Y, en el horizonte, el pacto fiscal catalán

Considerablemente silenciado por el estruendo diario de las noticias sobre la crisis, el conflicto planteado por el Gobierno catalán al pedir, otra vez, un modelo propio de financiación distinto al del resto de España —el llamado pacto fiscal— sigue su curso. Podría estallar en julio, si las Cortes catalanas aprueban finalmente la propuesta. Y es un problema para el Gobierno de Mariano Rajoy, pero también para el PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba.

El PSC, partido hermano del PSOE en Cataluña, se ha acercado mucho en las últimas semanas a las posiciones de CiU. El Ejecutivo de Artur Mas había lanzado el órdago en mayo, exigiendo un sistema muy similar al privilegiado concierto económico de País Vasco y Navarra y anunciando que, si no había acuerdo con el Gobierno central, Cataluña lo pondría en marcha por su cuenta. Después CiU ha reculado algo, al menos rebajando el tono, pero sigue planteando como irrenunciable un modelo en el que la Generalitat tenga “la llave de la caja” (recaude y gestione todos los impuestos) y limite la aportación al fondo común de solidaridad del conjunto de España.

A esa propuesta se han acercado los socialistas catalanes en las últimas semanas —reclamando, eso sí, que todo se haga en el seno de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas—. Y el PSOE —que tendría que votar el proyecto si llega al Congreso en otoño— guarda silencio. “Es un tema que aún debe madurar”, se limita a decir Alfredo Pérez Rubalcaba. Fuentes de la dirección federal admiten, sin embargo, que el asunto genera gran preocupación, y que el secretario general es consciente del rechazo que provoca una reclamación como esa entre los socialistas del resto de España. Pero aún no da su opinión.

El PSC ha venido informando al PSOE de las negociaciones con CiU y detecta “poca sensibilidad”, según dirigentes catalanes. Pere Navarro, secretario general del PSC, ha hablado varias veces con Rubalcaba y las direcciones de ambos partidos se verán de nuevo en julio, antes del pleno del Parlamento catalán que podría dar luz a la propuesta.

En paralelo, los dos partidos negocian una vieja reclamación del PSC: la posibilidad de tener grupo propio en el Congreso o, al menos, que sus diputados tengan libertad de voto (algo que, de hecho, ya aprobó unilateralmente el último congreso del PSC este año). “Hay receptividad y ganas”, aseguran fuentes de los socialistas catalanes, aunque todavía no se ha cerrado ningún acuerdo.

También la dirección del PSOE admite que se están “buscando fórmulas” para satisfacer esa aspiración.