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Blogs / Educación
Escuelas en red
Coordinado por Rodrigo J. García

Trabajar la huella ecológica desde el aula

En el colegio público Foro Romano, de Cuarte de Huerva (Zaragoza), la contaminación de las aguas es el centro de interés de los alumnos y en su currículo incluyen el análisis del uso indiscriminado de los plásticos, la viabilidad de su reciclado y su transformación en un bien común

Ilustración cedida por Joseba G. Plazuelo.
Ilustración cedida por Joseba G. Plazuelo.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estima que, cada año, ocho millones de toneladas de desechos plásticos terminan en los océanos del mundo, como consecuencia de un determinado modo de vida y consumo. De ahí la referencia al Antropoceno geológico, la era en la que destruimos el planeta.

Yolanda Pérez, Cristina Burriel y Tamara Villarroya, maestras del segundo ciclo de Educación Infantil del Colegio Público de Educación Infantil y Primaria Foro Romano de Cuarte de Huerva (Zaragoza), en el curso 2018-2019, deciden desplegar un proyecto pedagógico de aprendizaje-servicio, que denominan Transforma tu plástico en agua potable. Querían convertir los desperdicios de plástico en objetos funcionales y artísticos y estos en financiación de filtros de agua potable para colegiales colombianos.

Las características y propósitos más generales de esta iniciativa ya las expusimos en la entrada anterior. En esta ocasión, profundizamos en sus aspiraciones y logros.

Es primordial concienciar a la ciudadanía del impacto que, para la salud, el ecosistema y la vida en sociedad suponen determinadas formas de consumo frenético. Ser más conscientes, por ejemplo, de cómo el consumismo que promueve el Black Friday amenaza el planeta. Sin embargo, las rutinas escolares no acaban de trabajar el problema. Los currículos y los modos de vida de los establecimientos educativos no se plantean con decisión conceptos como la huella ambiental y ecológica que se deriva de nuestro modelo de organización económica, cultural y de consumo.

Un material omnipresente en el mundo escolar son los libros de texto. Ecologistas en Acción decidió en 2006 realizar un estudio cualitativo para comprobar la presencia de nociones como la sostenibilidad y sus implicaciones en una orientación del sistema económico, social y cultural. El estudio concluía: “En los libros de texto revisados [6º de Primaria y 1º de Bachillerato] no existe el concepto de sostenibilidad, ni su contrario el de ‘insostenibilidad’. La ocultación de la gravedad de la crisis ecológica (y social) contemporánea es generalizada”. Estos resultados coinciden con el informe realizado en el 2021 por SEO/BirdLife titulado Revisión de contenidos sobre el cambio climático en el currículo escolar.

En la redacción de la nueva Ley Orgánica de Educación (LOMLOE) y en los textos de los proyectos de Reales Decretos de Enseñanzas Mínimas para la Educación Primaria y para la Educación Secundaria Obligatoria sí se observa una mejora significativa, pendiente, aún, de aterrizaje real en el trabajo escolar y en los modos de relación en los centros.

La pregunta clave y sus respuestas

Vale la pena, en tiempos de crisis climática y sanitaria mundial, recuperar ciertas consideraciones que ayuden a pensar el sentido del acto educativo, de la escuela y del trabajo docente.

Cualquier reflexión educativa sobre la sostenibilidad de nuestro modo de vida está obligada a plantear esta pregunta: ¿A quiénes beneficia y a quiénes perjudica esa manera de organización social y económica? El sentido de la labor educativa está precisamente en su capacidad para configurar escenarios dialogados de aprendizaje en los que construir respuestas y generar nuevas peguntas, uniendo reflexión colectiva y acción social.

El oficio de educador lleva consigo, al trabajar un contenido disciplinar, debatir, aclarar e iluminar las luchas de intereses que existen en la sociedad, las contradicciones del mundo... La vida en la escuela no puede abstraerse de la vida social, argumenta el investigador social Rodrigo Cornejo, integrante del Grupo de Trabajo CLACSO Políticas educativas y derecho a la educación.

Las instituciones educativas innovadoras trabajan con esta lógica. Despliegan formatos de organización de las experiencias educativas (el currículo), y modos de relación (modelos pedagógicos) desde los que pensar, sentir y actuar la construcción de la realidad social con otros. Se alejan, de esta manera, de lo meramente instructivo y de una adaptación irreflexiva al mundo tal y como se viene configurando.

La complejidad del acto educativo es evidente. Esta es la razón de acercarse, una y otra vez, a proyectos de aprendizaje alternativos, de avance, indagatorios, centrados en el aprendizaje en profundidad sobre problemas cotidianos, que tejen formatos de relación basados en el diálogo y en la búsqueda del bien común. El proyecto pedagógico de Transforma tu plástico en agua potable es uno de ellos.

