Rajoy ironiza sobre el “fiasco” de Mas y le ofrece ayuda para más recortes
El presidente se niega a llamar al líder de CiU, al que acusa de haberle traicionado
Es difícil ver a Mariano Rajoy eufórico o hundido. Su estilo implica contención. Pero varios dirigentes le vieron en la noche del domingo y este lunes, en la reunión del Comité Ejecutivo del PP, visiblemente satisfecho, incluso sorprendido del golpe que se dio su gran rival político en las últimas semanas, Artur Mas, hasta hace poco aliado y desde septiembre principal enemigo. Tan satisfecho estaba, que Rajoy llegó incluso a burlarse de Mas en el discurso ante su dirección. Dijo que el “fiasco” de la operación política del presidente catalán “será estudiado” como un ejemplo negativo. “Perder 12 escaños es notable”, señaló con su tono irónico más mordaz, según varios de los presentes.
“CiU ha ganado, pero la estrategia política ha sido un fiasco. Se demuestra que Mas convocó las elecciones sin ninguna razón cuando tenía apoyos del Gobierno de España y del PP” para seguir adelante, explicó el presidente a los suyos. Embarcado en ese tono ridiculizante, llegó a decir que Mas hizo cosas “estrafalarias” como organizar un viaje a Rusia en plena precampaña electoral.
Sin embargo, y pese al tono duro, Rajoy dejó claro que en cuestiones económicas —esto es, en recortes— puede haber espacio para acordar siempre que Mas “vuelva a la responsabilidad” —o sea, rectifique—: “Ahora hay que volver a fijar el objetivo en afrontar la crisis. Se han perdido unos meses, pero en cualquier caso el Gobierno de España va a colaborar con el Gobierno catalán de la misma manera que con otras comunidades autónomas”. Rajoy no habló del posible pacto de CiU con ERC.
La distancia entre CiU y el PP en este momento es enorme. De hecho, ya es en sí un cierto gesto de desprecio que Rajoy no haya querido de momento hablar en público sobre las elecciones catalanas. Dio un discurso solo para sus dirigentes y, como es habitual en el PP —solo el caso Bolinaga rompió esa costumbre—, nadie intervino después de que hablara él. Solo antes lo habían hecho Dolores de Cospedal y Alicia Sánchez-Camacho. No hay así debate alguno en el PP, ni siquiera para analizar una cuestión clave, como la deriva independentista catalana.
En privado, como es habitual, en el PP hay dos líneas. Una que apuesta por intentar tender puentes con CiU para evitar que se lance a los brazos de ERC. Y otra que no quiere ni oír hablar de volver a pactar con CiU tras su deriva. Rajoy juega con los dos escenarios, como siempre. Pero está decidido a no dar el primer paso.
Estas elecciones se convirtieron en una batalla personal entre él y Mas. Rajoy se siente vencedor y se ve como la parte ofendida. Él forzó a Sánchez-Camacho, que no quería, a apoyar todos los recortes de Mas. Incluso miró para otro lado cuando aprobó el euro por receta. Este lunes ante los suyos dijo que el presidente catalán había dado una muestra de “deslealtad con quien le estaba apoyando” —el PP y él mismo—. Por eso Rajoy se quedó tan descolocado después de la cita en La Moncloa, cuando Mas convocó elecciones e inició la aventura soberanista.
Después de una primera sorpresa, Rajoy decidió tirarse a la yugular de Mas y hacer campaña contra él en Cataluña. Fue hasta cuatro veces, y le acusó incluso de no tener “agallas” para enfrentarse a la crisis. Ahora se ve vencedor de esa partida y por eso, y porque considera que fue Mas quien rompió la baraja, no tiene ninguna intención de llamarle para felicitarle por su victoria electoral —al fin y al cabo, pese al fiasco, la victoria es muy clara, con el segundo partido a 30 escaños— y para intentar restablecer los puentes. Serán otros los encargados, por debajo, pero si Mas quiere algo de Rajoy, tendrá que ser él quien llame, explican en el entorno del presidente.
A su vez, Mas y los suyos consideran al líder del PP responsable del “juego sucio” del informe policial contra Mas del que nadie se hace responsable, por lo que en un primer momento parece complicado ese reencuentro. Aún así, la política hace extraños compañeros de cama y Rajoy y Mas están condenados a entenderse en algunas cosas. Mas necesita el apoyo financiero de Rajoy para poder seguir pagando las nóminas y mantener en pie sus maltrechos servicios públicos. Y Rajoy necesita que Mas siga recortando para que él pueda cumplir con los objetivos marcados por Bruselas.
Aún así, las heridas son tan grandes que costará cicatrizarlas. “Esperamos una rectificación, en estos momentos tenemos una absoluta desconfianza en CiU”, resumió Sánchez-Camacho.
Queda, por tanto, mucho juego político por hacer, pero un dirigente resumía este lunes la sensación de la reunión de la dirección: políticamente, Rajoy acaba el año mucho mejor de lo esperado, con una victoria clara en las gallegas, un fiasco de su gran rival en las catalanas y tiempo para concentrarse en el déficit. Este lunes les dijo a los suyos que confía en cumplir el objetivo este año —excluyendo la ayuda a los bancos—, pero lanzó un mensaje a todos los barones que gobiernan: nadie debe despistarse, hay que seguir recortando y apretar hasta final de año para cumplir en 2012, un objetivo en el que él se juega mucho capital político frente a Bruselas, y pensando en la negociación del posible rescate.
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