Comercio internacional: un reto para los países en desarrollo sin salida al mar
Los territorios empobrecidos y sin costa experimentan mayores dificultades para la compra y venta de bienes en el exterior, lo que implica repercusiones profundas para sus frágiles economías
Si el comercio es una actividad fundamental para el crecimiento de un país, para aquellos en vías de desarrollo, cualquier dificultad para el intercambio comercial con otros territorios tiene repercusiones profundas en sus frágiles economías. Y entre ellos, los que no tienen salida al mar (LLDCs, por sus siglas en inglés), se enfrentan a un reto doble por la dificultad para transportar sus productos más allá de los Estados vecinos.
A consecuencia de la pandemia, los LLDCs han perdido presencia en los mercados internacionales. La disminución del número de contenedores disponibles, el incremento en el coste del transporte de mercancías y las limitaciones de movilidad entre fronteras han restado su capacidad de recuperación.
Según un informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre abril de 2019 y abril de 2020, sus exportaciones se vieron mermadas en un 40%, casi el doble que para los países en desarrollo con acceso al mar. A finales de 2020, cuando las exportaciones crecían un 7%, para los LLDCs se reducían en un 8%.
El 12,4% de los países del globo carecen de salida al mar
El 12,4% de los países del planeta carecen de salida al mar. Si observamos los datos sobre el índice de desarrollo humano (IDH) de la ONU, es llamativo que 13 de los 33 países con un IDH bajo carecen de salida al mar; y que, de los 70 países calificados con un índice de desarrollo humano medio o bajo, 21 son LLDCs. Además, los siete al final de tabla son todos LLDCs y, en su mayoría, están situados en el centro de África.
Las propuestas de la OMC
Entre 2013 y 2014, la OMC propició la firma del Acuerdo de Facilitación del Comercio. Con él se buscaba racionalizar los procedimientos gubernamentales de comercio internacional y así favorecer la incorporación de los países en desarrollo a los mercados extranjeros.
Aunque es todo un logro haber alcanzado este pacto, solo ha sido sancionado por dos tercios de los países miembros de la OMC. De haber estado implementado de una manera eficiente y con un alcance global, habría ayudado a los LLDCs a recuperarse mejor del shock provocado por la pandemia.
Durante la crisis de la covid-19, la OMC elaboró una encuesta sobre las restricciones al comercio en las fronteras de los países sin salida al mar y concluyó que:
- El cierre de fronteras y las restricciones en aquellas que no se cerraron provocaron cuellos de botella que retrasaron la recepción de las mercancías en las aduanas y congestionaron los pasos.
- Los procedimientos de tránsito, como la liberación y el despacho de mercancías, se hicieron más difíciles y engorrosos.
- Hubo lentitud en los procesos entre aduanas y falta de armonía en la aplicación de las medidas para contener la pandemia.
- Se hicieron diferentes interpretaciones y hubo inconsistencias en la regulación de fronteras que dificultaron los procesos comerciales.
- La preferencia de uso del papel sobre la documentación digital en los cruces de frontera ralentizó las comunicaciones.
- Hubo discrecionalidad por parte de las autoridades a la hora de determinar qué bienes eran esenciales y cuáles no.
Finalmente, la OMC ha propuesto una batería de políticas para ayudar a mejorar las economías de los países sin salida al mar. En esencia, se trata de una serie de recomendaciones dirigidas a estos territorios, a responsables políticos y a la comunidad internacional.
¿Qué pide la OMC a los países en desarrollo sin salida al mar?
- Participar activamente en la promoción de cambios en la regulación del comercio internacional que den solución a las limitaciones que les impiden llegar a los mercados globales.
- Digitalizarse para poder aprovechar las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías: agilizar trámites, mejorar la transparencia y trazabilidad.
- Modificar su actividad comercial internacional hacia productos y servicios menos dependientes del acceso al mar para su distribución.
¿Qué se espera de la comunidad internacional?
- Un esfuerzo de sensibilización para con la problemática que estrangula el desarrollo económico de los países en desarrollo sin salida al mar.
- Un esfuerzo de coordinación entre organizaciones internacionales (reguladoras o de estandarización) con las instituciones de los propios LLDCs.
- Los LLDCs necesitan apoyo para superar la falta de recursos humanos y financieros. Los proyectos de ayuda a estos países deben priorizar la mejora de las infraestructuras relacionadas con el comercio. El desarrollo de los corredores de tránsito ya ha producido resultados tangibles en África.
Si bien estas propuestas parecen adecuadas y seguro que mejorarían el acceso al comercio internacional de los LLDCs, es importante entender que se trata de países que sufren un enorme retraso en su desarrollo y que, sin la participación económica internacional, es poco realista pensar que sus dificultades puedan ser corregidas.
Parece irónico que a los LLDCs se les pida una mayor inversión en infraestructuras y tecnología cuando no tienen resueltas otras necesidades más inmediatas, como la alimentación, la educación y la seguridad de sus ciudadanos.
Los países en desarrollo sin salida al mar tienen primero que salir de la categoría países en desarrollo para luego abordar, de forma realista y efectiva, el problema de ser países sin salida al mar
Los países en desarrollo sin salida al mar tienen primero que salir de la categoría países en desarrollo para luego abordar, de forma realista y efectiva, el problema de ser países sin salida al mar.
Por otra parte, existe desde 2009 el International Think Tank for Landlocked Developing Countries, con sede en Mongolia. Su objetivo fundamental es ayudar a mejorar el desarrollo humano, reducir la pobreza e incrementar la capacidad de los LLDCs para beneficiarse del comercio internacional.
El artículo Does the west really care about development? (¿le importa realmente a Occidente el desarrollo?), del antropólogo económico Jason Hickel, publicado en 2016 en The Guardian, explica en pocas palabras las razones por las que la brecha de desigualdad entre países no ha parado de crecer desde el fin del colonialismo. Y, para quienes quieran ahondar en el tema, recomiendo su libro The Divide: A brief Guide To Global Inequality And Its Solutions (la división: una guía breve a la desigualdad global y sus soluciones).
Como comunidad internacional, y sobre todo desde los países desarrollados, es imprescindible reconocer que ha habido un trato injusto y dañino hacia los países empobrecidos. A partir de ahí, deberían cesar las prácticas de comercio abusivas con ellos.
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