Mujeres afrodescendientes en política: “No quiero ser la única, quiero ser una más”
Con motivo del Día de la Mujer Afrodescendiente, el 25 de julio, damos una vuelta por el mundo para destacar los logros y desafíos de aquellas profesionales que están llenando los espacios políticos
En 1851 todavía existía la esclavitud en Estados Unidos. También en las colonias españolas. Miles de hombres, mujeres y niños eran aún comprados y vendidos. Aquel mismo año, Sojourner Truth, otrora esclava afrodescendiente, pronunciaba su célebre discurso ¿Acaso no soy una mujer? en una convención femenina en Ohio. Lo hacía en un contexto de lucha: por los derechos civiles y los de la mujer. Ambos sujetos querían lo mismo: votar. Sin embargo, a pesar de apoyar ambos movimientos, las negras quedaron fuera de la ecuación.
Mucho ha pasado desde entonces. Ahora, el sufragio universal es un derecho –aunque no en todos los países–. Las mujeres negras no solo votan, sino que también forman parte activa de la política. Son vicepresidentas y presidentas. Son asambleístas y diputadas. Las más sonadas del momento: Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, y Francia Márquez, su homóloga en Colombia. Pero no son las únicas. Ellen Johnson-Sirleaf fue presidenta de Liberia durante 12 años. Sahle-Work Zewde lo es de Etiopía. Epsy Campbell fue vicepresidenta de Costa Rica. Estas mujeres abrieron el camino a las que ahora llegan.
Demos una vuelta por un mundo en el que, desgraciadamente, todavía hay que recurrir constantemente a la fórmula “primera mujer afrodescendiente en ocupar tal cargo”. Démosla de la mano de grandes figuras, de la mano de mujeres afro que han luchado y luchan por los derechos humanos, ya sea desde el activismo o desde la política. Démosla a través de las palabras de la exvicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell; la primera parlamentaria negra española, Consuelo Cruz Arboleda; la asambleísta de Ecuador, Paola Cabezas, y la defensora de derechos humanos de origen congoleño Nicole Ndongala.
La política, un viaje que empieza desde casa
En el segundo día de Cali Distrito Moda hubo un desfile que destacó. Las modelos llevaban vestidos coloridos y caminaban al ritmo de un saxofón. Era la colección Color de Baobab, marca de Consuelo Cruz Arboleda, quien, antes de dedicarse a la alta costura, se convirtió en el año 2015 en la primera persona afro en ser propuesta como candidata al Congreso de los Diputados en España. “Lo que estoy haciendo sigue siendo política”, afirma.
Porque, ¿qué es exactamente la política? La RAE dice, en su 9ª acepción, que se trata de la “actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos, con su voto, o de cualquier otro modo”. Por tanto, sí: lo que hace Consuelo entraría perfectamente dentro de esta definición. “La vida es una reivindicación política a diario”, añade. Para la exvicepresidenta costarricense Epsy Campbell, de hecho, la política empieza en casa: “La política es un espacio para la garantía de mis derechos y de los derechos colectivos. La primera parte donde una hace su ensayo de ciudadanía es en la casa”.
Así es como los pequeños cambios pueden transformar el mundo. Epsy Campbell empezó por exigir un trato igualitario entre sus hermanos y sus hermanas y terminó siendo una de las figuras políticas más representativas de su país. Porque el cambio tiene que empezar desde el barro, desde los espacios más pequeños.
‘Ancestras’ y luchas que allanaron el camino
Este siete de agosto, Francia Márquez hará efectiva su elección como vicepresidenta de Colombia. “Gracias a nuestros ancestros y ancestras”, reclamaba tras la victoria de Gustavo Petro. Se trata de un momento histórico, pues Márquez es la segunda mujer afro en ocupar dicho puesto en Sudamérica –la primera fue Epsy Campbell–. Hitos como este se vienen repitiendo, poco a poco, en otras zonas del mundo. En EE UU, con la elección de Kamala Harris; en Alemania, con la llegada de Aminata Touré al Gobierno; o en España, con la entrada al Congreso de los Diputados de Rita Bosaho.
