Un misterio en Montecarlo, dinero oculto e inmuebles lujosos vinculados a Putin
La documentación analizada apunta a una mujer que supuestamente mantuvo una relación secreta de años con el presidente ruso y la propiedad de un lujoso apartamento en Mónaco
El apartamento está suspendido sobre las aguas azules del Mediterráneo, bajo el legendario casino de Montecarlo de las películas de James Bond. En el puerto de abajo, gente de la realeza, magnates y oligarcas pasan a bordo de yates del tamaño de un iceberg.
No hay muchos indicios en el origen humilde de Svetlana Krivonogikh que indiquen que tuviera los medios para comprar una propiedad con vistas a este patio de recreo para la élite mundial. Según se ha reportado, la mujer rusa creció en un apartamento comunal abarrotado en San Petersburgo y uno de los trabajos que tuvo era hacer la limpieza de una tienda del vecindario.
Pero registros financieros que no se conocían y documentos fiscales locales muestran que Krivonogikh, de 46 años, se convirtió en dueña del apartamento en Mónaco a través de una compañía offshore creada pocas semanas después de que diera a luz a una niña. La niña nació en un momento en que, según informaron los medios rusos el año pasado, mantenía una relación secreta de muchos años con el presidente ruso Vladímir Putin.
La posesión de la vivienda de lujo de Krivonogikh en el complejo Montecarlo Star ha sido revelada por los documentos filtrados al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y compartidos con The Washington Post. Estos documentos, que forman parte de los Papeles de Pandora, muestran que la mujer tenía una empresa fantasma en las Islas Vírgenes Británicas y usó los servicios financieros de una empresa de Mónaco que trabajaba para uno de los amigos multimillonarios de Putin.
En los archivos no se aclara de dónde obtuvo el dinero para pagar un apartamento que costó 4,1 millones de dólares en 2003, y que hoy probablemente vale mucho más. Pero la transacción coincidió con un período en el que Krivonogikh supuestamente mantenía una relación con Putin y acumulaba una asombrosa cartera de activos en Rusia, según Proekt, un medio de investigación ruso que expuso su presunto vínculo con el líder del Kremlin y que desde entonces ha sido vetado en Rusia.
Un portavoz del Kremlin desestimó el reportaje cuando se publicó el año pasado. Pero los detalles que han surgido ahora sobre este apartamento refuerzan la afirmación principal de esa investigación: que después de que Krivonogikh comenzara su supuesta relación con Putin, acumuló activos vinculados a menudo con socios cercanos del mandatario de una u otra forma.
Antes del reportaje de Proekt, los vínculos de Krivonogikh con el círculo íntimo de Putin habían salido a la luz, pero no habían llamado la atención del público. Bank Rossiya reveló en 2010 que la mujer era una de sus mayores accionistas a través de su empresa OOO Relax. El banco con sede en San Petersburgo sería sometido luego a sanciones por parte del Tesoro de Estados Unidos, que lo etiquetó como el “banco personal para altos funcionarios de la Federación de Rusia”.
Krivonogikh no ha hablado sobre su supuesta relación con Putin o su notable acumulación de riqueza. Pero su hija, que cumplió 18 años en 2021 y se la conoce con el nombre de Luiza Rozova, ha alimentado las especulaciones sobre la identidad de su padre en las entrevistas, captando atención para construir un creciente número de seguidores en línea. En las imágenes, Rozova tiene un parecido sorprendente con el presidente ruso y ella, incluso, lo ha reconocido, aunque se niega a confirmar o desmentir que Putin sea su padre.
En los documentos oficiales rusos obtenidos por Proekt y revisados por el Washington Post no hay registros del padre de Rozova. Pero sí figura un segundo nombre, “Vladimirovna”, que es un patronímico que significa “hija de Vladímir”. En su cuenta de Instagram, que tiene más de 83.000 seguidores, se llama “rozova luiza v”.
Krivonogikh no respondió a las solicitudes de aclaraciones que se le enviaron acerca de sus negocios en San Petersburgo, en el Bank Rossiya, con su hija y la empresa de servicios financieros de Mónaco. Los esfuerzos para contactar a Krivonogikh en tres domicilios residenciales asociados con ella no tuvieron éxito. Un portavoz del Kremlin no respondió a una solicitud de comentarios presentada por el ICIJ en nombre del Washington Post y otros medios asociados en el proyecto Papeles de Pandora.
Las pistas que conectan a Krivonogikh con la propiedad de Mónaco aparecen en la nueva filtración masiva de documentos financieros, que incluye hojas de cálculo, memorandos, facturas y correos electrónicos obtenidos de bufetes de abogados, oficinas de contabilidad y administradores de fideicomisos que operan en algunas de las jurisdicciones financieras más permisivas del mundo.
