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ODS
Tribuna
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Una visión positiva de los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Estamos en la Década de Acción, y en estos años que quedan hasta llegar a 2030 hemos de seguir trabajando con los países más desarrollados. Estamos a tiempo de acercarnos a un mundo más justo y sostenible

Un pozo, construido con apoyo de la empresa Auara, dará agua segura a los habitantes de esta comunidad en Chad.
Un pozo, construido con apoyo de la empresa Auara, dará agua segura a los habitantes de esta comunidad en Chad.AUARA

Desde que Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 en 2015, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han ocupado un lugar destacado en los medios, en los planes estratégicos de empresas y gobiernos, y en la mente de muchos ciudadanos de a pie. El sentimiento general es que no se hace lo suficiente, porque, es cierto, falta mucho camino por recorrer. Sin embargo, este proyecto global ha supuesto un gran éxito de concepto y de concienciación para todo el mundo y, si bien vamos mal de tiempo para alcanzar al completo los objetivos, también hay indicadores que sí están mejorando y se puede hablar de ellos en positivo.

La pandemia ha supuesto un frenazo en ese avance, es cierto. Pero antes de ella, estábamos viendo progresos significativos y buenos resultados en muchos de los objetivos –como la mejora de la salud materno-infantil, la ampliación del acceso a la electricidad y el aumento de la representación de las mujeres en puestos de responsabilidad– y regiones. Como ejemplo ilustrativo, podemos ver los valores obtenidos en España, donde se ha avanzado en la mayor parte de los Objetivos, excepto en el 15 (bosques, desertificación y diversidad biológica), en el que ha habido un decrecimiento.

El agua, fuente de vida

En el caso del ODS 6 –agua limpia y saneamiento–, el avance ha sido grande. Según un estudio que hemos realizado a partir de los datos del Programa Conjunto OMS/UNICEF para el Monitoreo del Abastecimiento de Agua y Saneamiento (JMP), en los últimos 20 años se ha reducido en 18 puntos el porcentaje de población que no dispone de este recurso en África subsahariana. Esto es: si a principios del siglo, un 38% de la población no tenía acceso a fuentes seguras, en 2020 este porcentaje se ha reducido al 20%, lo que representa una tasa de variación del 47% entre los dos años comparados.

Es una gran noticia que viene dada por factores complementarios. En primer lugar, es resultado de la migración de la población desde las zonas rurales hacia las ciudades, donde el acceso al agua está más extendido. Pero también se debe al trabajo efectuado, por parte de los gobiernos y también de organizaciones no gubernamentales y sociales, para dotar de infraestructuras las zonas más desfavorecidas (mediante la instalación de bombas de extracción, depósitos, pozos y sistemas de saneamiento). Además, es fruto de la concienciación respecto al problema del agua no solo fuera de África, desde donde lo vemos como algo lejano, sino también desde dentro.

Un pozo que abastece a una población de menos de 100 personas es una gota en un mar, pero es capaz de cambiar la vida y las oportunidades de desarrollo de esa comunidad

Un pozo que abastece a una población de menos de 100 personas es una gota en un mar, pero es capaz de cambiar la vida y las oportunidades de desarrollo de esa comunidad, y de avanzar, como en círculos concéntricos, como esas ondas de agua, que se extienden por la región, el país, el continente… Es un ejemplo representativo de lo que se puede conseguir con voluntad, colaboración y ganas de transformar el mundo, y que podría extenderse al resto de Objetivos.

Todo esto nos indica el camino a seguir, pero debería también sacudirnos y despertar algunas conciencias que aún permanecen imbuidas de individualismo, de condescendencia y del sálvese quien pueda. Desde aquí, una llamada, porque todos somos responsables del estado del planeta y del de nuestros congéneres. Tirar un papel al suelo, desperdiciar agua en la ducha, malgastar alimentos o utilizar vehículos contaminantes para ir a la esquina… O no hacerlo. Ahí puede estar la gran diferencia para crear pequeñas gotas que puedan conformar un océano de cambio.

Por último, el ODS 13 –acción por el clima– continúa siendo la prioridad por encima de todo. No solo impacta en los recientes brotes de enfermedades y patógenos zoonóticos debido a los daños producidos en ecosistemas, sino que también es la causa directa del incremento de desastres naturales como huracanes, subida del nivel del mar y olas de calor. Curiosamente, es en los países de la OCDE (los más ricos) donde menos se está avanzando en este sentido, con un estancamiento de los indicadores.

Estamos en la Década de Acción, y en estos años que quedan hasta llegar a 2030 hemos de seguir trabajando de manera coordinada y multilateral, con los países más desarrollados liderando el camino. Estamos a tiempo, quizá no de cumplir la agenda completa, pero sí de acercarnos a un mundo más justo y sostenible.

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