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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Misión desarrollo sostenible

Lograr la Agenda 2030 debería involucrar a los sectores público y privado en todo el mundo, liderando el idealismo, la energía y el conocimiento digital de los jóvenes de hoy

Un hombre etíope, que huyó del conflicto de Tigray, observa la salida de la Luna en una colina en el campo de refugiados de Um Raquba en Gedaref, en el Este de Sudán.
Un hombre etíope, que huyó del conflicto de Tigray, observa la salida de la Luna en una colina en el campo de refugiados de Um Raquba en Gedaref, en el Este de Sudán.YASUYOSHI CHIBA (AFP)

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En mayo del año próximo habrán pasado 70 años desde que el presidente John F. Kennedy embarcara a Estados Unidos en una misión al futuro. “Creo que esta nación debería comprometerse a alcanzar la meta, antes de que termine esta década, de llevar un hombre a la Luna y hacerlo regresar a salvo a la Tierra. Ningún proyecto espacial en este período será más impresionante para la humanidad, o más importante para la exploración de largo alcance del espacio; y ninguno será tan difícil o costoso de lograr”. El sueño lunar de nuestra generación es el desarrollo sostenible en la Tierra.

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Ya hemos fijado los objetivos, pero todavía no hemos aceptado plenamente los desafíos. En dos momentos cruciales a fines de 2015, todos los gobiernos del mundo adoptaron de manera unánime los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el acuerdo climático de París. El mundo prometió poner fin a la pobreza extrema, garantizar la atención médica universal y brindar educación a todos los niños para 2030; los países descarbonizarían el sistema energético del mundo para prevenir los riesgos sombríos del cambio climático inducido por el hombre. Un informe científico posterior en 2018 indicó que la meta de limitar el calentamiento a 1,5°C exige cumplir con el último de los Objetivos para mediados de siglo.

Estos Objetivos audaces no son menos alcanzables que el lanzamiento de una nave especial a la Luna, algo que Estados Unidos logró en el cronograma original de Kennedy, en julio de 1969. El lanzamiento lunar de Estados Unidos de hecho ilumina la manera de alcanzar objetivos audaces como los 17 ODS y la necesaria transformación energética.

El lanzamiento de una nave espacial a la Luna fue una misión con atributos organizacionales –muy bien descritos por el historiador Douglas Brinkley en su estudio American Moonshot– que son vitales para su éxito. Tenía un objetivo y un cronograma claros, y un plan riguroso basado en ambos. La NASA, la agencia espacial norteamericana, diseñó una misión de tres actos, que incluía los vuelos Mercury de un solo astronauta, los vuelos Gemini de dos astronautas y los vuelos Apollo de tres astronautas que terminaron viajando a la Luna y volviendo. Y existió un compromiso nacional con un programa público-privado integrado, que terminó involucrando a unas 20.000 empresas privadas y 400.000 trabajadores en todo Estados Unidos. Finalmente, hubo un compromiso presupuestario federal importante y realista que financió el esfuerzo desde 1961 hasta su concreción en 1969.

En 2021, con el presidente electo Joe Biden en funciones, Estados Unidos volverá a asumir un compromiso con los ODS

En 2021, con el presidente electo Joe Biden en funciones, Estados Unidos volverá a asumir un compromiso con los ODS, se sumará nuevamente al acuerdo climático de París y se comprometerá a cooperar en estos esfuerzos con el resto del mundo. El éxito exigirá un compromiso audaz de la talla del lanzamiento de una nave espacial a la Luna, pero esta vez para cumplir Objetivos en la Tierra que serán llevados a cabo por todos los países en conjunto, y no por un solo país por cuenta propia.

La misión de desarrollo sostenible debería involucrar a los sectores público y privado en todo el mundo, liderando el idealismo, la energía y el conocimiento digital de los jóvenes de hoy. Brindar el estímulo de la demanda y los avances tecnológicos necesarios para impulsar la recuperación global post-COVID 19 y un progreso económico prolongado exigirá objetivos y planes de largo plazo ambiciosos, hitos intermedios esenciales y el financiamiento necesario para alcanzarlos. A comienzos de 2020, Europa adoptó una misión estratégica similar con su Pacto Verde Europeo (PVE) y un programa complementario de investigación y desarrollo (Horizonte Europa). La economista Mariana Mazzucato ha debatido de manera sabia y persuasiva para la orientación de la misión de Europa.

