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El bosque de las ‘nuwas’, el lugar donde las indígenas awajún de Perú se hacen más fuertes

Las mujeres de esta comunidad de la Amazonia están a cargo de reforestar y preservar costumbres ancestrales en una parte del bosque de Shampuyacu, un proyecto que las empodera, protege la biodiversidad y ya ha sido reconocido por el Gobierno peruano

Bosque de las Nuwas Peru
En el centro de la foto, Ruth Cumbia Sejekam, junto a algunas de las integrantes de el Bosque de las Nuwas, un emprendimiento de mujeres de Shampuyacu, en Perú.Sally Jabiel

Antes de adentrarse en el bosque, Ruth Cumbia Sejekam abraza un árbol altísimo, cuya copa se extiende más allá de donde alcanza la vista. Respira profundamente, piensa en todo lo negativo y lo deja ahí, al pie de ese frondoso árbol tornillo, el más longevo del Bosque de las Nuwas, custodiado por las mujeres de la comunidad awajún de Shampuyacu y amenazado por la deforestación en el norte de Perú.

Cuenta la tradición oral que el espíritu de la tierra dio a las nuwas, que en lengua awajún significa mujeres, la sabiduría sobre el cuidado y el uso de las semillas. Durante generaciones, las abuelas, madres y niñas de Shampuyacu recibieron estos conocimientos e intentaron preservar la armonía con la naturaleza. “Hasta que el dinero llegó a la comunidad”, lamenta Cumbia Sejekam. Desde entonces, agricultores de otras partes del país alquilaron sus tierras para sembrar café, plátano y ahora piña. En solo dos décadas, los awajún perdieron cerca del 90% de sus bosques y, con ellos, parte de su sabiduría ancestral.

“Y al perder el bosque nos perdemos a nosotras mismas”, explica esta mujer de 26 años. Pero ese pasado añorado, donde el bosque aparece exuberante y sano, sigue vivo hoy en la tierra de las nuwas, nueve hectáreas donde 70 mujeres recuperan los saberes ancestrales y preservan la tierra. En este particular territorio cada mujer dispone de una pequeña parcela a su nombre donde siembran plantas medicinales. Ya han logrado recuperar más de 100, como el jengibre amazónico, el achiote, el toé o el pijipiji. Además, registraron un total 136 semillas para obtener su propiedad intelectual y han lanzado al mercado su propia línea de infusiones, con mezclas para aliviar los dolores estomacales y la gripe y hasta con propiedades afrodisíacas.

La conexión con el bosque

Al entrar al Bosque de las Nuwas se ve el resto de un árbol talado, prueba de que la deforestación ya había llegado a la zona. Por ello, la comunidad pidió el apoyo de Conservación Internacional, organización que ya trabajaba en la región desde 2007 para salvaguardar el vecino Bosque de Protección de Alto Mayo.

Ruth Tavita, responsable de la biblioteca de la comunidad Shampuyacu, ubicada al norte de la Amazonía peruana, junto a los niños de la localidad.
Ruth Tavita, responsable de la biblioteca de la comunidad Shampuyacu, ubicada al norte de la Amazonía peruana, junto a los niños de la localidad.Sally Jabiel

La comunidad comenzó a reforestar las riberas y a evitar la erosión de ciertos suelos, pero los hombres empezaron a perder el interés en la tarea, mientras las mujeres ganaban protagonismo. “Efectivamente, gracias a ellas tuvimos grandes resultados en un plazo corto de tiempo. A partir de eso, toman más conciencia de la importancia de la conservación”, asegura Edward Isla, coordinador de producción sostenible de Conservación Internacional. En 2015, las mujeres solicitaron la gestión de una parte del bosque de Shampuyacu para sembrar sus plantas medicinales, rescatar los saberes ancestrales y hacer frente a las motosierras. Ese mismo año, también la comunidad firmó un acuerdo de conservación, en el que se comprometió de forma voluntaria a proteger sus bosques, para lo que recibe asistencia técnica de Conservación Internacional. Fue el inicio del Bosque de las Nuwas.