“Que haya sido electa Campbell como vicepresidenta en Costa Rica, Obama en EE UU o Márquez en Colombia genera indudablemente un nuevo debate en la geopolítica sobre la representación del pueblo afro y las desigualdades”, indica la asambleísta ecuatoriana y ex presentadora de televisión Paola Cabezas. Todas las entrevistadas parecen coincidir: en la representación mundial de las afrodescendientes se está produciendo un cambio.
Pero este cambio no surge de la nada, sino que tiene una historia tan larga como el racismo, una historia que empezó con los movimientos abolicionistas y que ahora pasa por logros como los descritos. Por ejemplo, la directora de la asociación Karibu y defensora de los derechos humanos, Nicole Ndongala, reivindica a sus antepasados: “El continente africano era matriarcal hasta la llegada del colonialismo”. La madrileña de origen congoleño alude, por ejemplo, a la otrora reina de Angola durante el siglo XVI, Anne Zingha, que se negó a someterse a sus conquistadores y dirigió durante cuatro décadas la guerra contra los portugueses.
Más cercanos al presente son los movimientos sociales que las mujeres negras han liderado en Sudamérica durante la segunda mitad del pasado siglo. “En la última década, estos grupos antes invisibilizados ganaron protagonismo e ingresaron definitivamente en la agenda política mundial”, señala la activista brasileña Matilde Ribeiro en su artículo Las mujeres negras en la lucha por sus derechos. Nos referimos a la creación de plataformas como la Red de Mujeres Afroamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, coordinada por Campbell entre 1997 y 2001 y que desembocó en hitos como la declaración del Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, el 25 de julio. “La política no se transforma en sí misma”, apunta Campbell. “Solo los movimientos sociales y los reclamos de la gente consiguen transformaciones en la política”.
“No queremos que nadie decida por nosotras”
Para la también ex gobernadora de la ciudad ecuatoriana de Esmeralda, Paola Cabezas, estos movimientos sociales “tienen que constituirse en poder político”. La asambleísta señala que no solo están pidiendo espacios de representación, sino que, además, tienen propuestas para cambiar los males estructurales que aquejan a los sistemas democráticos, como el racismo o el machismo, que solo pueden cambiarse desde el interior del sistema político.
Así que “no solo es importante que haya mujeres negras en puestos de poder, sino que es imprescindible”, indica la directora de Karibu, Nicole Ndongala. Lo es porque, tal como afirman las cuatro entrevistadas, ni una mujer blanca ni un hombre negro (ni mucho menos un hombre blanco) van a representar igual las realidades de una mujer afro. “No queremos que nadie decida por nosotras”, indica Consuelo Cruz. En su caso, la política afirma que al entrar en el PSOE “la lucha fue muy grande”. “Ellos no entendían que nosotros necesitábamos espacio, decían que estábamos bien representados… Pero bien representados, ¿por quién?”.
Campbell, por su parte, piensa que las representaciones políticas deben de ser el reflejo de la diversidad que caracteriza al mundo y que, a pesar de los avances ya descritos, esta no se ve reflejada en las sociedades. De hecho, lo que ocurre en muchos sectores de la sociedad es que la representación de este colectivo se reduce a una sola persona. Cabezas es la única mujer afro de un parlamento de 137 personas. “Cuando soy la única negra del espacio pregunto a los organizadores ‘¿dónde estamos? ¿por qué soy la única negra?’”, señala Cruz. Y sentencia: “No quiero ser la única, quiero ser una más”.
“Es la propia mujer la que cambia la historia de la mujer”
Para la abogada y defensora de derechos humanos brasileña Flavia Piovesan, “la efectiva protección de los derechos humanos demanda no solo políticas universalistas, sino específicas, dirigidas a los grupos socialmente vulnerables, en tanto que víctimas preferenciales de la exclusión”, tal como señala en su artículo Derechos humanos y justicia internacional. Por eso también es importante que haya mujeres negras en los puestos de poder, para que puedan señalar los problemas a los que se enfrenta su colectivo y enfrentarlos con medidas concretas.
