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“Es la única manera de lograr un cambio”: pese a la creciente represión, la oposición de Zimbabue acude a las urnas

El país africano elige un nuevo presidente este miércoles en un clima de hostigamiento a los detractores del Gobierno. Pero el complicado contexto económico podría penalizar al partido que lleva 43 años en el poder

Zimbabue
Una mujer posa junto a las imágenes de candidatos en el barrio de Mbare, en Harare, el 21 de agosto.SIPHIWE SIBEKO (REUTERS)

Once candidatos y unas elecciones impregnadas de represión, descontento de la población, crisis financiera y miedo a fraudes. Este es el panorama que acompaña a los zimbabuenses a las urnas este miércoles, en unos comicios en los que los opositores al presidente, Emmerson Mnangagwa, y a su partido, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), en el poder desde hace 43 años, acusan al Gobierno de controlar cada día más a los organismos públicos y de restringir las protestas. Pero pese a este contexto hostil, los detractores han decidido no boicotear los comicios.

En las últimas semanas, varios simpatizantes de la Coalición Ciudadana por el Cambio (CCC), liderado por Nelson Chamisa, de 45 años, el principal rival de Mnangagwaha han terminado detenidos por la policía antidisturbios ¿Su delito? Asistir a una reunión de la oposición en las afueras de la ciudad.

Las organizaciones internacionales de derechos humanos condenan estos arrestos, pero los zimbabuenses ya no se sorprenden. En vísperas de las elecciones, la policía ha prohibido más de 100 mítines de la formación política CCC. Además, en los últimos años, las autoridades han aumentado sus herramientas para actuar contra manifestaciones o actos de masas contrarios a sus intereses: en 2016 se modificó una ley que restringió considerablemente el derecho a manifestarse y el pasado junio, entró en vigor la llamada “ley patriótica”, en virtud de la cual cualquiera que cause “daños deliberados a la soberanía y al interés nacional” puede acabar condenado a un máximo de 20 años de cárcel.

Las leyes represivas tienen como principal objetivo garantizar la permanencia en el poder del presidente Emerson Mnangagwa, de 80 años. El político, conocido como El cocodrilo por su astucia política, llegó al poder en 2017 tras un golpe militar en el que derrocó a su mentor, Robert Mugabe, fallecido dos años después. La posición de Mugabe, el primer y único presidente que gobernó Zimbabue desde su independencia en 1980, se había vuelto insostenible: desde que en el año 2000 confiscó las tierras de cultivo a los agricultores blancos y las redistribuyó entre los zimbabuenses negros, el país se había sumido en una profunda crisis económica.

Mítin de la Coalición Ciudadana por el Cambio (CCC), partido de la oposición de Zimbabue, el 21 de agosto en Harare.
Mítin de la Coalición Ciudadana por el Cambio (CCC), partido de la oposición de Zimbabue, el 21 de agosto en Harare. AARON UFUMELI (EFE)

Aunque los seguidores de Emerson Mnangagwa señalan éxitos —como un sector minero en auge y una cosecha récord de cereales gracias a las reformas de las nuevas leyes agrícolas—, las elecciones que se celebran este miércoles se ven ensombrecidas por la recesión económica. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el brazo de Naciones Unidas para combatir el hambre, al menos el 49% de la población de Zimbabue vive en condiciones de extrema pobreza y el país registra una de las tasas de inflación más elevadas del mundo, que en el año 2022 superó el 100%, según el Banco Mundial.

El ZANU-PF tiene el control de los tribunales (...) y la policía hace cumplir sus leyes y políticas represivas. Es la expresión máxima de la ilegalidad
David Coltart, abogado

La campaña electoral es, por tanto, muy similar a la de 2018, cuando Mnangagwa obtuvo un estrecho margen en las urnas. “Incluso entonces, las elecciones giraron en torno a la economía”, afirma el abogado de derechos humanos David Coltart. El experto prevé que el partido CCC registrará un impulso en este contexto financiero complicado. “La economía está fallando, lo que puede significar que la oposición puede jugar su baza. Además, Mnangagwa también es sospechoso de lavado de dinero, lo cual ha provocado un palpable descontento social, e incluso en las zonas rurales, tradicionalmente un feudo del ZANU-PF, los votantes se están decantando por el CCC”, agrega.

En un manifiesto titulado Para todos, Nelson Chamisa, líder del CCC, ha prometido atajar la corrupción, crear empleo y acabar con la pobreza en Zimbabue. Coltart, que lleva más de 40 años participando en la política zimbabuense, se ha afiliado recientemente al CCC y afirma que nunca ha vivido “unos comicios tan ilegales y fraudulentos” como estos. “El ZANU-PF tiene el control de los tribunales (...) y la policía hace cumplir sus leyes y políticas represivas”, asegura. “Es la expresión máxima de la ilegalidad”, resume.

Un polvorín

El abogado de derechos humanos Musa Kika también lamenta que el ZANU-PF se haya hecho con un mayor control de las instituciones zimbabuenses en los últimos años, lo que ha creado un terreno de juego desigual para las elecciones. “La manipulación que estamos sufriendo ahora es mucho más sofisticada que la de las elecciones anteriores”, afirma. Solo en el año 2000, tras las expropiaciones de tierras llevadas a cabo por Mugabe, Zimbabue consiguió una oposición estable. Y ya entonces y por primera vez, el partido en el poder respondió con represión e intimidación.

Al menos el 49% de la población de Zimbabue vive en condiciones de extrema pobreza y el país registra una de las tasas de inflación más elevadas del mundo

“En el año 2002 fue la primera vez que tuvimos que lidiar con la violencia electoral, algo que se ha repetido en cada votación posterior”, agrega Kika. “La violencia electoral fue peor en 2008, cuando murieron al menos 100 personas y también nos acecha este año”, advierte. “El país está increíblemente dividido. Gane quien gane, el resultado de las elecciones será impugnado. Esto es un polvorín”. El abogado recuerda que, el pasado 4 de agosto, un simpatizante del CCC murió tras sufrir una emboscada cuando se dirigía a una reunión del partido.

A pesar de este clima adverso y de los temores crecientes, el partido de Chamisa considera que la única opción era presentarse. Si los opositores hubieran boicoteado los comicios, opina, el ZANU-PF habría ganado sin obstáculos. “Queremos demostrar que podemos movilizar a tanta gente que no puede haber más trampas”, dijoha declarado el abogado y portavoz de CCC Fadzayi Mahere. En 2018, Mnangagwa obtuvo un 50,8% de los votos y según sus detractores, ese 0,8% de las papeletas que supuso la victoria se debió al voto fraudulento. “Pero esta vez la diferencia será demasiado grande para amañarla”, afirma Mahere, con entusiasmo. “Creemos en una democracia constitucional. Solo así podremos lograr un cambio político en nuestro país”, concluye.

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