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Una ventana de oportunidad para librarse de la tuberculosis en Somalilandia

La fuerte sequía y la pobreza creciente en el país africano aumentan el riesgo de contraer esta enfermedad, cada vez más resistente a los medicamentos. El acceso y la finalización satisfactoria de un largo tratamiento también son importantes desafíos

Tuberculosis Somalia
Un resultado positivo de la prueba de tuberculosis significa que el paciente es ingresado en el hospital de Hargeisa. Este centro cuenta con diferentes salas para mujeres, hombres y niños. El tratamiento de la tuberculosis farmacorresistente puede durar hasta 20 meses y los enfermos deben tomar la medicación a diario.Sean Sutton (Sean Sutton)
Nicholas Dale Leal

Mohamed Muse es pastor en la región semi-autónoma de Somalilandia, al norte de Somalia, pero ahora no tiene rebaño. Este hombre, cuyo nombre ha sido cambiado para proteger su identidad por miedo al estigma, ya había sufrido tuberculosis dos veces, pero el tratamiento falló y recientemente le diagnosticaron la variante multirresistente a los medicamentos (MDR, por sus siglas en inglés) de esta enfermedad infecciosa. Ante esto, tomó la difícil decisión de dejar sus animales atrás, diezmados por la inclemente sequía que está entrando en su cuarto año, para poder recibir el tratamiento de hasta 20 meses que le puede salvar la vida. Así se lo cuenta al personal de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la clínica especializada que gestionan en Hargesia, la capital regional. Su caso es uno de tantos otros que están empezando a alarmar a quienes se encargan de lidiar con la tuberculosis en la región.

La tuberculosis es la segunda enfermedad más mortífera del mundo actualmente después de la covid-19. En 2020, 1,5 millones de personas murieron por su causa. En Somalia, a pesar de que entre 2015 y 2020 se registró una disminución del 5,5% en su incidencia –aunque el objetivo era de 20%–, en el último año la tasa de infecciones ha aumentado por primera vez en una década, en sintonía con el resto del mundo. Según los últimos registros, se situó en 259 casos por 100.000 habitantes y 26 por cada 100.000 cuando se trata de la variedad resistente a los medicamentos. Asimismo, las muertes también crecieron por primera vez en 10 años y se estima que en el país fallece una persona por tuberculosis cada 50 minutos.

El hospital de Hargeisa, en Somaliland, ofrece un suministro adecuado e ininterrumpido de medicamentos contra la tuberculosis.
El hospital de Hargeisa, en Somaliland, ofrece un suministro adecuado e ininterrumpido de medicamentos contra la tuberculosis.Sean Sutton (Sean Sutton)

Las razones de este crecimiento son varias y se complementan entre ellas. Por un lado, la pandemia de covid-19 ha trasladado el foco del sector, disminuyendo la inversión en prevención y tratamiento, por lo cual la gente dispone de menos información sobre la enfermedad. Pero además, la pobreza extrema, recrudecida por la sequía y los conflictos internos y externos que no dan tregua, aumenta el riesgo de contagio. Sin embargo, lo más preocupante es el hecho de que en ese contexto de tal necesidad, la gente no puede permitirse detener su vida durante más de año y medio para recibir la atención médica necesaria. Por lo tanto, cada vez más personas abandonan el proceso, aumentando su probabilidad de morir o de desarrollar resistencia a los fármacos más comunes. Y esto fomenta la circulación de la tuberculosis MDR.

Se estima que en Somalia fallece una persona por tuberculosis cada 50 minutos

Lo explica el doctor Ireneaus Sebit Sindani, líder del programa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) contra esta enfermedad en Somalia. “La tuberculosis MDR es causada por un tratamiento inadecuado de la tuberculosis ordinaria. En la mayoría de los casos, se desarrolla en pacientes que estuvieron previamente tratados, pero cuyo proceso falló o fue abandonado antes de finalizar. A partir de ahí, la principal causa de infección es cuando esta bacteria resistente se transmite por la comunidad”.

Esto supone un reto porque los medicamentos para la tuberculosis MDR son más caros que los ordinarios y la duración del tratamiento es mayor. Así, el dinero disponible para enfrentar la tuberculosis, que ya de por sí era insuficiente, cunde menos. Según estimaciones de la OMS, el coste medio de un tratamiento completo de tuberculosos actualmente es de 1.192 euros, pero se eleva hasta los 3.705 euros cuando se trata de cepa MDR.

La vasta mayoría del presupuesto lo aporta el Fondo Mundial, que canaliza casi todas las donaciones para tratar la tuberculosis, el sida y la malaria a nivel global. Los 29 millones de dólares (27,7 millones de euros) que está invirtiendo en Somalia entre 2021-2023 son utilizados para enfrentar la tuberculosis en diferentes escenarios, según explican a este diario. Hay promoción y coordinación de políticas, programas de educación y concienciación, detección y diagnóstico, recolección de datos y tratamientos. “A través de estas subvenciones, los hombres, mujeres y niños vulnerables pueden recibir los costosos diagnósticos y fármacos de forma gratuita. Los subsidios también proporcionan apoyo nutricional a las personas vulnerables a la malnutrición, especialmente durante el tratamiento de la tuberculosis multirresistente, y además los pacientes reciben incentivos al finalizar el periodo de medicación”, ahonda una portavoz del Fondo Mundial.

