Los reclusos de ETA se quejan de las imposiciones de la minoría radical
Las duras exigencias frustran las esperanzas de parte de la dirección política Una mayoría de presos de ETA está entre el malestar y el desconcierto
“La amnistía es imposible. Habrá alguien que se lo crea. Yo, no... Tenemos que ir nosotros por delante y decir: ‘¿Quieres más? Toma’. Hay un montón de presos, que no se os olvide, que están todavía en primer grado \[penitenciario\] y hay que quitar eso. Yo no sé lo que pensarán otros presos. No estoy en plan negativa. Lo que pasa es que me sale hablar las cosas”.
Este extracto de una reciente conversación de una reclusa de ETA refleja el malestar y desconcierto de muchos de los más de 500 presos de la banda en cárceles españolas —hay otros 150 en prisiones francesas— que se encuentran en una situación sin salida tras la decisión del colectivo (EPPK en sus siglas en euskera), anunciada por una representación delegada el pasado 2 de junio en un acto en Gernika (Bizkaia), de rechazar la reinserción individual y abogar por una amnistía general.
Esa decisión del colectivo de presos de ETA frustró las esperanzas de numerosos reclusos de la banda, así como de buena parte de la dirección política de la izquierda abertzale. En el debate interno que abrieron los presos para decidir sobre su futuro el pasado otoño y que concluyó el 2 de junio, apostaron por vías más posibilistas y pragmáticas.
Existe expectativa de cambio tras la celebración de las elecciones vascas
Son muchos los presos etarras que, al igual que el testimonio de la reclusa, creen que la amnistía no es posible. Ni está admitida por la Constitución, ni la acepta el Gobierno, ni tampoco la sociedad vasca, según reflejan las encuestas.
Sin embargo, en las conclusiones del mencionado debate se impuso la minoría radical de presos frente a la mayoría. Esta última facción, para evitar la ruptura, asumió las posiciones minoritarias e imposibles de la amnistía general.
Esta minoría se impuso, incluso, a dirigentes tan relevantes de la izquierda abertzale como Joseba Permach y Pernando Barrena, que desde fuera habían animado a los presos de ETA a que adoptaran soluciones más viables: “La izquierda abertzale hizo un análisis para legalizar Sortu y se resituó precisamente porque tiene necesidad de funcionar en la legalidad. Si nosotros hicimos esa tarea, que la hagan los presos no iría en contradicción con las decisiones de la izquierda abertzale y de ETA. El colectivo de presos tendrá que tomar decisiones de ese estilo para colocarse en ese contexto político y posibilitar la libertad de los presos”.
Mes y medio después de concluir el debate interno, la situación de los reclusos es muy singular. Existe una minoría radical, que representa a un 10% de los presos; otra minoría aún menor, algo más del 5%, que se ha desvinculado totalmente de ETA y está por la llamada vía Nanclares. Y una muy amplia mayoría que oscila entre el desconcierto y el malestar con la dirección del colectivo de presos etarras.<QF>
Uno de los testimonios recogidos a los presos lo refleja: “Tenemos un poco más de información, pero las cosas nos vienen ya hechas. Tenemos pocas opciones de hablar, de opinar. Y cuando no tienes posibilidades de opinar, pues eso, tienes que tragar lo que te viene y punto... Con esa sensación estamos. Y cuando reivindicamos nuestra participación en el proceso político, lo reivindicamos, también, de cara al interior, mirando a casa”.
Este testimonio apunta claramente al poder que tiene la minoría radical sobre la mayoría en el colectivo de presos de ETA que teme ser considerada desleal al conjunto si individualmente empieza a asumir la reinserción individual que estipula la actual legislación.
En estos momentos existe la expectativa de que la izquierda abertzale avale políticamente desde fuera la solución legal de la reinserción individual. No lo hizo el pasado junio cuando la minoría del colectivo de presos se impuso sobre la mayoría con la propuesta de amnistía general. Y no lo hizo por evitar la ruptura.
La izquierda abertzale, como todos los partidos políticos vascos, está a la espera de la celebración de las elecciones autonómicas para retomar la iniciativa. Unos comicios que, cada vez con más probabilidad, se adelantarán al próximo otoño. En las cárceles existe, también, la expectativa de que se va a abrir una nueva etapa en Euskadi una vez que se aclare el mapa político vasco, en el que irrumpirá previsiblemente la izquierda abertzale tras su ausencia desde 2009, y la probable victoria electoral del PNV.
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