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Rajoy desautoriza al PP y al Gobierno sobre los bancos: “¡Pregúntenme a mí!”

Afirma que él decidirá la cifra que necesita la banca tras escuchar a las auditoras Irónica respuesta del presidente del Gobierno a los rumores sobre la situación financiera real

Carlos E. Cué

Mariano Rajoy no es solo el presidente y a la vez el vicepresidente económico que dirige las comisiones delegadas. No es solo el hombre del que cuelgan todas las decisiones importantes del Ejecutivo. Desde este jueves, es, además, el único miembro del Gobierno y del PP autorizado para hablar de la cantidad que será necesaria y la fórmula que se utilizará para salvar a los bancos españoles.

Rodeado de un marasmo de mensajes contradictorios del PP y del Gobierno en los últimos días, que han provocado constantes desautorizaciones o rectificaciones —y acabaron nada menos que con la destitución de un portavoz del partido al frente de la Comisión del FROB—, el presidente contestó a una pregunta sobre esta evidente descoordinación: “¡Pregúntenme a mí!”, exclamó con una sonrisa.

Esto es, solo lo que diga él es válido —y es el que menos habla—. Aunque hay otra forma de verlo: el presidente, al que muchos le achacan problemas graves de comunicación, no controla los mensajes que emite ni su partido ni su Ejecutivo. Solo responde de lo que dice él mismo, y pide a la prensa que solo dé por bueno lo que él anuncia.

La respuesta ”¡pregúntenme a mí!” es una desautorización generalizada, preventiva y en toda regla de todos los demás portavoces, sean del Gobierno o del partido. Algo nada corriente en los gobiernos y los partidos que les apoyan, como el PP.

Esta estrategia de responder solo de lo que diga él mismo ya la utilizaba Rajoy en el PP cuando estaba en la oposición y algún dirigente decía algo inconveniente. Él, al hablar poco y controlar mucho sus salidas, cuida mucho más sus palabras. Ya era llamativo en la oposición, pero ahora que está en el Gobierno y en plena crisis, con mensajes cruzados de todo tipo, esta estrategia de la desautorización generalizada cobra mayor impacto.

Rajoy refuerza así, pese a las críticas, su decisión de no nombrar vicepresidente económico: es él quien ejerce como tal, y solo su voz vale. Y de nuevo pide a los suyos que se callen y esperen. “En este asunto pregúntenme a mí, pregúntenme a mí”, insistió. “Tampoco es tan difícil de entender. Si hemos encargado un proceso de evaluación a dos auditores independientes, es razonable esperar a que den la cifra. Al menos el Gobierno, que es quien lo ha encargado”. El problema ahora es para los portavoces que acuden a los medios y tienen que dar una respuesta. Para él es más fácil: solo ha dado una entrevista, a Onda Cero, desde que es presidente.

Después, en tono displicente, Rajoy se refirió a todos los que especulan con cifras: “Es verdad que hay gente que tiene datos y los consigue por otras vías de cómo está la situación del sistema financiero español... pues qué quiere que le diga... Yo debo ser prudente y estudiar bien las cosas. Haremos el proceso de evaluación y tomaremos la decisión que mejor sirva para los intereses españoles”.

El presidente trató de dibujar una situación totalmente controlada que, sin embargo, la realidad matiza mucho. En su visión, su Gobierno tiene “un plan definido que hará que España salga de la crisis” y una gran capacidad de decisión. Tanto que, según él, puede dictaminar cuánto dinero necesitan los bancos. Sin embargo, la realidad es que el Ejecutivo, que necesita ayuda exterior para la banca, al contrario de lo que dijo el presidente hace solo 10 días —“no habrá ningún rescate bancario”—, ha aceptado las presiones de la UE y ha dejado en manos de dos auditores privados y del FMI —y no del Banco de España— la cifra definitiva de recapitalización de la banca.

A pesar de eso, Rajoy insistió en La Moncloa en que él tiene la última palabra sobre esa cifra clave: “Comprendo que todo el mundo diga cifras, pero el presidente del Gobierno debe decir la de verdad. Yo esperaré a que el FMI y los evaluadores independientes digan la suya. Y entonces yo daré mi cifra y el Gobierno dirá cuánto dinero necesitan los bancos”.

También sobre la fórmula —si es el rescate suave que propone Alemania, esto es que el fondo preste dinero al FROB y este a su vez lo inyecte a los bancos u otro sistema—, Rajoy trasladó también una cierta autonomía que la realidad tampoco avala: “Cuando conozcamos la cifra y hayamos hablado con todos los socios europeos, como estoy haciendo en estos días, tomaremos la decisión que sea mejor para los intereses generales de los españoles”.

El presidente hizo esa desautorización evidente casi de cualquiera que esté por debajo de él y demostró en varias ocasiones que no le interesa mucho el debate que esas contradicciones puedan crear en España. Él, insistió, está a “la mayor”, esto es, a la negociación con los socios europeos para salvar a los bancos españoles, en especial Bankia. Se le vio algo alejado de la política española o de la coordinación del Ejecutivo, como si fuera asunto menor.

En el relato de Rajoy, la clave sigue estando en Europa. Así deriva la presión de las críticas hacia otro lado. España está haciendo las cosas bien y ahora la responsabilidad está en los socios europeos, apunta:

“Vivimos un momento muy importante para la Unión Europea. En España estamos haciendo lo que creemos que tenemos que hacer. Estamos en la fase más difícil, esto no produce efectos en el corto plazo, pero si no lo hacemos no saldremos adelante”.

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