_
_
_
_

Organizaciones de mujeres encaran la crisis en Líbano tras la guerra con Israel: “La gestión y el trabajo social son asuntos muy feminizados”

Ante instituciones inoperantes, los colectivos civiles femeninos proveen asistencia legal y atención psicosocial a la población vulnerable

Mujeres Líbano
Trabajadoras humanitarias distribuyen elementos como ropa, productos sanitarios y jabón, a personas desplazadas de la ciudad de Baalbek, en el norte de Líbano, el 2 de noviembre de 2024 en la localidad de Deir al Ahmar, en el norte del paísEd Ram (Getty Images)
Andrés Ortiz

Sin parar, encarando y adaptándose a las necesidades que identifican en el terreno. Así trabajan organizaciones de mujeres en Líbano tras la guerra con Israel para procurar por el bienestar de la población general, azotada por un conflicto que en poco más de un año mató a casi 4.000 personas y desplazó a más de un millón, según datos del Gobierno libanés. Ante instituciones ineficaces y debilitadas por este y otros episodios de crisis recientes (una profunda debacle económica, intensificada por la pandemia y la explosión del puerto de Beirut en 2020), las mujeres y las organizaciones civiles que encabezan han dado la cara y han proveído a la ciudadanía de cantidad de servicios que de otra manera no tendrían, asumiendo un rol crucial en la protección social de la población.

Así lo asegura la ONU, que sostiene que las organizaciones lideradas por mujeres “desempeñan un papel distintivo en los esfuerzos humanitarios. Se distinguen por su enfoque tanto en las necesidades inmediatas, como en el apoyo comunitario a largo plazo, así como por su compromiso de servir a los grupos más afectados y marginados”. Myriam Sfeir, directora del Instituto Árabe para las Mujeres de la Universidad Americana de Líbano, coincide y argumenta: “Siempre han sido las primeras en responder y reaccionar, desde la primera Guerra de Líbano —en 1982—, hasta hoy”. Para ella, son las mujeres quienes mejor conocen las vulnerabilidades a las que se enfrenta la población. “Ellas son quienes más han sentido la violencia y el estrés de las crisis; las que han tenido que abandonar sus hogares”, enfatiza, “están siempre al frente, trabajando en el terreno y con las comunidades de base encarando las emergencias”.

Para noviembre de 2024, señala la ONU, el 51% de los desplazados internos por la guerra eran mujeres. Aunque alrededor del 80% de la población desplazada ha retornado a sus hogares — después de la entrada en vigor de un cese al fuego, el 27 de noviembre— más de la mitad de la población que continúa desplazada es mujer. Con la guerra, las desigualdades preexistentes se intensifican y resultan en pérdidas de bienes e ingresos y una mayor exposición a la violencia sexual y de género. De 114 mujeres encuestadas por ONU Mujeres en noviembre de 2024, tres cuartos necesitaban asistencia monetaria, más del 80% aumentó el trabajo de cuidado no remunerado en el hogar y dos tercios dijeron estar comiendo menos.

“El desplazamiento forzado por el asalto de Israel ocurrió muy rápido”, recuerda Vanessa Zammar, directora y fundadora del colectivo feminista Jeyetna, que trabaja para erradicar la pobreza menstrual en Líbano. Antes de la guerra, su organización distribuía compresas reutilizables y bolsas de agua para los cólicos en comunidades vulnerables, donde también realizaban talleres de concienciación para “sacar la regla del ámbito privado y elevarla a una discusión abierta, pública y política”, explica Zammar.

Sin embargo, durante el conflicto, su colectivo cambió su enfoque de trabajo y pasó a distribuir toallas higiénicas desechables de manera masiva en el país. En siete semanas recaudaron 20.000 dólares (unos 19.500 euros) con una campaña en redes sociales —el equivalente al presupuesto anual del colectivo— y repartieron compresas a 22.000 mujeres. “Nosotras no somos una ONG, somos un colectivo feminista con personal a tiempo parcial y voluntarios. Pero en una emergencia como esta, no nos queda más que intervenir de la mano de otras organizaciones de base”, asegura Zammar. Y agrega: “La gestión de crisis y el trabajo social en Líbano son asuntos muy feminizados”.

