Ubuntu, la filosofía que ayuda a vivir mejor
Es una forma de ser y una actitud ante la vida nacida y extendida por África. Se basa en la creencia de un vínculo humano universal que hace que conectados seamos más capaces de superar retos. El cómo lo explica la nieta del Nobel de la Paz, Desmond Tutu, en un libro reciente. Pero no es ella solo
En este tiempo en que aún tenemos el ánimo mundial alterado por culpa del coronavirus y sus terribles consecuencias sanitarias, psicológicas y socioeconómicas, tropezamos con un libro que nos sugiere que miremos hacia un lugar acostumbrado a superar crisis: África. Son sus ciudadanos expertos allí en cambios de guion en sus vidas por culpa de muchas cosas, entre ellas tres pandemias precoronavíricas mortales (tuberculosis, malaria y sida), hambrunas varias, catástrofes climáticas (que por lo que se sabe, ellos no provocan, pues su industrialización es escasa) y hasta el terrorismo tentacular.
Y en este escenario, una obra publicada en España en 2020 y en sucesivas ediciones e idiomas antes y después, y titulada Ubuntu, lecciones de sabiduría africana para vivir mejor (editorial Grijalbo) llegó para darnos algo de esperanza a través de 14 enseñanzas. El prólogo lo escribe el Premio Nobel de la Paz y arzobispo sudafricano Desmond Tutu (1931), promotor, al igual que los fue Nelson Mandela, de este modo de pensar y actuar. Su nieta Mungi Ngomane le hace los honores en el texto.
Dice un proverbio africano que el conocimiento es “como un baobab, los brazos de un solo hombre no bastan para abarcarlo”. Tan inmenso. Y así es. Aquí anduvieron, cuerpos y mentes, trabajando en equipo: investigadores, médicos, psicólogos, políticos, economistas, maestros, periodistas, tenderos, farmacéuticos, jardineros, asistentes sociales... Lidiando aquí y allá, en todo el mundo al unísono, ante una situación inesperada y provocada por un virus, que por no ser no es ni siquiera organismo vivo, pero que convirtió 2020 y lo que va de 2021 en una pura catástrofe para la humanidad.
Solo el esfuerzo necesario para adaptarse y sobrellevar esta situación que ya ha provocado casi cuatro millones de muertos y más de 180 millones de infectados en todo el planeta es inmenso, profundo, y hasta paralizante en sí mismo pues se batió desde el principio con un enemigo con ramas múltiples: el miedo a la enfermedad y a la pérdida, el pánico ante los datos diarios, constantes, negativos, y la incertidumbre de las consecuencias para nuestra existencia y la de nuestras familias a corto, medio y largo plazo. El modo de encarar todo lo citado y la resiliencia ante la nueva normalidad que ha generado tienen, obviamente, un componente individual elevado. Cada persona es un caso único.
Pero así cómo se insistía desde el minuto uno en la importancia del autocuidado, y lo tiene ahora más que nunca (alimentación, ejercicio, aire libre, espacio suficiente, afecto...), y en la introspección, “el ubuntu nos enseña que también debemos buscar respuestas en el exterior para tener una visión más amplia, una versión distinta de la historia”. Lo explica la autora de este libro, nieta del arzobispo sudafricano Desmond Tutú, para más señas. Ella, Mungi Ngomane, ha recogido el testigo de su abuelo en cuanto a la divulgación de esta filosofía de vida se refiere. “El ubuntu consiste en conectar con los otros, hombres y mujeres, porque solo a través de ellos encontraremos el consuelo, la alegría y la sensación de pertenencia que necesitamos”. “Siempre he dicho que la idea y la práctica del ubuntu es uno de los mejores regalos que África le ha hecho al mundo”, afirma Tutu.
Siempre he dicho que la idea y la práctica del ubuntu es uno de los mejores regalos que África le ha hecho al mundoDesmond Tutu
Algo en lo que coincide un pensador africano estos días de actualidad, Souleymane Bachir Diagne, director del Instituto de Estudios Africanos de la Universidad de Columbia, e hijo de la “ciudad plural”, como él mismo dice, de Saint Louis (Senegal), que acaba de recibir el Premio Saint-Simon 2021 por su libro Le fagot de ma mémoire (Éditions Philippe Rey). “Otra África es posible, como lo es otra humanidad en la que la compasión, la empatía, la justicia y la solidaridad definirían las sociedades. Lo que hasta ahora podía parecer una utopía ha entrado en el espacio de las posibilidades”, decía justo hace un año, muy optimista, en un comunicado en el que él participó junto a otros 49 intelectuales del continente, como Alioune Sall, Felwine Sarr, Achille Mbembe o Reckya Madougou. Todo ubuntu.
