Rajoy da un mes para un acuerdo muy difícil sobre la reforma laboral
CEOE y UGT están convencidos de que el PP legislará si para Reyes no hay consenso
Cada vez parece más evidente que Mariano Rajoy quiere entrar con buen pie en La Moncloa. Pero también cada vez está más claro que le será muy difícil no empezar a pisar callos, lo que siempre ha tratado de evitar, en cuanto empiece a gobernar. El líder del PP, que insiste en no comparecer en público, desplegó ayer sus mejores artes de lo que fue una de sus especialidades cuando estaba en el Gobierno: la negociación. Pero lo hizo sin mostrar ninguna de sus cartas.
Rajoy, que la semana pasada ya vio a los principales banqueros, se reunió ayer por separado con Ignacio Fernández Toxo (CC OO), Juan Rosell (CEOE) y Cándido Méndez (UGT). A ninguno de ellos les expuso con claridad sus planes para la reforma laboral, el compromiso más claro con el que el líder del PP se presentó a las elecciones. No les dijo qué tipo de reforma tiene en la cabeza. Les planteó una serie de asuntos, y les dio un plazo perentorio: la fecha de Reyes, el 6 de enero. Para entonces, les dijo —según explicaron ellos mismos en rueda de prensa y después el PP en una nota, ya que ni Rajoy ni ningún portavoz del partido comparecieron en la sede de la calle Génova—, tienen que intentar llegar a un acuerdo y presentarle propuestas sobre estos asuntos.
Rajoy, que según coinciden todos utilizó un tono muy amable y conciliador, no les amenazó con lo que hará si ese acuerdo, que parece muy difícil, no llega para entonces. Pero de las opiniones de unos y otros parece evidente que el líder del PP aprovechará su mayoría absoluta para legislar si no hay pacto. Esto convertiría así estas semanas en una forma de ganar tiempo y preparar el terreno para poder decir que Rajoy lo ha intentado pero que se ve obligado a tomar decisiones ante la falta de acuerdo.
Aun así, ayer hubo muy buenas palabras por parte de casi todos. Especialmente del líder del CC OO, que evitó destacar las discrepancias, avanzó la voluntad de acuerdo de su sindicato, y alabó la capacidad de negociación de Rajoy e incluso su “inteligencia” por no plantear ayer abaratamientos del despido. Sin embargo, tanto Rosell como Méndez dejaron caer la posibilidad de que al final del periplo haya un decreto.
Es lo que ha sucedido en las últimas reformas laborales y de la negociación colectiva que llevó a cabo el Gobierno del PSOE. Una aprobada en 2010 con la abstención del PP, acabó en huelga general. La otra, la reforma de la negociación colectiva, aprobada en junio con el voto en contra del PP, que la consideraba muy blanda, llegó también sin acuerdo, ya que la patronal la consideraba insuficiente. Entonces los empresarios confiaban en que el PP endurecería la legislación cuando llegara al Gobierno. Ahora está a punto de llegar, y esta es una de sus principales promesas electorales. “Tendrán prevalencia en cuestiones salariales y condiciones del trabajo los convenios o acuerdos de empresa”, dice su programa electoral. En privado, el PP no oculta que considera necesaria una rebaja de salarios en España y cree que esta reforma la facilitaría. El objetivo también incluye que en vez de despedir, los empresarios tengan más facilidades para renegociar salarios.
El PP reducirá los contratos, pero no impondra un modelo único
Rosell, el líder de la patronal, que tiene una relación muy estrecha con Rajoy —su reunión fue la más breve— aunque sus posiciones no coincidan al 100%, dio muestras de saber que los tiempos benefician a sus posiciones, mucho más cercanas a las del PP que las de los sindicatos. Señaló que van a intentar un acuerdo, pero si no se logra para Reyes el Gobierno “hará lo que tenga que hacer”. En un tono muy distinto, Méndez vino a decir lo mismo. “Si no hay acuerdo, confiamos en que el Gobierno acierte”, señaló el secretario general de UGT.
Lo que parece descartado, y así lo aseguró Toxo, es que Rajoy plantee un contrato único. Sí está encima de la mesa la simplificación de los tipos de contrato, pero no un contrato único. El PP abrazó en un principio esta idea, procedente de FEDEA, una fundación patrocinada por las grandes empresas, pero hace tiempo que Rajoy, aconsejado por Cristóbal Montoro, la descartó por ser un “ejercicio teórico” inviable en un mercado laboral con tanta temporalidad y estacionalidad.
Tampoco puso encima de la mesa el abaratamiento del coste del despido, precisamente lo que llevó a la última huelga general. En realidad, Rajoy no expuso sus planes, con lo que evitó la polémica. Sin embargo, según Méndez, está presionado por Europa: “Esa exigencia no se basa en el principio de libre autoderminación”. Por tanto, según estas previsiones, el líder del PP empezará a pisar callos a finales de enero.
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