El PVE exige la descarbonización del sistema energético en 2050, una economía circular de la UE que reduzca la contaminación industrial y un programa integral “de la granja a la mesa” para alcanzar un sistema alimenticio sostenible y saludable. El compromiso de Europa de descarbonizarse en 2050 ayudó a impulsar a Japón y Corea a hacer lo mismo, y a China a comprometerse a ello para 2060, una fecha que puede y debería adelantarse a 2050.

Junto con mis colegas en el capítulo de Estados Unidos de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas recientemente hemos trazado un Plan de Acción de Carbono Cero (ZCAP, por su sigla en inglés) que traza un camino tecnológico, financiero y de empleo para descarbonizar el sistema energético de Estados Unidos en 2050. Al igual que la misión de lanzamiento espacial a la Luna y de las subsiguientes misiones tecnológicas de Estados Unidos (entre ellas la creación de Internet y la secuencia del genoma humano), el ZCAP avizora una alianza público-privada para lograr cuatro objetivos clave: trasladar toda la generación de energía a fuentes de carbono cero, principalmente energía eólica y solar; la adopción de vehículos eléctricos; convertir los edificios de calefacción a petróleo y gas a electricidad; y pasar del carbón, el petróleo y el gas en la industria al hidrógeno y otros combustibles verdes (carbono cero).

El próximo año, por lo tanto, puede marcar un avance para el planeta, una coda positiva para las muertes y la desesperación de 2020

El principal objetivo del ZCAP es ayudar a la Administración Biden y al futuro Congreso a hacer lo que los gobiernos por lo general encuentran difícil: pensar 30 años para adelante, fijando un objetivo claro y trazando los recorridos tecnológicos y financieros para alcanzarlo. A un costo incremental anual de los sistemas energéticos por debajo –y quizá muy por debajo– del 1% del ingreso nacional en Estados Unidos, la economía norteamericana puede completar la transformación energética aumentando al mismo tiempo los empleos, reduciendo la contaminación ambiental y abordando las necesidades especiales de las comunidades más afectadas para garantizar una transición justa.

La clave de la misión consiste en identificar los caminos tecnológicos para tener éxito y las políticas y finanzas necesarias para perseguir esos caminos. Por supuesto, no todos los pasos en el recorrido real se pueden conocer desde un principio. La NASA tuvo que innovar en cada paso del lanzamiento espacial a la luna, y los ingenieros trabajaron de manera incansable y brillante para desarrollar nuevas tecnologías para superar los obstáculos. Sin embargo, la NASA había descrito los principales hitos del lanzamiento espacial a la Luna a fines de 1962.

De la misma manera, todavía hay incógnitas críticas sobre la transformación energética en 2050, como las mejores soluciones de carbono cero para la aviación, el transporte marítimo, la fabricación de acero y algunas otras industrias pesadas. Sin embargo, para cada problema difícil existen varias soluciones posibles que se pueden explorar a través de investigación y desarrollo dirigidos. De la misma manera, tenemos mucho que aprender sobre cómo utilizar mejor las nuevas tecnologías digitales para combatir la extrema pobreza (ODS 1), garantizar una cobertura de atención médica (ODS 3) y asegurar un acceso universal a la educación (ODS 4). Pero muchos proyectos de demostración alentadores están en marcha en todo el mundo.

El próximo año, por lo tanto, puede marcar un avance para el planeta, una coda positiva para las muertes y la desesperación de 2020. Ahora que las políticas intensificadas de salud pública en todo el mundo están moldeadas basándose en los éxitos de países en Asia Pacífico, y con la introducción de las vacunas, la pandemia podrá controlarse, lo que abrirá el camino para un nuevo comienzo global en materia de desarrollo sostenible.

En 2021 habrá tres reuniones importantes de las Naciones Unidas: sobre conservación de la biodiversidad (en Kunming, China, en mayo), sobre sistemas de alimentos (en la sede central de las Naciones Unidas en septiembre) y sobre clima (en Glasgow en noviembre). Todas ellas son oportunidades para lanzar la misión audaz de nuestra generación para el desarrollo sostenible. Para aprovecharlas, los gobiernos, el ámbito académico y el mundo empresarial deberían trabajar en conjunto de manera intensa en los próximos meses para trazar los caminos hacia el futuro que queremos y que tanto necesitamos.

Jeffrey D. Sachs, profesor de Desarrollo Sostenible y de Políticas y Gestión de Salud en la Universidad de Columbia, es director del Centro de Desarrollo Sostenible de Columbia y de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Copyright: Project Syndicate, 2020.

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