. Ello no impedirá cerrar un buen año en ese sector, dados los favorables registros del tercer trimestre.
Lejos de sorprender, esos resultados son consistentes con un entorno global poco propicio al crecimiento y una política presupuestaria manifiestamente procíclica. También con condiciones de financiación adversas. La deuda privada española sigue siendo muy elevada y el crédito no da señales de recuperación.
La deuda privada sigue siendo muy elevada y el crédito no se recupera
Ni en ese entorno internacional ni en las decisiones de las empresas y familias se observan cambios en una dirección más favorable para 2013. Solo si las políticas de las principales economías de la Unión Europea se orientan decididamente a la expansión de la demanda y las instituciones europeas flexibilizan sus exigencias de ajuste fiscal, de difícil cumplimiento en un entorno recesivo, podríamos encontrar esa inflexión en la que confía el presidente del Gobierno para la segunda mitad del año. De no ser así, la economía española seguirá frenando la inversión, destruyendo empleo y potencial de crecimiento.
Mientras tanto, la economía española seguirá siendo dependiente no solo de esas decisiones de otros Gobiernos, sino de la suerte de interinidad que se abrió en los mercados de deuda soberana a comienzos de septiembre, tras el anuncio del BCE de su disposición a intervenir en los mismos con el fin de reducir los elevados tipos de interés que esos mercados exigen a tesoros como el español. Esta es condición necesaria para que lo propio ocurra con los gastos financieros de las empresas. Y ello solo tendrá lugar cuando se disponga del apoyo explícito a través del diferido rescate.
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