Mujeres del Sahel, entre la desolación y el brillo de la paz
La población femenina ha tomado impulso en su papel de constructora de paz, incluso en los contextos de crisis y conflicto que padecen algunos países de África. Para apoyarlas en esta tarea es fundamental el cumplimiento de la Resolución 1325 de la ONU
Hace ya 22 años que se aprobó la Resolución 1325 de la ONU en materia de mujeres, paz y seguridad. La firma de este documento por parte de numerosas naciones del mundo fue considerada en su momento como un gran avance, y España fue uno de los países que más contribuyó a que saliera adelante.
Desde entonces, si bien es cierto que hay gobiernos que se han servido de este hito para realizar progresos internos junto a organizaciones de mujeres y feministas —un ejemplo son países latinoamericanos en conflicto, como Colombia—, no es menos verdad que hay regiones del mundo que siguen rezagadas o, incluso, han desandado camino.
Por esta razón es importante poner el foco en lo que sucede en esos lugares, en el marco de la celebración del 25 de noviembre como día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. La región del Sahel es uno entre ellos.
El Sahel está formado por países muy presentes en la actualidad informativa debido a su creciente inestabilidad, como por ejemplo Burkina Faso, Mali o Nigeria. Se trata de naciones que están desplegando todas sus capacidades militares para luchar contra el extremismo violento, unido esto a la explosión demográfica, la crisis alimentaria y los conflictos interétnicos preexistentes.
Ante este panorama, que podría parecer desolador, brilla el papel de las mujeres en las zonas rurales, y concretamente el de aquellas al frente de los conflictos en sus comunidades. Viven en zonas alejadas, sin servicios o con mucha escasez de ellos, dominadas en la mayoría de los casos por grupos yihadistas. Y en estos contextos se organizan y han logrado avances, apoyadas por la comunidad internacional, para que existan planes de mejora en sus gobiernos regionales e incluso en los ministerios, aun en medio de golpes de Estado o nula presencia pública.
Encontramos ejemplos emocionantes de mujeres que luchan por la paz en Burkina Faso, Malí o Nigeria.
Hace un par de meses se presentó en Uagadugú la Iniciativa para la paz y la seguridad de las mujeres en Burkina Faso. En el caso de Malí, los analistas afirman que la participación de las mujeres como negociadoras, mediadoras, testigos o signatarias de los acuerdos ligados a la paz, los hacen un 35% más duraderos. Allí, iniciativas como She leads Mali (Ella lidera Malí) comienzan desde lo básico, desde la educación y el empoderamiento económico de chicas jóvenes, que son la clave del cambio.
Mientras, en el norte de Nigeria, donde miles de personas han perdido la vida desde inicios del siglo XXI como consecuencia de la violencia, se lanzó en 2019 la Nigerian Army Women Corps (NAWC, por sus siglas en inglés) en el seno del ejército del país. Ellas han frenado el uso de terroristas suicidas femeninas y favorecido la inclusión de mujeres en equipos rurales de seguridad.
Teniendo en cuenta la importancia del papel de la mujer en la sensibilización frente a la violencia y en la mejora de las condiciones de vida de toda la comunidad, pero especialmente de ellas mismas y de los más pequeños, la Cooperación Española ha comenzado a apoyar una iniciativa en materia de Mujeres, Paz y Seguridad en el Sahel.
Los analistas afirman que la participación de las mujeres como negociadoras, mediadoras, testigos o signatarias de los acuerdos ligados a la paz de Mali, los hacen un 35% más duraderos
El objetivo es, precisamente, apoyar a redes de chicas jóvenes a crear acciones innovadoras en sus comunidades para enfrentar situaciones como la violencia sexual contra ellas o mediar para la paz. El Centro de Género de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) se ocupará de que llegue a todos los países del Sahel —Senegal, Gambia, Mauritania, Guinea, Malí, Burkina Faso, Níger, Chad y Nigeria—, pero también a la totalidad de los países que la integran.
El proyecto está ligado al Plan de Acción firmado en 2010 en Dakar por todos los países de la CEDEAO para lograr la implementación de la resolución 1325 de la ONU. Prevé desde el uso de redes sociales como la sensibilización frente al extremismo, hasta aprovechar la posición de las mujeres mayores frente a los líderes religiosos. Todo esto, para lograr cambios en un momento crítico en el que parece que los conflictos se recrudecen.
En una región en la que las fronteras solo se ven como algo organizado “desde fuera”, se busca, con esta colaboración, lograr avances en materia de políticas de igualdad que combatan la violencia hacia las mujeres en todas sus formas, al tiempo que reduzcan la inestabilidad y el terrorismo.
Lo bonito y novedoso es que las actividades las han pensado dos redes de mujeres muy nuevas: una de lideresas jóvenes, ROAJELF; y otra de mujeres por la paz y la seguridad, la REPSFECO. Ambas están organizadas en comunidades de difícil acceso y tienen ideas que pueden cambiar el mundo desde lo local.
Queda mucho camino por recorrer, y se siguen viviendo situaciones de violencia sexual y otras formas de represión, pero este apoyo podría ser una contribución dirigida a que otras redes de mujeres vean que es posible conseguir avances organizándose y a que hagan que sus gobiernos cumplan lo que firmaron en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el 2000. Será un trabajo arduo dado lo extremo de la región, pero sin duda alentador y con mucha proyección en los tiempos que corren.
Hablar de eliminar los casos de violencia contra la mujer empieza por centrarse en los sitios donde se concentran, donde más podrían replicarse, y donde es más necesario que ellas mismas participen en el cambio. Parece contradictorio, pero hay siempre grandes avances también en contextos de crisis.
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