Los registros arrojan luz sobre las maniobras financieras ocultas de líderes mundiales, inversores multimillonarios, celebridades, atletas y otros clientes de élite. El conjunto proporciona una visión particularmente amplia de cuántos de los aliados más leales a Putin se han enriquecido de forma exorbitante y han guardado activos en el extranjero, incluso cuando el presidente ruso ha menospreciado a Occidente y ha pedido a las élites rusas que mantengan su capital en Rusia.
Los archivos muestran, por ejemplo, que el ejecutivo de medios Konstantin Ernst obtuvo una participación en un lucrativo negocio inmobiliario después de ganarse los elogios del líder ruso por ayudar a organizar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi. El proyecto implicó la conversión de complejos de cines de la era soviética que aún son propiedad del Estado en bloques de apartamentos y tiendas privadas. La participación de Ernst no se ha divulgado públicamente, pero aparece en los documentos de Pandora relacionados con el proyecto.
En una comunicación escrita, Ernst confirmó su participación en el proyecto inmobiliario, pero negó que fuera una “compensación por los Juegos Olímpicos de 2014″. No respondió a otras preguntas enviadas por ICIJ y otros medios asociados, pero afirmó no haber cometido “ninguna acción ilegal”.
Otros documentos muestran que Herman Gref, el jefe del banco estatal ruso, tenía más de 50 millones de dólares en efectivo y préstamos por cobrar en el extranjero para su familia a través de cuentas en Samoa, Panamá y Singapur, a pesar de ser la cara pública más prominente del sistema bancario.
Las autoridades de Singapur señalaron transacciones que involucran a Gref y dos de sus colegas rusos, según un informe de auditoría de la autoridad monetaria de Singapur incluido en los Papeles de Pandora, y luego multaron a la compañía financiera que maneja los activos de Gref con 1,1 millones de dólares por no cumplir con las reglas antilavado de dinero. Una portavoz de la autoridad monetaria de Singapur dijo que la empresa pagó la multa y tomó medidas para hacerse cargo de estas fallas. Gref se negó a hacer comentarios a través de una portavoz de Sberbank, el mayor banco de la Federación Rusa.
Cinco años después de las revelaciones de los Papeles de Panamá, los nuevos documentos muestran que, en lugar dejar de usar cuentas offshore, los rusos ricos y quienes manejan su dinero han buscado ocultar mejor sus activos. En un fragmento, un abogado que representó a dos de los amigos más antiguos de Putin advirtió a una firma panameña que no repitiera los errores que condujeron a la filtración de los Papeles de Panamá.
“Estás obligado a mantener el secreto para nuestros clientes”, escribió el abogado en un mensaje de 2016, “y no hacer que sea posible de ninguna manera una segunda historia de los Papeles de Panamá”.
El rastro de los documentos
Quienes organizaron la compra en Montecarlo para Krivonogikh tomaron medidas para que su nombre y su condición de propietaria no aparecieran en los registros públicos. El 2 de abril de 2003, casi exactamente un mes después del nacimiento de la hija de Krivonogikh, se incorporó una empresa opaca llamada Brockville Development Ltd. en las Islas Vírgenes Británicas, según los documentos de los Papeles de Pandora. Meses después, de acuerdo con los registros de propiedad de Mónaco, esa empresa fantasma compró el apartamento en el Principado por 3,6 millones de euros (unos seis millones de dólares en la actualidad con los ajustes por la inflación).
El edificio donde se adquirió la propiedad es “muy buscado por los más ricos del mundo”, dice el material promocional en línea de una empresa inmobiliaria de Mónaco. Los apartamentos “luminosos y ventilados” del complejo cuentan con “amplias terrazas, ideales para cenar al aire libre o ver a algunos de los superyates más lujosos del mundo entrar y salir del mundialmente famoso Puerto Hércules”, describe la compañía.
Los Papeles de Pandora no muestran exactamente cuándo Krivonogikh se convirtió en la “beneficiaria real” de Brockville, un término que se refiere a la persona que controla una empresa offshore en última instancia o se beneficia económicamente de ella, más allá de que aparezcan otros nombres en los documentos de registro. Lo que figura es que ella ya era la beneficiaria efectiva en 2006.
Moores Rowland, la firma de servicios financieros de Mónaco que gestionaba las transacciones, utilizó empresas fantasma que habrían dificultado la tarea a cualquiera que intentara desentrañar la propiedad de Krivonogikh. Brockville estaba escondida dentro de una segunda empresa fantasma llamada Sefton Securities, que a su vez era propiedad de Eamonn McGregor, un contador de origen británico que dirige Moores Rowland en Mónaco. Ahí es donde termina el rastro del papel público.
