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Francia: hablar de España para no hablar de Alemania

Como solía decir el maestro Enrique Morente, “¿con amigos así quién necesita enemigos?”. Vista desde Francia, la crisis española parece no entender de afinidades personales ni de familias políticas. Nicolas Sarkozy, con el flamante Toisón de Oro concedido por el Gobierno Zapatero en la vitrina del Elíseo, no ha dudado en blandir el nombre de España a lo largo de los últimos meses para presumir ante sus compatriotas de lo bien que ha gestionado Francia la “peor crisis de la historia universal”. El frustrado refundador moral del capitalismo ha metido varias veces al vecino de abajo en el mismo saco que a Grecia y Portugal, haciendo una mélange sureña para tratar de distanciarse así del desprestigiado club Med y de acercarse en la libido colectiva al nivel de su admirada, y cada vez más lejana en cuanto a datos económicos, Alemania.

Cuando, metido de lleno en campaña, ha llegado el momento de denigrar a su máximo rival en la carrera presidencial, el socialista François Hollande, Sarkozy ha atribuido la “peor crisis de la historia universal” a la incapacidad de los Ejecutivos de Zapatero y Giorgos Papandreu, mezclando sin matices la tragedia griega y el drama español, y espetando: “Miren cómo está España tras siete años de socialismo”.

La cínica respuesta del PP, ratificando el ataque electoralista del presidente saliente (mientras con las críticas de los Guiñoles al dopaje de Contador se montó un gabinete de crisis), ha sido olímpicamente ignorada por los medios franceses, y algunos comentaristas, como el exjuez Philippe Bilger, han acusado a Sarkozy de “humillar verbalmente” al vecino y de ser un “colérico vanidoso”.

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Entre los políticos, ha sido el propio Hollande el que ha defendido a España (sin distinguir la era de Rajoy de la de Zapatero), poniendo de manifiesto “la indecencia” de Sarkozy al “tratar de dar lecciones a un socio europeo”, después de haber dado por zanjada de forma temeraria la crisis financiera y de haber protagonizado un quinquenio nefasto para la segunda economía de la zona euro, que bajo el mandato de Sarkozy ha perdido la triple A, ha aumentado en un millón el número de parados y su deuda en 600.000 millones, convirtiendo así en odiosa cualquier comparación con su principal socio y espejo, Alemania.

En todo caso, en Francia preocupa mucho la deriva española, especialmente la cura de caballo de austeridad y la destrucción del Estado de Bienestar que está acometiendo a golpe de decreto, escuetas notas de prensa y mayoría absoluta el Gobierno Rajoy. El centrista François Bayrou, quizá el más realista de todos los candidatos en cuanto a las recetas económicas a aplicar, ha advertido hoy en una entrevista a Libération que Francia puede verse “en unas semanas ante una situación como la española, ante la crisis más aguda de su historia”, y ha acusado a Hollande de proponer soluciones “financieramente insostenibles”, a Sarkozy de “irrealidad”, y a los dos favoritos de “engañar a los franceses”.

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La ultraderechista Marine Le Pen tampoco se ha ahorrado comentarios sobre Grecia y España, e irónicamente se ha mostrado menos partidista que Sarkozy; el martes afirmó que la única posibilidad que tiene España de “evitarse el sufrimiento que está viviendo el pueblo griego” es abandonar el euro.

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