Cómo convertirse en el vecino atractivo en el que invertir
A raíz de la covid-19, cada vez son más las multinacionales que localizan sus operaciones en países más cercanos a su mercado. Latinoamérica y el Caribe busca ser el destino elegido de las industrias de la región y de América del Norte
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Tras más de dos siglos de independencia, América Latina y el Caribe continúa siendo tributaria de las exportaciones de sus materias primas. Sin embargo, la pandemia de covid-19, que desplomó el comercio internacional, trae una nueva oportunidad para los países latinoamericanos: el nearshoring. Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), este fenómeno ha llevado a las empresas multinacionales a reubicar su producción en países cercanos y debe ser aprovechado por la región ahora que planea su recuperación.
De acuerdo con el Informe macroeconómico 2021 del BID, presentado la semana pasada en la Asamblea Anual de Gobernadores, las perspectivas de crecimiento de América Latina y el Caribe para 2021 son inciertas. La hipótesis es que la región crecerá solo un 4,1%, tras haber caído en 7,4% el año pasado. Este abrupto declive dejó a 26 millones de latinoamericanos sin empleo y un posible aumento de cinco puntos porcentuales de la pobreza extrema y moderada.
Para Mauricio Claver-Carone, presidente del BID, los países latinoamericanos pueden beneficiarse del nearshoring, “de modo que la relocalización de la producción se traduzca en más actividad económica y más y mejores empleos”. Con ese fin, en su reunión anual, el organismo anunció que pondrá una serie de herramientas financieras y no financieras a disposición de los países y las empresas latinoamericanas. Estas incluyen préstamos con y sin garantía soberana, financiación no reembolsable para programas de cooperaciones técnicas y servicios de asesoría.
A pesar de las críticas que ha recibido por esta apuesta, Claver-Carone ha reafirmado ser “un gran vendedor de la región”. “La voy a vender a todos los inversores globales de los Estados Unidos, Europa y de otras partes, porque la oportunidad que tenemos es generacional y no solamente es un deber, es una responsabilidad”, dijo.
América Latina y el Caribe aún tiene una baja participación en las cadenas globales de valor, aquellas en las cuales las empresas ponen parte de sus procesos de producción en otros países. “Es curioso que muchas industrias, por ejemplo, de los Estados Unidos, tengan su segunda base de asentamiento global en Asia, pero no en los países de América Latina”, señaló el presidente colombiano, Iván Duque, durante la sesión virtual. “Colombia no está discutiendo si quiere o no quiere entrar al nearshoring, sino cómo acelerar este proceso”.
Además de su baja participación, la región todavía aporta poco valor agregado a sus exportaciones, pues se concentran en materias primas. Esto trae una desventaja, ya que al interior de las cadenas de valor los beneficios no se reparten por igual, siendo más valorada la innovación, el diseño y la comercialización. Según el BID, en los últimos 30 años, el valor agregado extranjero que los países latinoamericanos han incorporado en sus exportaciones ha estado entre el 18 y 19%, mientras que en Asia alcanza el 33% y el 43% en la Unión Europea.
Colombia no está discutiendo si quiere o no quiere entrar al nearshoring, sino cómo acelerar este procesoIván Duque, presidente de Colombia
“Aunque suene a cliché, Colombia tiene una posición y una ventaja comparativa desde su geografía y su biodiversidad para ofrecer muchas cosas nuevas”, indicó al respecto Jorge Zapata, presidente de la multinacional agroindustrial Ingredion para la región andina. “No llevemos al mercado almidones de alto valor, llevemos colorantes, sabores, toda esa gama de productos que requieren no solo del agro, sino de la industrialización”.
Para Mariana Guerrierre, directora del Centro Cognitivo de Transformación de IBM en Colombia, los países latinoamericanos son atractivos para que las empresas inviertan en tecnología y no solo en materias primas. “Confiamos en el talento de la gente y en las capacidades de este territorio de inversión. Hay que apostar por Colombia y la región para que veamos su integración con el resto del mundo”, señaló.
A pesar de este potencial, en estos países persisten políticas restrictivas de comercio, altos costes del transporte y rezagos en el desempeño logístico y la infraestructura de conectividad. Todas esas son limitaciones que el BID busca superar en sus 26 países prestatarios. Según sus cálculos, esto podría repercutir en un aumento de 70.000 millones de dólares de las exportaciones de la región hacia Estados Unidos con incrementos graduales en sectores como textiles, productos médicos y automotrices.
Pero todos estos esfuerzos de conectar América Latina y el Caribe con el mundo serán en vano sin la integración dentro de la misma región. Al respecto, Fabrizio Opertti, gerente del sector de integración y comercio del BID, sostuvo que el comercio entre los países latinoamericanos se ha reducido en los últimos años y se mantiene por debajo del 15%, mientras que en Europa alcanza casi el 60% y en Asia más del 40%. “Tenemos una agenda pendiente de convergencia de más de 33 acuerdos comerciales preferenciales. Solamente la convergencia y armonización de estos acuerdos implica un incremento anual del comercio intrarregional cercano al 12%”.
Para el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Angel Gurría, los latinoamericanos llevan décadas pensando en esa integración sin éxito. “Ahora que nuestras economías están planeando su recuperación, tenemos que hablar de un crecimiento más incluyente y ciertamente más verde. Y esto es a través de una mayor diversificación e integración de las cadenas regionales de valor”.
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