Por ejemplo, el año pasado se aprobó en la Comunidad Valenciana la primera proposición no de ley para combatir la discriminación hacia las mujeres afrodecendientes, como resultado de un trabajo liderado por mujeres de ascendencia africana. En este sentido, Campbell y Cabezas también han tenido ya la oportunidad de incentivar algunas de estas medidas en sus países. En el caso de la exvicepresidenta, esta señala hitos como la creación de una comisión de estudios afro-costarricense dentro del Ministerio de Educación Pública o la incorporación en el censo de una pregunta de autoidentificación.
Cabezas menciona un proyecto que pudo aprobar como gobernadora de Esmeraldas: el del Decenio Internacional para los Afrodescendientes, un periodo de 10 años (entre 2015 y 2024) proclamado desde las Naciones Unidas para proteger los derechos de las personas afro y reconocer sus aportaciones a la historia y la cultura globales. A modo de resumen, las palabras de Nicole Ndongala: “Creo que es la propia mujer la que cambia la historia de la mujer”.
El peligro de llegar al poder
Entre los meses de mayo y junio de este 2022, el Equipo del Decenio Afrodescendiente en España viajó a Colombia. El proyecto que allí han desarrollado, denominado Voces de Mujeres en el Decenio Afrodescendiente, coordinado por Isabelle Mamadou, tenía el objetivo de documentar el racismo contra las líderes sociales durante las elecciones. Porque durante los comicios no han sido pocos los discursos racistas que han salido a la palestra. Sin ir más lejos, la artista Marbelle, muy conocida en Colombia, se refirió a Márquez como “King Kong”.
“Transformar algo implica resistencia y también implica ampliar el concepto democrático”, apunta Epsy Campbell. De esta forma, con la ocupación de espacios de poder (históricamente ligados a hombres blancos) por mujeres o personas afro, ocurren dos fenómenos: primero, un cambio de imaginario y, segundo, una intensificación de la oposición a ese cambio de paradigma.
En el primer caso, la costarricense indica que “el cambio de imaginario no es solo únicamente para las mujeres negras, es para la sociedad en general, porque empezamos a normalizar que esos espacios, históricamente vedados, están siendo ocupados también por mujeres negras”. No obstante, “cuando tú osas pisar los espacios de poder, que para muchos están establecidos para ciertas élites, empiezan los prejuicios reales”, señala Cabezas.
Puertas que no dejan de abrirse
Todas estas mujeres son, como ellas recalcan una y otra vez, herederas de aquellas luchas que sus antepasados iniciaron siglos atrás. Y, a su vez, ellas también son y serán las referentes de otras. Cabezas considera este el principal logro de su carrera política: servir de referente a otras, tanto desde su puesto como presentadora de televisión como de asambleísta.
El mayor orgullo que asegura haber sentido Cruz va en la misma línea: haber puesto el nombre de una mujer negra en una lista al Congreso de los Diputados en España “Pero también el hecho de que hoy en España, al menos en Madrid, los Baltasares sean hombres o mujeres negros”, añade.
Para Campbell, su mayor logro es haber proclamado el Día Internacional de los Afrodescendientes, “un tema de reconocimiento global y un avance de los derechos de millones de personas” que se celebrará cada 31 de agosto. Nicole Ndongola, por su parte, está orgullosa de haber impulsado el Centro de Formación y Promoción de la Mujer en la Asociación Karibu. “De ese centro están saliendo muchas mujeres para poder trabajar en el ámbito privado, en el público, y creando sus propios espacios, asociaciones, negocios…”.
“Estoy convencida de que avanzaremos en democracia, en tanto la fotografía de las personas que estén en lugares de poder se parezca más a la fotografía de la sociedad”, señala Campbell. Mientras tanto, ellas van completando esa instantánea.
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