MSF proporciona atención y tratamiento especializados y gratuitos contra la tuberculosis multirresistente. Los pacientes reciben alojamiento y comida mientras están en tratamiento, lo que incluye la provisión de alimentos, alojamiento y estipendios mensuales para ayudarles a comprar alimentos y bebidas nutritivas.
MSF proporciona atención y tratamiento especializados y gratuitos contra la tuberculosis multirresistente. Los pacientes reciben alojamiento y comida mientras están en tratamiento, lo que incluye la provisión de alimentos, alojamiento y estipendios mensuales para ayudarles a comprar alimentos y bebidas nutritivas.Sean Sutton (Sean Sutton)

Si bien existe este amplio aparato en marcha, las dificultades externas torpedean su eficacia. Para asegurar la efectividad del tratamiento es ideal la terapia monitoreada, donde el paciente recibe su dosis diaria directamente de profesionales sanitarios que trazan su evolución. Sin embargo, en muchas ocasiones, es imposible para los enfermos ir todos los días a recibirla. De hecho, desde un principio, acceder a los centros especializados, coordinados por diferentes organizaciones internacionales en ciertos puntos del país, ya es difícil para quienes deben recorrer distancias enormes, muchas veces en muy mal estado de salud, para llegar a ellos. Luego, cuando lo logran, reciben un golpe económico doble: sus ingresos se congelan, pues suelen verse obligados a dejar de trabajar varios meses por los efectos secundarios que, a su vez, implican un gasto importante en otros medicamentos, pues estos ya no están cubiertos.

Cómo aumentar la accesibilidad

Ante estos retos, la OMS ha “promovido el tratamiento ambulatorio de pacientes para aumentar la accesibilidad” y “se ha asegurado de que el país adopte el tratamiento oral para la tuberculosis MDR para permitir que los pacientes tomen los medicamentos en casa observados por trabajadores sanitarios comunitarios”, asegura MSF en un comunicado. La organización también indica que este régimen también es más corto y barato: con menos de 960 euros por beneficiario se puede completar la terapia en apenas cuatro meses. Así esperan que se mejoren los resultados y disminuyan las muertes y los abandonos. Sin embargo, menos de un 1% de los pacientes recibe este régimen de medicamentos, pues estos no se encuentran siempre disponibles.

La estrategia de MSF para reducir la tasa de abandono y atajar el crecimiento de la incidencia de la tuberculosis MDR es diferente. Aunque también promueve el régimen corto y ambulatorio, en sus dos centros en Somalilandia el modelo es holístico o integral. Ofrecen alojamiento y alimentación diaria para los enfermos, así como una remuneración mensual con la que pueden comprar más comida nutritiva. Esto permite que la atención sea constante e incluya un acompañamiento psicológico para aquellos que se tienen que enfrentar a la pérdida de seres queridos, a la falta de empleo o a la exclusión social. Este apoyo es aportado por los profesionales, pero también por la simple compañía de los otros pacientes, y es “importantísimo para poder completar un tratamiento que resulta terriblemente largo y tóxico, y que además provoca graves efectos secundarios”, indica el comunicado de MSF.

De nuevo, la experiencia del pastor Mohamed Muse resulta ilustradora. “Cuando me diagnosticaron por tercera vez sufrí un golpe emocional muy fuerte. Pensé que esta vez no podría superarlo. Me vine del todo abajo cuando me comunicaron la duración del tratamiento. Durante las primeras semanas tomando la medicación, tenía náuseas, vomitaba cada vez que me tomaba una pastilla y me salieron eccemas en la piel. Caí en una depresión por estar alejado de mi familia y de tanto pensar cómo sobrellevarían la sequía”, explicaba a MSF tras 13 meses de medicación en los que se está recuperando adecuadamente. Su experiencia ha sido muy dura, pero por lo menos ha podido acceder al tratamiento.

Los pacientes juegan en las zonas comunes del hospital. Los grupos de apoyo, en los que se intercambia información y se da apoyo mutuo, la educación familiar y la salud mental, forman parte del enfoque holístico y desempeñan un papel fundamental para facilitar que continúen con su tratamiento.
Los pacientes juegan en las zonas comunes del hospital. Los grupos de apoyo, en los que se intercambia información y se da apoyo mutuo, la educación familiar y la salud mental, forman parte del enfoque holístico y desempeñan un papel fundamental para facilitar que continúen con su tratamiento.Sean Sutton (Sean Sutton)

Todas las personas de las diferentes organizaciones consultadas consideran que se tiene que aumentar el trabajo de sensibilización para fomentar que la gente se haga las pruebas y pueda tener acceso a los fármacos, sobre todo en las zonas más remotas y en los campos de refugiados que crecen a diario. Asimismo, todos señalan que es necesario un aumento en el presupuesto global para la lucha contra las enfermedades infecciosas.

Las perspectivas que trazan no son alentadoras. Desde el Fondo Global advierten que de seguir la trayectoria actual, deberíamos aceptar que estamos abandonando el objetivo de acabar con la enfermedad como amenaza pública para 2030, mientras que la OMS apunta a la pandemia de covid-19 como desestabilizador clave en la lucha contra la tuberculosis. En cualquier caso, la realidad sobre el terreno en Somalia muestra que mientras las crisis brotan en todo el mundo, son los mismos sitios ignorados los que parecen coleccionarlas.

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Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.

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