En verano de ese mismo año, entrevistado por este periódico aseguraba: “Yo lo llamo un humanismo de reciprocidad. La idea de que uno construye su humanidad en reciprocidad con el otro. Es el significado de una palabra de las lenguas bantúes del sur de África, popularizada por Nelson Mandela y Desmond Tutu: ubuntu”. A finales de año, el filósofo daba una conferencia en Oregon, titulada Ubuntu y la política de humanidad (que no humanitarias, otro concepto bien distinto), que presentaba así: “Se trata de un examen del concepto de ubuntu en comparación con la noción de Henri Bergson de una política de humanidad y de sociedad abierta. Voy a exponer mi idea de que tal política es la respuesta hoy a los nuevos tribalismos globales de nuestro tiempo”.
Así, son numerosas las publicaciones que tiran de él cuando se necesita. Incluso en el mundo de los negocios. Desde aquella fábula homónima escrita en 2010 por B.Nelson y S. Lundin, que narraba cómo John Peterson, nuevo jefe del departamento financiero de una empresa, se enfrentó a sus trabajadores desmotivados con la ayuda de un africano que le introdujo en la filosofía ubuntu. Y gracias a ella, empieza a replantearse su enfoque de la vida y el trabajo, desde la honradez, el respeto y la sincera colaboración, al estilo de bestsellers como Fish! o ¿Quién se ha llevado mi queso?. O ese otro de 2018 de Shola Richards titulado Go Together: How the Concept of Ubuntu Will Change How You Live, Work, and Lead que no paró de dar charlas, incluso en TEDx Talks, como también lo han hecho Dozie Okeleke, embajador de One Young World o Alice Mogwe, directora de Ditshwanelo, el centro de Derechos Humanos de Botswana.
“Existe un proverbio africano en casi todas las lenguas bantúes del continente que describe a la perfección el concepto de ubuntu y que se traduciría más o menos así: ‘Una persona es una persona a través de los demás”, escribe Mungi Ngomane en el libro citado. Por tanto, podría parecer que todo se resume en un “trata a los demás cómo te gustaría que te tratasen”. Pero no. Este concepto va más allá: “No sólo debemos estar atentos a lo que hacemos sino a cómo lo hacemos... no es solo una forma de comportarse, sino de ser, de existir en el mundo”. “Cuando queremos elogiar a alguien decimos: ‘Yhu, u nobuntu. Significa que es generoso, que es acogedor, que es amable y compasivo”.
“La base de esta filosofía es el respeto, por uno mismo y por los otros. Por eso, si eres capaz de ver a los demás, incluso a los desconocidos, como humanos de pleno derecho, jamás los tratarás mal o como si fueran inferiores”, dice la autora en la introducción titulada Yo soy porque tú eres. Cabría preguntarse si esto al continente mismo le sirve de algo. Y la respuesta, a tenor de la desigual distribución de la mayor herramienta de contención y prevención del coronavirus, que es la vacuna, sería bastante negativa.
La obra desgrana sus enseñanzas a través de 14 lecciones, el mismo número de capítulos que tiene la constitución sudafricana. Aquí quedan enumeradas: 1. Búscate en los demás. 2. La unión hace la fuerza. 3. Ponte en el lugar del otro. 4. Adopta siempre la perspectiva más amplia. 5. Ten dignidad y respeto por ti mismo y por los demás. 6. Cree en el bien que todos llevamos dentro. 7. Elige la esperanza en vez del optimismo. 8. Busca formas de conectar. 9. El poder de la palabra que empieza por P: Perdón. 10. Abraza la diversidad. 11. Acepta la realidad por dolorosa que sea. 12. Ríete de todo. 13. Los pequeños detalles marcan la diferencia. 14. Aprende a escuchar.
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