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Pastores y agricultores frente a frente en el sur de Nigeria

Los altercados, a menudo sangrientos pero poco documentados, provocan decenas de miles de desplazamientos de campesinos en regiones meridionales del país africano

El 2 de febrero de 2021, cuando el agricultor Dayo Festus llegaba a su granja de Ajowa-Akoko, en el Estado de Ondo, en el suroeste de Nigeria, se encontró con el ganado de unos pastores en sus tierras. Las habían invadido y habían destrozado sus cultivos. Festus y los pastores se enzarzaron en una acalorada disputa que acabó en un combate físico en el que el agricultor perdió la vida. Según la madre del fallecido, que se identifica simplemente como Janet y tiene 71 años, el cuerpo sin vida de su hijo fue hallado cubierto de sangre y con cortes de machete.

“Sigo llorando cada mañana. Era el sostén de la familia. Deja dos esposas y siete hijos que luchan por sobrevivir tras su muerte”, cuenta Janet, cuyos cultivos también fueron parcialmente destruidos por unas reses recientemente. Olatunde Adeolu, un amigo del agricultor fallecido, explica que también dejó sus tierras en la zona por miedo de los pastores que buscan tierra y agua para su ganado. “Cortan mis mandiocas para dárselas a sus vacas. Si me enfrento a ellos, amenazan con matarme. Tras la muerte de mi amigo, abandoné la granja. No quiero que me maten, por mis hijos”, dijo.

Según Amnistía Internacional, entre 2016 y 2018 se perdieron al menos 3.641 vidas como consecuencia de los choques entre granjeros y pastores en Nigeria. Más de la mitad de estas víctimas mortales se registraron solo en 2018. Al menos 300.000 personas se vieron desplazadas por el mismo motivo durante ese periodo. No hay cifras más recientes para ilustrar este fenómeno, que preocupa enormemente a los agricultores y autoridades locales. Los enfrentamientos, desplazados e incluso las víctimas mortales no forman parte de ninguna estadística oficial porque parte de las familias afectadas, algunas de ellas entrevistadas por este diario, no tienen acceso a la prensa y mucho menos a una comisaría.

En los últimos años, la sequía y la desertificación han provocado la pérdida de vegetación y la disminución de los recursos hídricos en el norte de Nigeria, lo que ha obligado a los pastores nómadas a emigrar al sur del país en busca de agua y alimento para sus animales. Una vez en el sur, la urbanización creciente les lleva a adentrarse en tierras cultivadas y eso provoca numerosos enfrentamientos con los agricultores.

“Cortan mis mandiocas para dárselas a sus vacas. Si me enfrento a ellos, amenazan con matarme”
Olatunde Adeolu, agricultor nigeriano

En 2019, el Gobierno nigeriano anunció un programa para crear asentamientos para los pastores en todos los Estados y también lanzó un Plan Nacional de Transformación Ganadera de 10 años de duración para reducir el movimiento de ganado, impulsar la producción y atajar la crisis. Sin embargo, el problema persiste debido a la incapacidad de las autoridades para garantizar la seguridad o mediar en estos conflictos.

Tras la muerte de Festus y muchos otros, los 17 gobernadores del sur de Nigeria decidieron prohibir el pastoreo libre en sus Estados. A pesar de ello, los ataques y contraataques han seguido expulsando a los granjeros de sus tierras. “Hace mucho que no dormimos con los dos ojos cerrados”, resume Ezekiel Dahunsi, un obispo jubilado de la región. “La mayoría de las mujeres temen ir a las granjas porque a veces son violadas por los pastores cuando tratan de impedir que los animales se coman sus cosechas. Recibo a diario muchas denuncias”, explica.

Grupos de autodefensa

Cuando este diario fue a la comunidad para realizar este reportaje no vio a agentes de policía ni tampoco una comisaría. Mientras que Naciones Unidas recomienda un agente de policía por cada 450 personas para una vigilancia policial eficaz, la población de Nigeria, estimada en casi 225 millones de habitantes en 2023, necesitaría unos 460.000 agentes para vigilar adecuadamente la nación, pero cuenta con menos de 400.000. La portavoz de la Comandancia de Policía del Estado de Ondo, Funmilayo Odunlami, ha prometido desplegar agentes en la zona. “La comunidad es vulnerable a los ataques y se están haciendo esfuerzos para tener más operativos de seguridad tan pronto como sea posible para salvaguardar vidas y propiedades”, dijo la responsable a este diario.

Según Amnistía Internacional, entre 2016 y 2018 se perdieron al menos 3.641 vidas como consecuencia de los choques entre granjeros y pastores en Nigeria

Mientras tanto, seis regiones del suroeste del país han impulsado la creación de un cuerpo de seguridad conocido por el nombre de Amotekun. Su objetivo es reducir estos enfrentamientos y los delitos que se cometen presuntamente por grupos vinculados a los pastores, pero por ahora las cifras de violencia y crímenes persisten.

En diciembre de 2022, Jimoh Omoola, un líder tradicional en la región de Ajowa (Estado de Ondo), que siempre había insistido en imponer elevadas multas a los pastores cuyos animales destruyeran las tierras de cultivo, fue secuestrado en su residencia. El hombre, una especie de monarca local, había sido acusado de mostrar intolerancia hacia los dueños del ganado y de defender a los granjeros que se quejaban de los ataques.

Su esposa, Oluyemisi, recuerda que los secuestradores, que ella identifica como eran pastores nómadas, “entraron en el palacio a tiros” y acusaron al responsable de obligarles a pagar multas cada vez que su ganado destruía tierras de cultivo. “Le golpearon y lo llevaron al bosque, donde pasó casi un mes hasta que se pagó un rescate de cerca de 7.500 euros por su liberación”, explica. Ha transcurrido casi un año desde el incidente, pero el monarca sigue recuperándose de las heridas sufridas.

Tras el secuestro del líder tradicional, los dirigentes de esta comunidad también crearon un grupo de vigilancia de 50 hombres para cubrir el vacío dejado por la policía y velar por la seguridad en las granjas. “El secuestro fue una vergüenza, así que tuvimos que crear una unidad independiente de autodefensa”, explica el obispo Dahunsi.

El líder de un grupo de pastores que vive en la zona y que se identifica como Yellow culpa de los ataques a extranjeros que cruzan las fronteras con armas y suelen huir a otras zonas con su ganado después de cometer delitos. Este hombre aseguró a este diario que se ha comprometido a garantizar que los pastores locales respeten el orden y que su ganado no destruya los cultivos. “Ya hemos iniciado conversaciones con los pastores que están bajo nuestra supervisión. Deben aprender a vivir en armonía con sus anfitriones y trabajaremos con los líderes tradicionales para garantizar una coexistencia pacífica”, promete.

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