Lo que hacen en el Foro Romano

En el curso escolar 2018-19, en el colegio Foro Romano, decidieron adoptar, como eje curricular, el Medio Ambiente y su cuidado. Desplegaron, de manera coordinada, diferentes proyectos pedagógicos de centro y aula. En segundo de Educación Infantil decidieron, además, realizar un conjunto de acciones centradas en la mejora de las condiciones de vida. Optaron por la metodología de aprendizaje-servicio.

El problema de la contaminación de océanos, mares y ríos y la falta de agua potable en algunas partes del planeta pasó a ser centro de interés, “nicho” de muchas preguntas y deseo de otras tantas respuestas. El objetivo común, participado por todo el centro, era analizar el uso indiscriminado de los plásticos, la viabilidad de su reciclado y transformación en un bien común, como la financiación de filtros de agua potable. En el vídeo encontramos una sencilla recopilación de imágenes que muestran el desarrollo del proyecto.

Inicialmente, pensaron en romper las huchas para ayudar a paliar la situación. Después imaginaron un proyecto más ambicioso para luchar contra las causas que generan escasez de agua y, más tarde, quisieron implicar a todo el centro.

Más allá de la utilización de una rigurosa secuencia de investigación, de la que ya dimos cuenta en la entrada anterior, entendieron que para abordar el proyecto tenían que hacerlo en equipo. Crearon grupos de clase (los “Superterrestres”, “Protectores del planeta” y el “Equipo Salvamundo”) e iniciaron las tareas de indagación sobre el binomio desechos plásticos y agua, comenzando por las instalaciones del colegio, las calles próximas, contactando con otros centros, visionando vídeos, películas, consultando páginas web, realizando lecturas comentadas de libros y cuentos...

“¡Hasta se acercaron a las clases de los mayores del cole para enseñarles toda la basura que habían encontrado en los patios!”, nos comentan Yolanda Pérez y Cristina Burriel. Invitaron a toda la comunidad educativa, especialmente a las familias, y difundieron sus producciones, utilizando la página web del proyecto, que habían elaborado, los blogs de clase (+QUE COLORES y Cierzo de ilusiones), confeccionado presentaciones, carteles, folletos, visitas a otras aulas del colegio, vídeos y códigos QR... La colaboración del claustro fue fundamental.

Para una definición realizable de su propósito consiguieron la colaboración de la ONG Global Humanitaria. Les ofrecía materiales y contactos con las escuelas colombianas. Trabajar en red varios recursos comunitarios, familiares y escolares fue siempre una constante.

“La implicación de la ONG Global Humanitaria para conseguir un objetivo de interés para nuestro alumnado fue definitiva. Todo un éxito que el resultado fuera tan visual para ellos, tanto por el vídeo que nos remitieron, como al ver el logotipo de nuestro cole en los filtros de agua”, comenta Pérez.

“Los peques de Infantil enviaron una carta al resto de las clases, explicándoles lo que se proponían hacer. Muchas les respondieron invitándoles a que les visitaran. Fue un gran momento, no solo para concienciar sobre el medio ambiente y contagiar lo aprendido, sino para explicar cómo queríamos conseguir que el plástico se convirtiera en filtros de agua para sus compañeros colombianos. Convencer al alumnado mayor para que les ayudara les hizo sentirse importantes. Lideraban el proyecto”, comentan.

Otras clases se ofrecieron a colaborar en la creación de juegos y obras artísticas con plásticos de desecho para la exposición que organizaron en el mes abril. Con el material elaborado por todo el colegio montaron la exposición que, paso a ser, también, un mercadillo. Cada visitante podía llevarse un recuerdo dejando un donativo. Este donativo se convirtió en 16 filtros de agua para los colegiales de Colombia.

La sala de la exposición recogía todos los murales confeccionados. Hacían referencia al necesario cuidado del medio ambiente, deterioro del medio acuático por los desechos de plástico, importancia reducir, reciclar, reutilizar... El alumnado ejercía de guía de la exposición ante sus familiares. Disponían, además, de espacios lúdicos con los objetos construidos por el alumnado (Tres en raya con plástico y cartón, Juegos para encestar, Botellas sensoriales...), podían hacerse una foto de grupo en un photocall.

El equipo directivo fue el encargado de inaugurar la exposición cortando la cinta de la entrada, al tiempo que, caía una lluvia de confeti de papel reciclado. Era un momento muy importante para todos. Organizaron una batucada, con instrumentos reciclados, desfilando por el patio del recreo… ¡Queremos que se entere todo el mundo!

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