Nigeria enfrenta el brote de difteria “más grave de la historia mundial reciente”
Desde enero se han confirmado más de 8.000 casos y más de 500 muertes por esta enfermedad infecciosa prevenible en el país africano, donde la tasa de vacunación es muy baja
Sanusi Ibrahim, un mecánico de automóviles del Estado de Kano, en la región noroccidental de Nigeria, ha perdido a su hijo por una infección de difteria. El padre cuenta, tratando de retener las lágrimas, que Muhidden, de 10 años, falleció el pasado agosto. El niño tuvo fiebre y dolor de garganta durante días antes de que lo llevaran al hospital para recibir atención médica. “Cuando vi que la enfermedad se agravaba, tuve que llevarlo al médico para que le diagnosticaran. El resultado reveló que tenía difteria. Así que nos remitieron al centro de aislamiento del Estado de Kano, en el hospital especializado Murtala Muhammad”, relata.
“Pronto, el aliento de Muhidden empezó a oler mal, a pesar de cepillarse tres veces al día. Más tarde le salieron unos bultitos blancos en la boca que hicieron que se le hinchara y que tuviera dificultades para respirar. Al cabo de unos días en el centro de aislamiento, mi hijo murió”. Después de enterrar al pequeño, su hermano menor, Farouk, también experimentó síntomas similares, pero recibió rápidamente la atención médica adecuada.
La difteria está causada por una bacteria llamada Corynebacterium diphtheriae que suele afectar a las mucosas de la nariz y de la garganta, causando complicaciones respiratorias y cutáneas. Aunque la mayoría de quienes la contraen sobreviven, la recuperación suele ser lenta. Si no se trata, puede ser mortal para entre el 5% y el 10% de los pacientes. La tasa de mortalidad es más elevada en los niños pequeños, pero la enfermedad se puede prevenir mediante la vacunación. Ninguno de los miembros de la familia de Ibrahim habían sido inmunizados contra esta dolencia, confirma el padre al otro lado del teléfono, después de que unas fuertes lluvias en Kano impidieran un encuentro en persona.
Le salieron unos bultitos blancos en la boca que hicieron que se le hinchara y que tuviera dificultades para respirar. Al cabo de unos días en el centro de aislamiento, mi hijo murióSanusi Ibrahim
En enero de 2023, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Nigeria (NCDC por sus siglas en inglés) dio la voz de alarma ante la propagación de esta enfermedad en algunos Estados como Kaduna, Rivers, Oyo, Lagos y Kano. Este último es considerado el epicentro del brote, que Unicef califica como “el más grave de la historia mundial reciente”. Solo en este país se han confirmado casi tantos contagios como en todo el mundo en 2021, cuando hubo 8.638, en total. Eduardo Celades Blanco, jefe de salud de Unicef Nigeria, anota que se han registrado más de 11.000 casos sospechosos en todo el país, de los que más de 8.000 han sido confirmados. En total, según esta fuente, la difteria ha causado 506 muertes hasta el 6 de octubre.
El mes pasado, la organización humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF), declaraba que se habían confirmado más de 6.000 casos solo entre mayo de 2022 y principios de septiembre de 2023. El pico de potenciales infecciones se dio en agosto de 2023, con unos 4.000 sospechosos, más de tres cuartas partes de los cuales procedían del Estado de Kano, según la ONG. “El 80% de los casos son niños que no recibieron la vacunación necesaria cuando nacieron o, al menos, no la pauta completa. Eso es una de las razones por las que tuvimos un brote masivo de sarampión el año pasado y, este año, de difteria”, explica Celades. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 60% del total de pacientes de este último no había sido inmunizado contra la enfermedad.
Es el caso de la hija de Hafsat Abdulwahab. Esta madre, que se casó hace poco más de un año, se encuentra actualmente en el centro de aislamiento con su bebé de seis meses luchando contra la mortal enfermedad y tiene miedo de perder a su única hija a causa de la difteria. “Al principio tenía mucha fiebre y lloraba mucho. Decidí medicarla contra la malaria, pero la enfermedad persistía. Al cabo de una semana, le examiné la boca y vi unos bultitos blancos”. Al ver estos síntomas, la llevó al hospital, allí le dieron el diagnóstico y la pusieron en tratamiento. “Espero que salga con vida”, dice, preocupada.
Esfuerzos para frenar la enfermedad
En Nigeria, la cobertura nacional de la administración sistemática de la vacuna pentavalente (que protege de enfermedades potencialmente mortales como la difteria, la tos ferina, el tétanos y la hepatitis B) es del 57%. Una tasa claramente “insuficiente”, subraya la OMS, pues se necesita mantener una cobertura del 80% al 85% para proteger a la población y que se produzca inmunidad de grupo. La principal razón de esta cifra tan baja, apunta Celades, es que su sistema de salud es “deficiente”. “Observamos que no hay suficientes médicos, enfermeras y comadronas. También advertimos desigualdades en los distintos Estados debido a la falta de acceso, sobre todo en las zonas rurales y las comunidades azotadas por la inseguridad”.
El Gobierno nigeriano ha creado un grupo de trabajo conjunto para acabar con el brote. Unicef presta apoyo para la campaña de vacunación con la pentavalente para niños a partir de seis semanas. “Hasta ahora, más de 500.000 niños, especialmente en Kano, el epicentro de la enfermedad en Nigeria, han recibido la vacuna. Deberían recibir tres dosis, pero ya hemos administrado la primera; 1,2 millones de niños también han recibido la primera inyección contra la tuberculosis. Aparte de esto, hemos estado apoyando con medicamentos y animando a la comunidad a participar”, detalla Celades. “También hemos detectado casos en Níger y en Guinea. Estos son los otros dos países afectados en este momento y la mejor manera de detener la propagación es la vacunación adecuada de nuestros niños”, agrega.
Tras su amarga experiencia, Hafsat Abdulwahab promete que, si su hija sobrevive a la enfermedad, se asegurará de que la niña reciba las vacunas posteriores en el momento adecuado y también abogará por una vacunación completa de los niños de su comunidad. “Espero que mi hija lo supere”, repite.
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