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África busca socios para mitigar las consecuencias de un cambio climático devastador

Los ministros de Medio Ambiente africanos se reúnen en Dakar para unificar posturas de cara a la Cumbre del Clima de Egipto en noviembre

Cumbre del Clima Egipto noviembre
Hawa Mohamed Isack, de 60 años, bebe agua en Muuri, uno de los 500 campamentos para desplazados internos de la ciudad, en Baidoa, Somalia, el pasado 13 de febrero.YASUYOSHI CHIBA (AFP)
José Naranjo

África se siente decepcionada porque, pese a las promesas de los últimos años, no recibe suficiente financiación procedente del Norte para mitigar las consecuencias de un cambio climático que han provocado sobre todo los países desarrollados. Sin embargo, lejos de instalarse en la queja, busca nuevos socios internacionales, tanto públicos como privados, para hacer frente a un fenómeno devastador. “El cambio climático alimenta las migraciones, la inestabilidad política, los conflictos. No es una teoría, es algo muy visible”, asegura Mohamed Atani, jefe de Comunicación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés).

Durante dos días, los pasados 14 y 15 de septiembre, los ministros africanos de Medio Ambiente mantuvieron su encuentro anual en Dakar (Senegal) con el objetivo, entre otros, de fijar una posición única de cara a la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP27) que tendrá lugar este año en Sharm El-Sheikh, Egipto, el próximo mes de noviembre. Allí se volvió a poner de manifiesto la decepción de los países africanos por la falta de ejecución de las promesas financieras hechas por los países desarrollados para mitigar los impactos del calentamiento global y adaptarse al mismo. En 2009, el Norte se comprometió a desembolsar 86.000 millones de euros al año. Pero África sigue esperando.

“El cambio climático alimenta las migraciones, la inestabilidad y el conflicto en África”
Mohamed Atani, jefe de Comunicación del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente

“África no recibe los fondos suficientes, eso ya lo sabemos. De ahí la necesidad de encontrar nuevos socios y nuevas vías de financiación, tanto en África como fuera de ella, que sean más innovadoras y flexibles”, asegura Atani. En el horizonte, desde China hasta Turquía, pero también bancos, fundaciones, organismos internacionales. En la Conferencia Ministerial Africana para el Medio Ambiente (AMCEN, por sus siglas en inglés) de Dakar, que estuvo precedida por encuentros de expertos y de la sociedad civil, también se insistió en la idea de integrar a los ministros de Finanzas del continente en una plataforma dedicada a encontrar más recursos para afrontar este desafío.

Este verano, tal y como viene ocurriendo en los últimos años, las lluvias torrenciales se han cebado con numerosas ciudades africanas. Cientos de muertos en países como Níger, Sierra Leona, Senegal, Chad, Sudán y también en Sudáfrica en abril atestiguan algo que los expertos vienen alertando: el comportamiento de la pluviometría se está viendo alterado por la subida global de las temperaturas y las lluvias son cada vez más erráticas y extremas. Cuando esto se combina con ciudades poco adaptadas, las consecuencias son catastróficas. En la cornisa atlántica africana la subida del mar está devorando a comunidades enteras y en el Sahel el avance del desierto provoca hambre y malnutrición y alimenta movimientos migratorios y conflicto. Los ciclones del Índico, la hambruna en Madagascar, la plaga de langostas en el Cuerno de África... El calentamiento global extiende sus tentáculos por todo el continente.

“El impacto está ahí, lo estamos viendo, no es una teoría. Las olas de calor, la desertificación, la deforestación, la subida del mar. Pero no es solo el medio ambiente, hay un aspecto socioeconómico fundamental. El problema hay que verlo en su integridad y abordarlo con enfoques nuevos. Por ejemplo, la gestión de residuos es un enorme desafío, pero al mismo tiempo es una oportunidad para generar empleo. Ese es el espíritu que queremos promover desde Naciones Unidas”, añade Atani. África solo es responsable del 3% de los gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, pero es uno de los continentes más afectados.

Durante la AMCEN, los 54 ministros africanos de Medio Ambiente pusieron el foco en los mecanismos de financiación de acciones que combinen ambos enfoques, la adaptación al cambio climático y la creación de empleo, además de adaptar sus demandas al terremoto económico que supuso la pandemia de covid-19 y que ha dejado al continente exhausto. La pérdida de biodiversidad y la contaminación centraron también parte de los debates, con el objetivo de elevar propuestas a la Conferencia de Biodiversidad de la ONU (COP15), que se celebrará en Montreal (Canadá) del 5 al 17 de diciembre de 2022. África busca tener voz propia y unificada en todos los foros internacionales sobre la materia.

“Hay una enorme sensibilidad porque el impacto es enorme y es una de las causas principales de fenómenos como las migraciones, la inestabilidad política o los conflictos por los recursos. El Sahel es un claro ejemplo. Las consecuencias son duras, pero la inacción no ayuda. El cambio climático no hace diferencias entre ricos y pobres, países desarrollados o no, las olas de calor son un ejemplo, estamos todos en el mismo barco. Claro que hay responsabilidades históricas, pero el diálogo y el multilateralismo son la única salida”, comenta el portavoz del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente en África. “La cuestión no es quién ha creado el problema, sino encontrar soluciones. De lo contrario, no avanzamos”.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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