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La crisis del coronavirus
Tribuna
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Cómo prevenir la próxima pandemia

La salud global y el derecho de todo ser humano a la protección sanitaria han pasado al frontispicio de la agenda internacional, como determinantes de la seguridad y la prosperidad colectivas

Pandemia Coronavirus
Un hombre recibe una dosis de la vacuna del coronavirus en Prayagraj, India.DPA vía Europa Press (Europa Press)

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Este final de semana el Gobierno de España tiene dos citas importantes. La primera de ellas es la presentación de la estrategia nacional España 2050, un ejercicio de prospectiva con el que busca adelantarse a los desafíos estructurales de nuestro país en el largo plazo. La segunda es la Cumbre de Salud Global del G20, una reunión promovida por la Comisión Europea y las autoridades italianas para definir la hoja de ruta de la comunidad internacional en el período post covid-19.

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Es improbable que la coincidencia de estas intervenciones haya sido planificada. Sin embargo, su vinculación no puede ser más estrecha. Para España, como para el resto del planeta, no hay futuro a largo plazo sin una reconsideración radical de los principios que han convertido una emergencia epidemiológica en la mayor crisis sanitaria, económica y social de nuestra generación. La salud global y el derecho de todo ser humano a la protección sanitaria han pasado al frontispicio de la agenda internacional, no ya como aspiraciones éticas y políticas, sino como determinantes de la seguridad y la prosperidad colectivas.

El propósito de la cumbre del G20 es aprobar la llamada Declaración de Roma, un documento de principios que analice cómo hemos llegado hasta aquí, recoja las lecciones aprendidas este tiempo, aborde los desafíos más urgentes y establezca las bases para un sistema de preparación y respuesta ante crisis futuras de salud global. En particular, los líderes de las potencias desarrolladas y emergentes debatirán tres cuestiones principales: cómo gobernar los diferentes niveles de decisión en un contexto global, para garantizar una cooperación multilateral eficaz; cómo sostener los sistemas nacionales de salud pública de los países y su anticipación y resiliencia frente a futuras crisis; y cómo financiar de forma sostenida, los instrumentos y capacidades que necesitamos para ello. La base de todas las respuestas debe buscarse en el exhaustivo análisis publicado la semana pasada por el Panel Independiente sobre Preparación y Respuesta ante Pandemias nombrado por el Secretario General de la OMS con el mandato de analizar los vacíos y déficits de la respuesta internacional a la covid-19.

India es un recordatorio dramático y a gran escala del principio de “nadar o hundirse juntos” que debería inspirar cualquier respuesta ética e inteligente a la pandemia

Si quieren hacerse una idea del futuro a evitar, basta con asomarse a la crisis múltiple que vive hoy la India. El cómputo acumulado total de casos se acerca a los 25 millones y el número de personas muertas supera las 250.000. Con toda probabilidad, las cifras reales son mucho más altas, espoleadas por la ausencia de oxígeno, respiradores, infraestructura hospitalaria y otros recursos básicos para la lucha contra la enfermedad. Su caso encapsula todas las lecciones importantes de esta crisis, empezando por la necesidad de corregir las medievales desigualdades en salud que impiden una respuesta adecuada en buena parte del planeta. Algunos de los problemas más graves del país, como la falta de oxígeno, se arrastraban desde hace décadas y suponían ya un desafío en otros ámbitos, como la mortalidad infantil. India es un recordatorio dramático y a gran escala del principio de “nadar o hundirse juntos” que debería inspirar cualquier respuesta ética e inteligente a la pandemia.

España llega a la reunión con una hoja de méritos desiguales. Si bien nuestro país presenta una de las incidencias más altas del mundo en casos y muertes, autoridades y sociedad civil han demostrado su capacidad para aprender con rapidez. España no solo muestra hoy uno de los programas más rápidos y exitosos de vacunación y respuesta del sistema sanitario, sino que los gobiernos central y autonómicos han extendido su respuesta fuera de las fronteras de la UE. La financiación destinada a las vacunas de la iniciativa ACT-Acelerador (Covax y GAVI) ha alcanzado los 125 millones de euros y algunas CCAA como el País Vasco también han iniciado una colaboración directa con Covax, la plataforma internacional para llevar estas inyecciones a los países de rentas más bajas. Además, lo que es igualmente importante: España se ha comprometido con la comunidad latinoamericana a donar 7,5 millones de las vacunas que debía llegar a nuestro país en 2021. Este compromiso se apuntaló con el impulso al Observatorio Epidemiológico Iberoamericano y la predisposición a una posición flexible en el debate sobre la propiedad intelectual de las vacunas y sus componentes. Todo ello queda reflejado en la iniciativa Vacunas para todos que está promoviendo el gobierno de cara a la Cumbre.

Cada uno de estos pasos forma parte del compromiso ético que debe informar la acción exterior de cualquier democracia decente. Pero su importancia va mucho más allá: España demuestra en este asunto que está dispuesta a asumir su responsabilidad como potencia media que forma parte de la solución y no del problema, lo cual es toda una declaración en los tiempos que corren. La experiencia en cooperación y el liderazgo en un territorio como el de la salud, en el que nuestro país puede ofrecer tanta experiencia a la comunidad global, constituye una manera inteligente de posicionarse internacionalmente y defender los intereses propios. Por eso es fundamental que en la reunión de esta semana se consolide esta tendencia con una participación activa en la Declaración de Roma, un aumento significativo del compromiso financiero con la iniciativa global que plantea un acceso equitativo a diagnósticos, tratamientos e inmunización frente a la covid-19 y un esfuerzo para que la UE abandone su ensimismamiento y convierta en hechos sus declaraciones retóricas.

El éxito de esta reunión será un termómetro fiable del aprendizaje y de la disposición de la comunidad internacional y de sus líderes a trabajar de manera diferente tras la crisis múltiple desencadenada por el coronavirus. Si se trata de preparar el mundo que queremos ser en 2050, es difícil pensar en un asunto más relevante.

Gonzalo Fanjul, Virginia Rodríguez, Leire Pajín y Rafael Vilasanjuan pertenecen al Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación La Caixa.

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