“Nosotras no paramos”

Una trabajadora humanitaria reparte desinfectante a personas desplazadas de Dahiye, un suburbio sureño de la capital libanesa Beirut, el 12 de octubre de 2023.
Una trabajadora humanitaria reparte desinfectante a personas desplazadas de Dahiye, un suburbio sureño de la capital libanesa Beirut, el 12 de octubre de 2023.Scott Peterson (Getty Images)

Como en todas las crisis, las personas vulnerables son las más afectadas. Así lo explica Nadia Badran, directora de la Sociedad para el Desarrollo y la Inclusión de Comunidades (SIDC): la mayoría de albergues impidieron la entrada de migrantes o expulsaron a personas por ser de la comunidad LGBTIQ+ o por tener sida y las mujeres eran constantemente acosadas. Por ello, SIDC elaboró guías de convivencia que repartieron en los refugios para enseñar cómo tratar a una persona vulnerable y “para que ellas aprendieran a defenderse de las discriminaciones”. Para Badran, las mujeres juegan un rol fundamental de apoyo y presión a las instituciones gubernamentales para que “hagan su trabajo”. Dice: “Si tenemos la posibilidad de dar un servicio lo damos, si no, abogamos para que exista. Nosotras no paramos, no suspendemos nunca nuestros servicios”.

La clínica de salud sexual y reproductiva con la que cuenta su organización no cerró ni un día durante la guerra, y brindó sin falta chequeos, tratamientos y medicinas a pacientes con sida o problemas de consumo de drogas. Tampoco dejó de funcionar la línea de atención de salud mental que inauguraron durante la pandemia, que se transformó en una herramienta de acompañamiento a desplazados. “Acudimos a los albergues para dar talleres sobre cómo prevenir el acoso, sobre salud mental, explicamos cómo tener acceso a servicios de atención y a qué instituciones acudir”, dice Badran.

Tres mujeres trabajadoras sociales desempacan ropa donada para personas refugiadas en una escuela en la localidad de Deir Al-Ahmar, en el norte de Líbano, el 2 de noviembre de 2024.
Tres mujeres trabajadoras sociales desempacan ropa donada para personas refugiadas en una escuela en la localidad de Deir Al-Ahmar, en el norte de Líbano, el 2 de noviembre de 2024.Ed Ram (Getty Images)

Brigitte Chelebian, abogada y fundadora de Justicia sin Fronteras, una ONG principalmente dedicada a proveer asistencia y acompañamiento legal a mujeres y niñas víctimas de violencia de género, cuenta: “Con la guerra, nuestro enfoque de trabajo se amplió”. Ahora también reciben casos que van desde comunidades campesinas cuyo terreno fue bombardeado por Israel con fósforo blanco —un químico incendiario prohibido como arma por su afectación indiscriminada a la población civil— y dejó el suelo inutilizable para los cultivos, hasta casos de personas que perdieron sus documentos de identidad o de propiedad de su residencia en bombardeos.

Justicia sin Fronteras continúa acompañando a las víctimas de violencia de género que, según la ONU, incrementó durante la guerra. En 2024 atendieron 600 casos de ese tipo y, a partir de este mes y durante febrero, tendrán un servicio de asistencia legal móvil por todo el país. En un mes y medio esperan alcanzar a 2.000 mujeres y 1.000 niñas, realizando sesiones de “concienciación legal y jurídica” en las que las instruyen sobre sus derechos y las leyes que las protegen. “Muchas mujeres terminan normalizando su situación y no se dan cuenta de que están bajo condiciones de abuso y peligro”, asegura Chelebian.


“El reto es llevar a las mujeres a los espacios de toma de decisión"

No basta, sin embargo, con atender a la población en tiempos de crisis y emergencia. Las organizaciones lideradas por mujeres buscan soluciones estructurales y permanentes. “El reto es llevar a las mujeres a los espacios de toma de decisión cuando se discuten asuntos como el alto el fuego, la paz en Líbano, la participación en la escena política, que es muy baja”, manifiesta Chelebian.

Para ella, el trabajo que históricamente han realizado las mujeres tampoco cuenta con reconocimiento social, ni es retribuido de manera justa económicamente. Explica que eso tiene que ver con que Líbano es un Estado confesional, en el que la religión juega un papel fundamental en cómo están configuradas y cómo funcionan las instituciones. Eso, según Chelebian, limita las posibilidades económicas, sociales y culturales de las mujeres, como también evidencia un informe de Human Rights Watch, y las circunscribe en un contexto donde “el hombre es el centro de todo”.

“Todo el mundo asume que hacen este trabajo porque es lo que les corresponde, porque es lo natural, pero no entendemos que se ponen en riesgo para apoyar a otros, y nadie habla de eso”, agrega Nadia Badran. A pesar de ello, insiste en que las mujeres en Líbano son “robustas”. “Muchas han perdido familiares por la guerra o por la enfermedad, mucha tuvieron que casarse de manera forzosa y hacerse cargo de su hogar desde muy jóvenes, pero somos robustas, nos quedamos y luchamos”. No es la primera vez que Líbano se enfrenta a una crisis semejante, dice Myriam Sfeir, y no será la última: “Las que siempre van a estar ahí para atender a la gente, son las mujeres, que están en la calle, en el terreno, trabajando”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_