Las comunidades señeras del PP disparan el déficit y minan la imagen de España
Madrid, Valencia y Castilla y León elevan al 8,9 el déficit de 2011 Los planes de ajuste autonómicos revelan una nueva desviación de casi 3.000 millones Madrid confiesa que su déficit de 2011 es el doble de lo previsto El actual secretario de Estado de Hacienda es en parte responsable
El primer día tranquilo para el Gobierno en muchas semanas duró solo unas pocas horas. Todo iba aparentemente bien, siempre dentro del agujero de la crisis. El Consejo de Ministros no llevaba ningún gran recorte, sino una ley positiva como la de transparencia. Bankia recuperaba en la Bolsa tanto que llegó a subir un 30%. La prima de riesgo bajaba ligeramente —aunque sigue en cifras de alto riesgo y cerró en 484— y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, compareció para vender el primer mensaje positivo en muchas semanas: un gran acuerdo del Gobierno con todas las comunidades, incluida Andalucía, para recortar el déficit en 18 millones de euros.
Sáenz de Santamaría lo llamó “un gran pacto de Estado. Y lo era. "Todos aceptan controlar el déficit, lo que demuestra que el Estado de las autonomías es viable”, remató. Al fin, un gran acuerdo inesperado. Tanto que estuvo a punto de irse no salir. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quería tumbar las cuentas de Andalucía, lo que implicaba una descomunal batalla política. Pero el consejero catalán, Andreu Mas-Colell, medió para buscar una negociación y se consiguió el pacto, un buen mensaje para Bruselas.
El Gobierno lo reivindicó como un éxito propio y el presidente andaluz, José Antonio Griñán, molesto por lo que le obligan a recortar, admitió su importancia: “Lo hicimos por responsabilidad, porque no es este el momento de grandes divergencias”. De hecho, Griñán pidió, como Alfredo Pérez Rubalcaba ayer, que el Gobierno llame al PSOE para buscar otro gran pacto. “España es un gran país y los grandes países lo son porque suman fuerzas para salir de la crisis”, dijo el líder socialista. Pero Rajoy no parece dispuesto a llamar a Rubalcaba y prefiere reivindicar el acuerdo con las autonomías socialistas.
La vicepresidenta vendió así una gran noticia. Un gran acuerdo. Pero obvió un dato clave que a esas horas ya debía conocer y que se desveló por la tarde: el Gobierno admitió una desviación importante del déficit de 2011. No será el 8,5%, una cifra ya desorbitada, negociada, rectificada y comunicada oficialmente a Bruselas, la misma que ha servido para hacer los Presupuestos. Será finalmente de 8,9%, nada menos que cuatro décimas más de lo previsto, 4.000 millones de euros. Un golpe a la credibilidad de España.
No solo eso. La noticia era un desastre para el Gobierno, porque los dos principales responsables de esa desviación son las autonomías estrella del PP, sus estandartes políticos en los últimos 17 años: Madrid y la Comunidad Valenciana. Y para colmo, parte de la responsabilidad la tiene, como exconsejero de Economía de Madrid, Antonio Beteta, ahora secretario de Estado de Administraciones Públicas y encargado de controlar a las autonomías. “Ah, ¿pero no había engañado Zapatero a Rajoy [con el déficit]?”, ironizó Rubalcaba en su twitter al conocerse la noticia.
El Ejecutivo ocultó el dato durante horas, no lo anunció tras el Consejo de Política Fiscal y Financiera y no lo reconoció hasta última hora del viernes, cuando EL PAÍS llevaba horas apuntándolo. Una vez más, la descoordinación se hizo evidente. Todo sin comparecencias, sin explicaciones públicas, con un comunicado pasadas las diez de la noche.
La cifra se confirmó cuando los mercados estaban cerrados, con todo el fin de semana por delante. La vicepresidenta, que solo concede una rueda de prensa a la semana, no tendrá que dar explicaciones. El Gobierno podrá intentar esquivar el golpe político. Pero nadie sabe qué efecto tendrá el lunes en los mercados.
Las malas noticias se acumulan, pero Rajoy ya no tiene la vista tan puesta en España. La sensación que se percibe en todas las conversaciones con el Gobierno lleva a pensar que está más pendientes de una solución que venga de fuera.
El Ejecutivo sigue con interés el gran debate de este fin de semana en el G-8 en EE UU. Allí se va a producir un choque entre Barack Obama, que defiende las políticas expansionistas y los estímulos al crecimiento que está aplicando EE UU, Angela Merkel, la adalid de la austeridad a ultranza, y François Hollande, que se estrena y cuyo éxito ha trastocado el equilibrio de poder europeo. La pinza de Obama y Hollande frente a Merkel podría modificar las posiciones.
Aunque anoche Hollande complicó mucho la estrategia de Rajoy. El presidente no quiere plantear una ayuda del Fondo de Rescate europeo a los bancos españoles. Sería casi una intervención. La vicepresidenta, preguntada ayer, desvió la cuestión y no quiso descartarla ni asumirla como una posibilidad. Hollande sí entró. En Washington, tras ver a Obama, el presidente francés señaló en rueda de prensa que "sería deseable" que los bancos españoles en dificultades sean recapitalizados, para lo cual podrían tener que entrar en juego "los mecanismos de solidaridad europea", informa Europa Press. Ya no es una especulación. El presidente francés oficializa esa posibilidad de la que España no quiere hablar.
Mientras, Rajoy viaja y prepara su estreno clave en la cumbre de la OTAN, el domingo en Chicago, donde ha cerrado ya una cita con Merkel y con seguridad hablará con otros dirigentes y saludará a Obama. Un fin de semana clave en el que España tiene puestas muchas esperanzas, confiando en que haya un giro que pueda beneficiarla. Eso sí, siempre sin enfrentarse a Merkel, a la que Rajoy se ofrece como aliado.
El objetivo es claro: que alguien, desde fuera, haga algo para salvar a España. “Todos en el conjunto de la UE tenemos que hacer nuestra tarea para que la UE vuelva a crecer”, dijo Sáenz de Santamaría en una referencia muy indirecta —Rajoy fue más claro el miércoles— al deseo del Gobierno de que actúe el BCE.
El PP, ariete del Gobierno para el trazo grueso, encargado de lanzar los ataques que el Ejecutivo no puede ejecutar, de mancharse las manos por él, tiene mucho menos miramientos y ataca directamente a las instituciones europeas. Ayer Elvira Rodríguez pidió a la UE y a sus instituciones que “hagan los deberes como los ha hecho España”.
Es una estrategia similar a la que se utilizó con Bankia: la culpa de la crisis no era de Rodrigo Rato, ni de Miguel Blesa, ni de José Luis Olivas —el Gobierno descarta su comparecencia en el Congreso— sino del Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, nombrado por el PSOE. Y si lo de Bankia era culpa de MAFO, la prima desbocada parece ahora responsabilidad de la UE. El PP se ha convertido así en la mejor fábrica de excusas para el Ejecutivo. Aunque los propios miembros del Gobierno admiten que incluso eso es inútil. El juicio que realmente cuenta para Rajoy sigue siendo el de los mercados. Su respuesta, el lunes.
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