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Héroes sin capa, pero con lápiz

Los profesores Adriana López, Carmen Valencia, William Añapa e Iván Roque tienen algo en común: la pasión que sienten por su trabajo como docentes y el enorme esfuerzo que realizan cada día para que ningún estudiante se quede atrás y abandone el sistema educativo en Ecuador. Pasamos un día de clase con cada uno de ellos

Adriana López da clase a Michelle en su casa, en presencia de sus hermanos, en Cascales (Sucumbíos, Ecuador).Vídeo: JAIME CASAL

A Adriana López se le humedecen los ojos cuando habla del esfuerzo que le supone a uno de sus alumnos, José Antonio, de 13 años, hacer los deberes y estudiar, mientras dedica parte de su día a cuidar y a cocinar para sus otros dos hermanos pequeños cuando su madre sale al campo a trabajar y los deja solos, en una casa de tablas, en el Recinto Madero, en Sucumbíos, en plena Amazonía ecuatoriana. William Añapa, indígena chachi, siempre supo que irse de casa, en Guayacana (Esmeraldas, Ecuador), para estudiar en la Universidad, sería para volver y recompensar con educación a los miembros más jóvenes de su comunidad. Iván Roque tiene un lema de vida que repite a sus alumnos, repartidos en varios pueblos de Lago Agrio: “Yo he venido aquí también a aprender, no vengo a enseñarles”. Para Carmen Valencia, que recorre 70 kilómetros de ida y otros 70 de vuelta a casa desde Tachina para dar clase, dos veces a la semana, no hay excusas suficientes para que sus estudiantes abandonen la escuela.

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Todos ellos, desde el 13 de marzo de 2020, dejaron de dar clase en sus respectivas unidades educativas por el cierre de las escuelas en Ecuador, pero no abandonaron su labor como profesores. Los cuatro forman parte de un programa llamado Nivelación y Aceleración Pedagógica (NAP), que atiende a estudiantes de entre 8 y 18 años en condición de rezago educativo. Los más de 400 docentes del programa, apoyado por el Ministerio de Educación, Unicef y DYA, visitan cada semana a los 4.000 niños que se benefician en todo el país de este acompañamiento pedagógico en casa.

Antes del 15 del marzo de 2020, 150.000 adolescentes estaban fuera del sistema educativo. Desde la pandemia 90.000 niños han abandonado el sistema escolar y se teme que la cifra sea mayor: un 15% de los estudiantes en Ecuador no ha tenido ningún contacto con su docente en los últimos 15 días. El salto al vacío de la enseñanza presencial a la virtual en un país con una profunda brecha digital, especialmente en las zonas rurales, ha supuesto una amenaza para muchos y un reto para profesores como Adriana, Carmen, William e Iván. Los cuatro tienen algo en común: la pasión que sienten por su trabajo como docentes y el enorme esfuerzo que realizan cada día para que ningún estudiante se quede atrás y abandone sus estudios, así ellos tengan que ir a dar clase casa por casa en bus, camioneta, en moto o a pie.

Pero estos cuatro héroes sin capa, pero con lápiz, no están solos. Hay más profesores que enseñan en otros rincones de Latinoamérica y el Caribe con la misma dedicación, a pesar de la covid-19. Y tienen armas tan poderosas como fichas pedagógicas, libros y pizarras móviles. Estas son sus historias:

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