El 1 de enero de 2006, Krivonogikh firmó un acuerdo que convertía a Sefton en el propietario declarado de Brockville, cuando, en realidad, el apartamento era suyo, según los Papeles de Pandora. Una carta de garantía de 2015 en los documentos filtrados hace explícito el acuerdo, al señalar que Krivonogikh había autorizado una estructura en la que Sefton “fue nombrado representante y fiduciario del beneficiario real”.
Las oficinas de Moores Rowland se encuentran en el corazón de Montecarlo, a pocas manzanas del famoso casino. La firma parece haber transferido el control de Brockville a otra sociedad fantasma con sede en Panamá en 2018, pero no hay indicios en estos archivos o registros públicos de que Krivonogikh haya renunciado a la propiedad.
Cuando un reportero del Washington Post visitó el complejo Montecarlo Star a mediados de agosto, un oficial de seguridad en la entrada del edificio dijo que no había nadie con el nombre de Svetlana Krivonogikh incluido en el directorio de residentes. Y, cuando se llamó a la puerta del apartamento que los registros locales identifican como propiedad de Brockville, una mujer que atendió dijo que en allí no vivía nadie con el nombre de Svetlana. Ella no se parecía a las fotos de Krivonogikh.
Las autoridades fiscales de Mónaco confirmaron que Brockville todavía es dueña del apartamento. Si Krivonogikh lo está alquilando, podría ganar 25.000 dólares o más en ingresos mensuales de acuerdo con clasificados recientes. La ley de Mónaco requiere que las firmas financieras que operan en esa jurisdicción hagan un escrutinio especial a los clientes considerados “personas políticamente expuestas”; es decir, aquellos que ocupan cargos públicos destacados o tienen vínculos estrechos con otras personas que se ajustan a esa descripción. Moores Rowland no incluyó a Krivonogikh como “políticamente expuesta” en los documentos de los Papeles de Pandora.
Moores Rowland tiene nexos comerciales con otros ciudadanos rusos cercanos a Putin. Entre ellos se encuentra Gennady Timchenko, un empresario petrolero multimillonario cuya amistad con Putin se remonta a los años noventa. Los documentos de registro y otros papeles en la filtración muestran que Moores Rowland actuó en representación de Timchenko, ayudando a formar una empresa que se convertiría en parte de su imperio petrolero. Documentos similares muestran también la participación de Moores Rowland en la creación de empresas fantasma cuyos activos incluían yates comprados por Timchenko y su hija.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a Timchenko en 2014, alegando que Putin tenía inversiones en su empresa de comercio de petróleo. La compañía de Timchenko negó la acusación, pero tiene un historial de estar involucrada en transacciones comerciales con personas supuestamente cercanas a Putin.
Por ejemplo, Timchenko vendió un lujoso apartamento junto al río en San Petersburgo a la abuela de una gimnasta de élite, Alina Kabayeva, que ha sido vinculada románticamente con Putin, según un informe de TV Rain de Rusia que cita registros de propiedad rusos. En 2008, Putin negó tener una relación con Kabayeva. La mujer no respondió a preguntas enviadas a través del Grupo Nacional de Medios de Rusia, donde desempeña el cargo de presidenta. Timchenko también vendió una mansión en Biarritz, Francia, y una gran participación en la compañía petrolera y petroquímica rusa Sibur al exyerno de Putin, según Reuters. Carter-Ruck, un bufete de abogados de Londres que representa a Timchenko, dijo que “siempre ha actuado de forma totalmente legal a lo largo de su carrera y sus acuerdos comerciales”.
En una carta al Washington Post, un bufete de abogados británico que representa a Moores Rowland defendió a su cliente pero no proporcionó ningún comentario para su publicación.
Un portafolio de propiedades
El apartamento de Mónaco es parte de un asombroso portafolio de propiedades acumulado por Krivonogikh después de que supuestamente comenzara su relación con Putin. Tiene una participación en un banco ruso dirigido por socios de Putin, según los registros públicos y la investigación de Proekt. Posee una participación mayoritaria en una estación de esquí donde se casó una de las dos hijas que Putin tuvo con su exesposa. Tiene un yate, una cuenta bancaria suiza que también aparece en los Papeles de Pandora y apartamentos en las direcciones más codiciadas de San Petersburgo, según informes de Proekt y registros públicos rusos. No hay indicios de que su fortuna personal provenga de riqueza familiar.
Dos fuentes anónimas que dijeron conocer a Krivonogikh le dijeron al medio ruso que ella había sido “amiga cercana” de Putin durante años, y que habían forjado una relación que comenzó en la década de 1990 en San Petersburgo, donde Putin trabajó como alto funcionario de la ciudad, y continuó a principios de la década de 2000 en Moscú después de que el líder ruso asumiera la presidencia. Proekt informó de que había revisado los registros de pasajeros que mostraban que Krivonogikh se convirtió en una viajera frecuente a la capital rusa cuando Putin asumió el cargo como jefe de Estado.