“Veía a mi mamá trabajando para rescatar sus semillas, pero no me interesaba. Yo le decía: ‘Mamá, para qué todo este trabajo si no va a servir de nada’. Ella me decía: ‘No es así, tú tienes que valorar el bosque, tu cultura y tienes que enseñarle a tu hija el idioma awajún”, recuerda Uziela Achayap, explicando que sentía mucha vergüenza por ser parte de esta comunidad indígena, la segunda más numerosa de Perú, según el Ministerio de Cultura. “Ahora me da pena recordar que decía a mi madre que lo mejor era que mis hijos no hablaran awajún”, explica.

Pero un día de 2019, Achayap asistió a una de las reuniones de las nuwas. “En ese momento me sentí muy avergonzada de no saber nada sobre plantas, mientras otras compañeras sí. Mi mamá siempre me daba preparados cuando estaba enferma y yo me negaba diciéndole que para eso estaban las farmacias”, recuerda la joven. Su conexión con aquella tierra se produjo en ese instante y desde ese momento ya no pudo dejar de aprender de ella y de cuidarla. Hace un año fue elegida presidenta del Bosque de las Nuwas.

A Ruth Tavita le pasaba lo mismo que a Achayap. “No quería que me dijeran awajún. ‘Yo soy mestiza’, decía a todo el mundo. Preguntaba a mi madre por qué me trajo al mundo y sentía vergüenza cuando en el colegio me insultaban diciendo ‘tú eres awajún, tú comes monos”. Pero su apego con el bosque fue inmediato. “A los 15 años andaba con mi mamá entre los árboles y le preguntaba sobre las plantas medicinales”, explica esta mujer, que en 2015 se unió al Bosque de las Nuwas y ahora está a cargo de la biblioteca comunal, un lugar de encuentro de saberes y de intercambio entre generaciones. “Tenemos que aprovechar mientras nuestros abuelos estén vivos, aprender de ellos, porque si se van de este mundo nosotros perderemos esas costumbres”, comenta Tavita.

Ahora tenemos que aprovechar mientras nuestros abuelos esten vivos, aprender de ellos, porque si se van de este mundo nosotros perderemos esas costumbres
Ruth Tavita, responsable de la biblioteca de la comunidad Shampiyacu, al norte del Perú.

Una historia de resistencia

Pero el camino de las nuwas ha sido violento y doloroso. “Aquí hay hombres muy machistas que someten a las mujeres. Hemos vivido obedeciendo”, resume Achayap. Por ello, Conservación Internacional decidió formar a ocho nuwas en violencia machista y convertirlas en referentes dentro de la comunidad. Ahora, estas mujeres acompañan a otras que deciden denunciar a un hombre por abusos y se busca entre todas apoyo legal para que el presunto agresor responda ante la justicia si así corresponde. “Uno de los mayores logros es el empoderamiento de las mujeres. Ahora son mucho más aguerridas y decididas”, reconoce Norith López Sandoval, coordinadora de desarrollo comunitario de la Conservación Internacional. “Son tan emprendedoras que muchas veces se han caído, pero eso no ha durado mucho. Se han levantado. Creo que si nosotros nos fuéramos de aquí, ellas continuarán perfectamente”, agrega.

En 2018, las nuwas iniciaron un emprendimiento turístico en el bosque que ha recibido el reconocimiento del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo del Perú. Han construido también, gracias al apoyo de instituciones públicas, una reserva de agua y un sistema de riego por goteo para hacer frente a los periodos de sequía.

“¡Ya no me avergüenzo, me siento orgullosa! Si todo esto no hubiera pasado, tal vez nadie nos conocería, pero ya vieron que somos mujeres que emprendemos, luchamos, cuidamos el bosque y lo rescatamos”, concluye Achayap.

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