Las perspectivas profesionales de Krivonogikh mejoraron repentinamente, según los detalles expuestos en la investigación de Proekt. Ya en 2001 comenzó a trabajar en Bank Rossiya. Posteriormente adquirió una participación de aproximadamente el 3% en el banco, según los extractos bancarios. Se convirtió en propietaria de un apartamento en la prestigiosa isla Kámenni en el norte de San Petersburgo y adquirió una participación en un centro de artes escénicas en la misma ciudad, según la investigación de Proekt, que cita registros públicos rusos verificados por The Washington Post.
Otro acuerdo le otorgó una participación del 75% en una estación de esquí al norte de San Petersburgo, que posee con un amigo de Putin que fue presidente y accionista mayor de Bank Rossiya, según los registros públicos rusos. Los siete telesillas y las pequeñas pistas de la estación de Igora no son un atractivo para los esquiadores de élite de Europa. Pero la propiedad se ha beneficiado de millones de dólares en inversiones y se ha expandido desde que se inauguró durante el segundo mandato de Putin como presidente, y en 2013 sirvió de telón de fondo para la boda de la menor de las dos hijas que tuvo Putin con su esposa, de la que se divorció en 2014.
Un parecido con Putin
Putin ha mantenido en secreto detalles sobre su vida privada y su patrimonio personal con la dedicación que podría esperarse de un exoficial de la KGB. Incluso sus dos hijas reconocidas protegieron sus identidades del público con alias. Pero el muro que ha construido para custodiar su vida privada ha tenido grietas en los últimos años en medio de una oleada de revelaciones que han publicado en línea activistas de la oposición, periodistas y detectives de internet. A principios de este año, por ejemplo, el principal adversario político de Putin, Alexéi Navalni, dio a conocer en una publicación en línea un palacio de mil millones de dólares en la costa del mar Negro que era una residencia secreta para el líder ruso pagada con dinero de la corrupción. Putin niega la propiedad.
Las autoridades rusas han respondido en los últimos meses con una dura represión a la oposición política y los periodistas. Después de que la investigación sobre el palacio del mar Negro se publicara, Navalni fue condenado a tres años y medio de prisión y su organización fue prohibida por un tribunal ruso. Desde entonces, Rusia también ha prohibido Proekt por motivos de seguridad nacional. Su editor huyó del país por temor a ser procesado penalmente.
Proekt estimó el año pasado que los activos de Krivonogikh solo en Rusia valían 7.700 millones de rublos (alrededor de 100 millones de dólares). Los Papeles de Pandora proporcionan la primera evidencia de que sus propiedades se han extendido más allá de las fronteras de Rusia. Krivonogikh se ha negado a hacer declaraciones sobre su relación con Putin y ha evitado las apariciones en redes públicas y sociales.
Su hija, sin embargo, ha llamado la atención con especulaciones sobre su la identidad de su padre. En marzo, Rozova apareció en un club de Moscú para tocar por sorpresa como dj con motivo de su 18º cumpleaños. Ha acumulado decenas de miles de seguidores en Instagram, donde las imágenes que publica ocultan partes de su rostro, pero revelan unos párpados gruesos que se asemejan a los del líder ruso.
Su perfil en línea muestra que está familiarizada con el ambiente de la Riviera francesa que rodea a Mónaco. Durante una aparición en video en una red social en febrero, Rozova contó que visita la ciudad francesa de Menton cada año para asistir al Lemon Festival, un evento que se realiza a menos de 20 minutos del apartamento de Montecarlo. Rozova no respondió a las solicitudes de comentarios.
En una entrevista de febrero con la edición rusa de GQ, la joven no quiso explicar por qué dejó de usar el apellido de su madre, Krivonogikh. Tampoco se refirió directamente a la identidad de su padre. Sin embargo, estaba dispuesta a reconocer que tiene una semejanza con Putin. “Escuche, en comparación con sus fotografías jóvenes, probablemente, sí, me parezco a él”, dijo. “Pero resulta que hay muchas personas que se parecen a Vladímir Vladimirovich”.
En una entrevista de agosto con Srsly.ru, también se negó a hablar sobre la identidad de su padre, diciendo que la intriga ya se había extendido y que era “aburrido saber la verdad”. También se negó a decir si alguna vez conoció a Putin. El entrevistador le preguntó qué le diría al presidente ruso si lo tuviera enfrente. “Probablemente le haría una pregunta”, respondió Rozova.“¿Cuál?” preguntó el entrevistador.“¿Por qué?”, respondió ella.
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